Cómo frenar el deterioro de la relación comercial con Brasil
Hubo cuatro meses de este año en los que por primera vez en tres décadas Brasil dejó de ser el principal socio comercial de la Argentina: entre abril y julio, ese lugar lo ocupó China. El dato enciende una luz de alarma en una relación que se deterioró en el último año por las diferencias ideológicas de los presidentes de cada país, por desacuerdos respecto del Mercosur y, obviamente, por coletazos de la pandemia de coronavirus. La cuestión no es menor para la economía local, que depende mucho de su vecino para poder crecer y que se vería muy beneficiada por una recomposición del vínculo.
Algunos datos reflejan la situación actual, que hace eclosión en plena pandemia, pero se gestó hace unos años. Las exportaciones argentinas a Brasil en el período de enero a agosto cayeron 31,2% interanual, siendo la baja más alta entre las de los principales socios comerciales del país. Por ejemplo, las exportaciones a China en el mismo período subieron 8,8%. El rubro más afectado fue el de manufacturas industriales: las ventas cayeron 42% en el acumulado enero-agosto, respecto del mismo período de 2019, pasando de US$4437 millones a US$2564 millones.
Pero, además, lo preocupante es el rojo que tiene la Argentina en la balanza comercial con Brasil. Según un análisis del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, el comercio bilateral tuvo resultado deficitario para el país durante 16 años, desde 2004 hasta 2019. Así, se acumuló un desequilibrio de US$52.000 millones.
Marcelo Elizondo, analista económico de temas internacionales, explica las razones de estas cifras. "En el último decenio la Argentina perdió competitividad, lo que redujo las exportaciones totales en casi 25% desde el récord de 2011 y afectó la capacidad de acceso a Brasil, mientras que otros abastecedores de este país crecieron; las recesiones redujeron demandas recíprocas y también otros mercados ganaron participación para nuestras exportaciones", afirma.
Marisa Bircher, exsecretaria de Comercio Exterior de la Nación, opina que la relación con Brasil, que históricamente ha generado encadenamientos productivos e inversiones de ambos lados, actualmente está en un escenario incierto y es crucial revertir eso. "Hoy tenemos a un Brasil que mira al mundo como una gran oportunidad y con fuerte interés en integrarse multilateralmente y bilateralmente, por lo que es importante estar cerca y seguir un diálogo estratégico, ya que siempre que a ellos les fue bien, a nosotros también", dice.
En tanto, en el Ministerio de Relaciones Exteriores opinan que hay que dejar de lado las diferencias ideológicas y centrarse en el comercio. "Nuestra relación comercial con Brasil tiene una estructura deficitaria para la Argentina, que buscamos equilibrar a mediano plazo", expresó Jorge Neme, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería, en la presentación del Plan de Promoción Comercial con Brasil "Propuestas para un plan de acción 2020-2022".
El desafío no es para nada menor, ya que a las dificultades mencionadas hay que añadirle una más: el Mercosur hoy está bajo discusión. "El elevado arancel externo común, que casi triplica el arancel promedio mundial, es considerado por Brasil un obstáculo para la internacionalización de sus empresas, por lo que potenciales acuerdos comerciales con otros mercados son vistos por el mayor país de la región como un requisito. Pero la Argentina no aparece como un adherente entusiasta de estas posturas y por eso, pensando en un futuro común, el vínculo se enturbia", analiza Elizondo.
De ese modo, además, se afectan potenciales inversiones. Y no hay que olvidar que Brasil está cuarto en el ranking de países que más invierten en la Argentina. Para peor, la pandemia y sus impactos han debilitado aún más lo que ya venía afectado, por lo que todo es más débil en el vínculo de los socios.
Marcela Cristini, economista especializada en comercio exterior de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), señala que las economías de Brasil y la Argentina han protagonizado un cambio sustantivo en términos de sus socios comerciales en la última década. "Por un lado, mientras lo esperado era una intensificación del comercio intra-acuerdo, lo que ha ocurrido es una pérdida de intensidad de las relaciones comerciales al interior del Mercosur, especialmente entre sus dos principales socios. Luego del impulso inicial en los 90, cuando el comercio entre los cuatro miembros del bloque alcanzó al 25% de su comercio total, esa participación se fue reduciendo a la mitad y en 2019 fue solo del 9,8%", indica.
