Ventas externas: la Argentina podría llegar a exportar por US$100.000 millones este año, pero con políticas adecuadas sería incluso más
Hace un siglo, el país estaba entre los 10 líderes del planeta en envíos al exterior, pero hoy ocupa el puesto número 48; en los últimos 20 años las operaciones locales crecieron un 180%, mientras que en el resto del mundo esta cifra trepa al 267%
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Mucho se habla de la necesidad de aumentar las exportaciones; el actual Gobierno presentó un plan para vender al mundo por US$100.000 millones este año. Sin embargo, la Argentina cada vez tiene menos peso en el comercio internacional, aunque éste creció por encima de la dinámica nacional. En los últimos 20 años las operaciones locales crecieron 180% y, en el resto del mundo, se incrementaron 267%. Hace un siglo, el país estaba entre los diez líderes globales de exportaciones; de ahí el mote de “granero del mundo”. El año pasado, con US$ 87.000 millones en bienes y servicios, ocupó el puesto 48°.
Los datos se desprenden de un trabajo del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba al que accedió LA NACION. Chile, con casi cuatro veces menos superficie y menos de la mitad de población que la Argentina, exportó US$101.000 en 2021 y terminó en el puesto 46°. En 1922, la Argentina exportaba cinco veces lo que Chile pero el año pasado el país trasandino quedó 14% adelante.
Aunque la matriz exportadora de Chile y Argentina son diferentes, ambos están en la misma región geográfica y las commodities son claves en su oferta externa. Chile desarrolló su logística, marketing y firmó acuerdos comerciales con múltiples países y bloques que representan casi el 90% del PBI mundial (Argentina solo el 5%), políticas que le permitieron “una mayor integración a los mercados mundiales”.
Desde el Instituto apuntan que incluso países aún “más pequeños y con menores recursos” que la Argentina, exportan más. Tal es el caso de Luxemburgo, que tiene menos superficie que el Gran Buenos Aires y menos población que Jujuy; exportó US$157.000 millones en 2021 y ocupa el puesto 37° del ranking mundial.
A diferencia de la Argentina, repasan los economistas, este tipo de naciones lograron abrirse camino en las exportaciones a través de la especialización. En el caso de Luxemburgo, a través del desarrollo del sector de los servicios, particularmente los financieros.
“La falta de adaptabilidad de la Argentina se demuestra en su fuerte dependencia de la exportación de productos agrícolas; en el resto del mundo, los servicios cada vez ganan más peso en el comercio internacional”, consigna el reporte. En la Argentina, dos de cada tres dólares que se exportan se explican por el agro. De acuerdo a la Organización Mundial de Comercio, hace 40 años (en 1982) el ratio era el mismo.
A comienzos del siglo 20 y antes de la primera Guerra Mundial, el país participaba con el 2,1% de las exportaciones mundiales; en 1913 era el 2,4%. En esos años, superaba a Canadá (puesto 11° del ranking exportador), Australia (12°) y Japón (13°). Respecto a países de la región, exportaba 50% más que Brasil y más del triple que Chile. Alcanzó su máximo histórico en 1927 y 1928 (3,1%).
Según la Organización de las Naciones Unidas, entre la primera y la segunda Guerra Mundial, las exportaciones mundiales crecieron un 15%. En Brasil, 33%; en Japón, 26%; Canadá, 23%; Australia 17% y Chile 8%. Mientras que esos países mejoraron, la Argentina perdió 11% entre 1922 y 1938. Desde el fin de la segunda Guerra, el país perdió el 89% de su participación en el comercio internacional.
La participación en el comercio internacional hoy es de 0,3%, el mínimo de la serie. Canadá y Japón representan entre 7 y 11 veces el nivel argentino, respectivamente. Aunque cayeron respecto a 1913, Brasil y Australia también exportan entre cuatro y cinco veces más que la Argentina. La Argentina está en el puesto 48° del ranking mundial de exportadores mientras que Japón es quinto (US$924.000 millones); Canadá, 14° (US$607.000 millones); Australia, 23° (US$ 389.000 millones); Brasil, 26° (US$314.000 millones).
El décimo puesto que tuvo la Argentina en su mejor momento es ahora ocupado por Italia, que exporta US$ 712.000 millones; el país mantuvo relativamente estable su participación; en 1913 ocupaba el 9° lugar.
