Cómo adaptarnos a las nuevas reglas del juego digital
Estamos inmersos en una revolución digital de escenarios altamente volátiles con barreras de entrada y salida totalmente difusas en todas las industrias y mercados. La omnipresencia de la tecnología y el acceso a la información, junto con la velocidad a la que se producen los cambios forman parte de la complejidad del nuevo ecosistema digital. ¿Cómo hacen las organizaciones para entrar a jugar esta partida digital, donde las reglas son cada vez más flexibles e impredecibles, el juego cambia de mano sin avisar y las cartas se reparten demasiado rápido?
En principio, lo ideal es adoptar una cultura y/o estrategia, que las defina como ágiles, adaptables y alineadas. Son tres característica esenciales que toda organización debería tener para no quedar fuera de la partida antes de empezar a barajar.
Adicionalmente, deberá primar no sólo la competitividad y la productividad, sino también la innovación y el crecimiento en entornos para muchos desconocidos. Será necesario reinventar capacidades y talentos e integrarse con otros jugadores (incluso competidores), por medio de adquisiciones y fusiones que si bien antes estaban reservadas para los grandes jugadores, ahora y gracias a lo revolución digital, están al alcance de todos.
Este proceso de transformación digital y su impacto en la competitividad y el crecimiento necesita ser monitoreado a través de lo que en Accenture llamamos índice de Densidad Digital, que mide variables digitales en base a cuatro dimensiones. La primera es la creación de nuevos mercados digitales y la digitalización de los existentes. La segunda, la implementación eficiente de tecnología digital en tareas del día a día. La tercera, el uso de las tecnologías para el sourcing de factores de producción (tierra, capital, talento, etcétera). Y por último, los cambios en las normativas y regulaciones que faciliten la transformación digital.
Este índice de Densidad Digital es esencial para medir la velocidad y la capacidad de respuesta a las necesidades digitales en cualquier industria o mercado. Nuestro país, como los demás en la región, forma parte del grupo de economías emergentes que muestran aún una notable falta de madurez digital. Sin embargo, ese diagnóstico puesto en el contexto apropiado y teniendo en cuenta que la economía digital actual representa el 22.5% de la economía mundial, lejos de ser preocupante, representa una tremenda ventana de oportunidad.
El incremento del índice de Densidad Digital puede producir no sólo un aumento de la productividad en una economía determinada, sino un impulso en el crecimiento del PBI. Se estima que una mejora de 10 puntos de Densidad Digital puede suponer un alza de alrededor de 0,5% en la tasa de crecimiento medio anual del PBI de los mercados emergentes, de acá al año 2020.
El aprovechamiento de esta oportunidad depende únicamente de la capacidad de replicar lo hecho por economías que nos llevan ventaja, adoptando lo que se hizo bien y aprendiendo de los errores de forma rápida.
Claramente será necesario alinear estrategias tanto en el sector público como en el privado para facilitar la transformación digital propiciando una cultura digital. Y plantearnos cómo queremos empezar la partida, si como early adopters, como followers o como innovadores apostando fuerte a nuestra mejor carta y la que mejor nos define como argentinos: la capacidad de innovar y adaptarnos al cambio.
El autor es director ejecutivo,líder del área de Soluciones Digitales para Sudamérica Hispana de Accenture