Esto es consecuencia, en parte, del aumento del comercio de productos básicos en el patrón productivo de los socios (sus exportaciones crecían en productos de la agroindustria y minería al resto del mundo y el intercambio del Mercosur era, mayoritariamente, de bienes industriales). "En otra parte, esa reducción se debe a la irrupción de China en el comercio de América Latina como proveedor de bienes industriales. Así, la Argentina redujo la participación en las importaciones totales de Brasil desde el 11,2% en 2001 hasta el 6% en 2019, mientras que China incrementó esa participación desde el 2,4% al 19,9%", relata Cristini.
Para la economista de FIEL, este último aspecto reviste mucho interés, porque obliga a modificar la estrategia subyacente de usar al Mercosur como instrumento en la promoción de una mayor industrialización, manteniendo una fuerte protección comercial en frontera. "En el caso de las importaciones industriales, en 2007 la Argentina recibía el 32% desde Brasil y ese porcentaje se redujo a 20,8% en 2019 . Del mismo modo, en 2007, 6,8% de las importaciones industriales del Brasil provenían de la Argentina y en 2019 ese porcentaje se redujo a 5,4%. Por lo tanto, es de esperar que el crecimiento de Brasil siga siendo un factor de empuje en las exportaciones argentinas, pero cada vez con menor intensidad", explica la especialista.
En ese contexto, opina Cristini, tratar de diversificar las ventas a Brasil es una medida en la dirección correcta en el corto plazo; pero, para dar respuesta al desafío que presenta toda la competencia desde el Este Asiático en el mercado de América Latina, la Argentina y Brasil deberían modificar su estrategia dentro del Mercosur, para lograr paulatinamente un modelo más abierto al resto del mundo, potenciando la vinculación comercial con Chile, Perú y Colombia. "Y esto debería hacerse con un programa explícito dentro del bloque, que permita aumentar inversiones para mejorar la competitividad", acota.
La foto de 2020, en tanto, no es para nada buena. Como se dijo, en términos de exportaciones, las manufacturas industriales fueron las más afectadas, en particular, las de sectores como calzado (-88%), textiles (-49%) y vehículos (-49%), pero también las agroindustriales arrojaron malos resultados. Los envíos de cereales, principal rubro agroindustrial de exportación a Brasil, cayeron 12,8% en los primeros ocho meses; las de la pesca bajaron 28%, y las de lácteos, 1% (ver infografía).
Elizondo concluye que esta situación la sufren las exportaciones de las pymes industriales, pero también gran parte de las que se dedican al agro. "El impacto del Covid-19 es algo que se sumó ahora, pero el debilitamiento del vínculo y la menos común agenda bilateral, temas que venían de antes, nos ponen ante dudas sobre la calidad del destino", comenta el consultor en negocios internacionales.
Golpe para la industria
Eugenio Marí, economista asociado a la Fundación Libertad y Progreso y especialista en economía internacional, destaca que crisis actual ha afectado en especial al comercio bilateral con Brasil. "Según datos del Ministerio de Industria de Brasil, en los primeros nueve meses de 2020 las exportaciones argentinas a ese destino fueron las más bajas desde 2005, unos US$5550 millones. Si comparamos con 2019, vemos una caída en el valor exportado del orden del 28% interanual, la mayor baja entre nuestros principales socios comerciales. Esto ha golpeado especialmente a la industria; por ejemplo, las exportaciones del sector automotriz, que explica unos 75.000 empleos, cayeron 50% interanual, desde un valor que el año pasado ya era bajo", enfatiza.
En opinión de Marí, lo que se necesita es empezar a cambiar esta dinámica para abrir puertas hacia la recuperación de las empresas argentinas. No hay que olvidar, subraya, que Brasil es el primer destino en cantidad de empresas exportadoras argentinas (30% del total), por lo que cualquier esquema de promoción de exportaciones debe incluir como eje central a ese país. "Sin embargo, ante esta situación, la política exterior argentina ha apostado por la confrontación. En lo que va del año hemos visto choques políticos entre los presidentes, la amenaza de la Argentina de abandonar la mesa de negociaciones del Mercosur y una severa falta de diálogo", se lamenta el economista.
Para Marí, no tener diálogo y posicionarse como un socio poco confiable no es gratuito, sino que implica perder posicionamiento y mercados. "En estos momentos de incertidumbre, la Argentina necesita volver a construir una agenda conjunta con Brasil y ser un socio activo del Mercosur, por ejemplo apoyando el acuerdo entre este bloque y la Unión Europea", sugiere.
