Víctor Beker: “Cuando los precios son altos, el Estado se apropia de la renta”
El director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la UB se refiere también a lo contrario, cuando los precios de exportación son bajos, mira para el otro lado
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La medida que adoptó el gobierno con respecto al cepo a las exportaciones de carne vacuna con el fin de frenar el alto precio de este producto en el mercado interno ha generado el desarrollo de un estudio por parte del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano (UB). El objetivo es explicar el impacto del bloqueo entre los productores del sector.
Al respecto, Víctor Beker, director del CENE, en diálogo con La Nacion, dijo que, ante el problema de los precios internos de la carne, “lo mejor sería recurrir a un fondo compensador” manejado por los propios productores, como lo han hecho países como Nueva Zelanda, Australia y Canadá. “Este mecanismo subsidia a los productores y les asegura que el precio de referencia se transforme, de alguna manera, en un precio estable a lo largo de un tiempo; pero, obviamente, requiere de un acuerdo entre el Estado y los productores que, en este marco, parece difícil de alcanzar”, acotó.
La maldición no es la exportación de alimentos sino la grieta
El mecanismo consiste en “fijar los precios de referencia y, cuando el precio de exportación está por arriba del mismo, la diferencia va a un fondo compensador y, si el precio internacional cae por debajo del precio de referencia, el fondo compensador subsidia a los productores y les asegura que el precio de referencia se transforme de alguna manera, en un precio estable a lo largo de un tiempo”, aconseja.
- ¿Por qué realizaron este estudio?
- Precisamente, para intentar explicar qué razonamiento puede haber detrás de este bloqueo a las exportaciones de carne. Pensamos que, en el fondo, hay un diagnóstico que fue expresado ya por alguien del oficialismo cuando dijo que lo que pesa sobre la Argentina es la maldición de exportar productos alimenticios y, por lo tanto, parece que el gobierno intenta hacer frente a esa supuesta maldición. Según dice, por un lado es una buena noticia para el país y para los productores generar precios más remunerativos y mayores ingresos de divisas pero, pero por el otro, cuando aumentan los precios internacionales de los productos que se exportan y que integran la canasta de consumo interno, se traducen en precios más altos para el consumidor.
- ¿Entonces, cómo se resuelve?
-Por la vía de la producción de alimentos que no integran la mesa de los argentinos de ninguna manera. Este producto es esencialmente, la soja. Si uno reprime el precio de la carne, el precio del trigo, el precio del maíz, los productores van a expandir la cantidad de suelo dedicado al cultivo de la soja. Así ocurrió entre 2008 y 2015 cuando se verificó una gran expansión del cultivo de la soja; y esto, responde a este razonamiento: es el único producto agropecuario de envergadura que se destina para la exportación.
- Por lo tanto, se concentrarían las exportaciones en la soja
-Si se pregunta por qué Chile no tiene los problemas que tiene la Argentina, la respuesta es: Chile no los tiene porque su principal producto de exportación es el cobre y nadie almuerza o cena cobre. Entonces, el equivalente de eso en la Argentina, sería, concentrar las exportaciones en soja y que los productos tales como la carne, trigo y maíz, que se utilizan masivamente en el consumo interno, estén básicamente destinados al mismo. Esto explicaría por qué cada vez que hay un problema con el precio de estos productos la reacción del gobierno es tratar de cerrar las exportaciones. No llama la atención esta medida porque, de alguna manera, son las mismas que se adoptaron entre 2008 y 2015.
- ¿Cuál fue el resultado en esos años?
-Por un lado hubo una caída en la producción de estos productos: trigo carne, maíz y, por el otro, una reasignación de la cantidad de tierras dentro del sector agropecuario donde la soja fue “la gran favorecida” por esta política.
- ¿Qué sucedería si se levanta la prohibición?
-Hay que ver qué mecanismos se utilizan para tratar de que efectivamente, los precios internacionales no se traduzcan en los precios internos. Esto creo que es el gran problema al cual apunta el gobierno. No me imagino qué tipo de medidas se le puedan ocurrir al gobierno en este sentido...