La visión de Bircher no se aleja mucho de lo anterior. Según dice, esta relación bilateral debe mirarse en un contexto de crisis como el que se atraviesa hoy, donde se necesita de un crecimiento económico que va a venir del comercio exterior. "Debemos tener diálogo con Brasil, pero también con la Unión Europea, con Asia y con Estados Unidos. La agenda de relacionamiento internacional que hoy necesita la Argentina debe trazarse de forma urgente, pero lo que veo es que aún no está clara", comenta. Un diálogo internacional óptimo, analiza Bircher, beneficiará principalmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes) que necesitan exportar para salir de la crisis y para propiciar un desarrollo económico que solo puede otorgar el comercio exterior, que además de proveer divisas también genera empleo, algo que hoy es más que necesario.
Ante este panorama, el Ministerio de Relaciones Exteriores presentó seis propuestas de promoción, dentro del mencionado plan de promoción para el período 2020/2022: aumentar las exportaciones, equilibrar la balanza y reducir el déficit; aumentar la inserción en mercados y regiones no tradicionales para el comercio de la Argentina en Brasil; promover los servicios (en especial, los basados en el conocimiento); promover inversiones en el área de energía y minería; revitalizar y aumentar la cantidad de cámaras bilaterales de comercio, e incrementar el turismo brasileño en el país.
Neme remarcó, en la presentación de este plan, que lo que se busca desde su área es llegar a todos los rincones del principal socio del Mercosur con los distintas empresas y sectores productivos locales. "Brasil es un semicontinente; hay un Brasil del sur, del centro, de la costa, del nordeste, del Amazonas. Los argentinos tenemos poca familiaridad con el Brasil que no tiene que ver con el sur o con la costa. Más bien lo conocemos como turistas. No hemos explorado la posibilidad de hacer negocios en el interior del Brasil, en las regiones que no nos son familiares", expresó.
La idea oficial, recalcó Neme, es establecer vínculos no solo en los mercados tradicionales, sino tratar de penetrar al corazón de Brasil. "Nos cuesta llegar al consumidor final. Hay pocos productos argentinos en los supermercados. La oportunidad está, tenemos las condiciones para competir, las vinculaciones, una embajada con objetivos claros que estableció un conjunto de contactos al más alto nivel político, económico, empresarial. No hablamos solo de agroalimentos. Hablamos de indumentaria, de productos industriales, industrias culturales, el mundo de la creatividad, la economía basada en el conocimiento, el diseño", detalló.
Analía Canale, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios Argentino Brasileña (Cambras), es optimista a la hora de pensar en una mejora de la relación bilateral y cree que la actual coyuntura resulta favorable. "El coronavirus ha impactado fuertemente en las cadenas globales de valor y ha puesto de manifiesto su fragilidad, pues en muchos casos el abastecimiento de productos e insumos claves se concentran en pocos puntos. En este marco, la producción mundial sufrirá una transformación con la posibilidad de que emerjan tres polos: América del Norte, Europa y Asia", describe.
En este contexto, estima Canale, el regionalismo saldrá fortalecido, lo cual puede configurar una oportunidad para repensar un enfoque de mayor integración entre los países de América del Sur en general, y de la Argentina y Brasil, en particular, sobre todo si el modelo de integración apunta a potenciar el agregado de valor y la generación de empleo.
Sin dudas, continua Canale, la relación comercial entre ambos países requiere de mayor dinamismo. "En el marco de la pandemia, Brasil dejó de ser el principal socio comercial de la Argentina durante cuatro meses (entre abril y julio) producto en gran medida de la paralización de las actividades industriales. En septiembre, eso se ha revertido y Brasil volvió al primer lugar, pero ese enroque temporal debe ser una señal para construir una nueva hoja de ruta", advierte.
En el sector privado se entiende que hay una agenda para trabajar de cara a reforzar la relación bilateral de negocios, donde existen oportunidades en varios sectores y productos. "En algunos casos, como alimentos, las dos naciones muestran una alta competitividad global y el comercio en ambos sentidos es fluido, pero aún queda espacio para avanzar en una mayor coordinación en materia reglamentaria y de reconocimiento de certificaciones, lo que permitirá agilizar los intercambios", añade Canale.
El desafío de recomponer, aceitar y desarrollar la relación bilateral con Brasil es enorme, pero también lo son las ventajas que eso acarrearía para la economía local. A modo de impulso, quizá sea bueno recordar las palabras que pronunció Roque Sáenz Peña en 1912, cuando visitó Brasil como presidente electo: "Nada nos separa. Todo nos une".
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