- ¿Cómo y por qué se vuelca la producción de carne a la soja?
-En la Argentina tenemos una gran cantidad de suelos tanto para la ganadería como para la agricultura. Si yo tengo una política que me lleva a faenar una mayor cantidad de ganado, desocupo tierra y esa tierra la ocupo con soja. Acá, lo que no se tiene en cuenta es que la capacidad de reasignación del suelo entre la ganadería y la agricultura es muy grande, por lo tanto, cada vez que cambian los precios relativos hay posibilidad de reasignar el recurso suelo entre una actividad y otra. El productor agropecuario se guía por el precio que resulta más rentable.
- ¿Cómo repercuten estas medidas en el mercado interno?
- El cierre de las exportaciones de carne ha generado una reacción de los productores que consiste en no mandar ganado al mercado. La consecuencia de esto es, por lo tanto, que si se retrae la oferta los precios aumentan; esto es lo que ha ocurrido en estos días, en los que el paro ganadero ha hecho que aumente el precio de la carne.
- ¿Qué cifras han arrojado los estudios?
-En 2015, durante el proceso de sojización, la Argentina tenía 20 millones de hectáreas dedicadas a la soja; posteriormente, esta cifra bajó a 16 o 17 millones de hectáreas; conforme a ese antecedente se podría vislumbrar que, en la medida que se liquide el ganado, la Argentina vuelva a tener alrededor de 20 a 21 millones de hectáreas dedicadas a la soja.
- ¿Cómo impactaría en la economía cambiar la exportación de carne por soja?
-Simplemente cambiaría la matriz de producción de la Argentina, que tendería a especializarse cada vez más en un determinado producto que ya cuenta con un mercado bastante restringido porque “el grueso” de la soja va para China. Esto causaría una dependencia muy grande de su demanda. Hoy China utiliza la soja para el alimento de su ganado, pero si mañana este país logra producir soja, por ejemplo, puede volver a ocurrir lo que sucedió en 1930 con nuestro gran socio, Inglaterra. Cuando cerró las importaciones de carne la Argentina entró en crisis hasta la Segunda Guerra Mundial.
- También en el precio de la carne inciden los costos de transporte y logística
- La Argentina es un país muy extenso y los costos de transporte de productos desde el origen hasta su destino son muy elevados. He escuchado durante varios años que todos los problemas pasan por la intermediación parasitaria, sin embargo, todos los esquemas que se han propuesto para reducir los márgenes en general no han dado resultado porque con una economía compleja como la actual es muy difícil bajar los costos de intermediación. Hubo una época en que teníamos la competencia entre los camiones y los trenes, pero a un presidente argentino se le ocurrió decir “ramal que para, ramal que se levanta” y así, destrozó un sistema ferroviario y se generó un monopolio en transporte terrestre por lo tanto, esto provocó situaciones de poca competencia en el transporte en materia logística.
- El fondo compensador puede ser la alternativa, entonces
-Lo veo como alternativa de algo que logra el objetivo del gobierno de estabilizar los precios porque desvincula precio internacional de precio interno y por otro lado, de alguna manera, no se transforma en un ingreso para el gobierno sino que los productores siguen teniendo esa inversión para el día de mañana y pueden usarlo para compensar cuando el precio internacional cae por debajo del precio de referencia. Pero acá tenemos el otro problema, que es que el Estado en el momento de los precios altos se apropia de la renta del productor, pero cuando los precios caen el Estado mira para otro lado; en cambio, con un fondo compensador el ingreso que hoy no recibe el productor y lo puede recibir el día de mañana cuando el precio internacional cae por debajo del precio de referencia. Esta es una fórmula win-win porque ganan todas las partes. Lo que requiere es el acuerdo de las partes que en la Argentina es lo más difícil de lograr; la maldición no es la exportación de alimentos sino la grieta.
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