Los porqué
El presidente de la Cámara de Comercio Exterior, Fernando Landa, plantea que, en términos de productos primarios, las ventas argentinas afuera crecieron en los últimos diez años, pero las manufacturas de origen industrial y agropecuario cayeron, “el valor agregado decreció”. “Entre 2012 y el 2021 el mundo crecía y nosotros perdíamos peso no solo a nivel mundial sino a nivel regional, con las excepciones de Estados Unidos y Vietnam, por ejemplo”, sostuvo.
El número de exportadores decreció también en forma consistente y pasó de 12.000 a 9.500 en la última década. La baja se dio, fundamentalmente, entre las Pymes.
“Hay una carencia de estrategia nacional exportadora -agrega-. Vivimos de coyuntura en coyuntura. Pasa que, como hay un problema en la importación de combustibles se ponen restricciones al ingreso de insumos y, automáticamente, se produce una caída en la actividad o un encarecimiento de la producción con un alto riesgo inflacionario”.
Para Landa la forma de retomar la ruta del crecimiento de la inserción internacional es “multidimensional” y abarca desde el relacionamiento externo a la articulación entre el sector público y el privado para ganar mercados teniendo en cuenta los tamaños de las empresas y diseñando medidas atendiendo esas especificidades.
También menciona que se debe trabajar más para resolver la carga impositiva que es un “lastre”; facilitar el comercio –”vamos en camino contrario”-, lograr disponibilidad de financiamiento y mejorar la logística. En ese último punto advierte que el puerto de Buenos Aires está “postergado; obsoleto; el calado no es suficiente y los buques van a Brasil y se encarecen costos”.
Julieta Zelicovich, experta en Relaciones Internacionales, investigadora del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Rosario, plantea que la pérdida de peso de la Argentina en el mercado mundial no puede analizarse sin incluir la transformación del mercado internacional. Hay que considerar las dos variables, el desempeño del país y también la expansión hacia Asia Pacífico del crecimiento de las operaciones mundiales.
Repasa que desde el ‘90 hacia adelante la Argentina tuvo una serie de “inconsistencias en el diseño de la política comercial externa” que fue determinante en la pérdida de la participación. “Está siempre sujeta al corto plazo y el comercio internacional se usa como mecanismo de ajuste de lo fiscal y monetario. No hubo un modelo sostenible que se extendiera y diera incentivo real al exportador”, apunta.
Por el lado del mundo, Zelicovich señala que la expansión comercio internacional al área geográfica hacia la región asiática tracciona a determinados países mientras que la Argentina tiene el problema de la distancia “que complica aprovechar esos hubs; es doblemente desafiante mejorar los costos”.
El economista de la consultora Equilibra, Gabriel Palazzo, admite que exportar “no es simple, no se trata solo de abrir nuevos mercados, exportar servicios o productos diferenciados, sino que la competencia es con todo el mundo y hay que lograr ser competitivos. Todo eso es difícil en un país con toda esta volatilidad”. Insiste en que, desde los ‘70, la Argentina no tiene “en claro cuál es el patrón de especialización productiva que quiere tener; sabe que el que tiene, que es del campo”.
Coincide en que el “viraje permanente” de políticas genera una inestabilidad macro que hace difícil invertir: “Exportar requiere un horizonte, expectativas de rentabilidad futura y eso con mucha volatilidad, sin acuerdos comerciales y con importaciones trabadas lleva a concentrarse en actividades menos riesgosas que insertarse internacionalmente”.
Palazzo apunta que si hay una decisión de respaldar a determinados sectores tiene que ser con políticas de “orientación clara y con un principio y fin” en el sentido de que la protección “se debe acabar”. Es posible proteger una “actividad específica” si se entiende que “se podrá ser competitivo”; se podría extender en casos puntuales si genera volumen de empleo.
Con Brasil el reemplazo fue China
Francisco de Santibañes, presidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, comparte que la “inestabilidad constante” hizo perder atractivo al país para recibir “inversiones locales y del exterior”; a ese ítem le agrega el “proteccionismo” y un Mercosur que “se cerró mientras el mundo se abría. Con el tiempo fuimos perdiendo productividad y mercados”.
De Santibañes, como Zelicovich, indica que hay un factor no controlable como es el crecimiento hacia el Asia Pacífico, una región con una industria basada “en la mano de obra barata”. Sin embargo, enfatiza que, en el balance, las causas que predominaron en la pérdida de participación fueron “principalmente internas”.
“La suma de factores nos hace menos competitivos y alguien nos gana -aporta Lama-. Hay que pensar que, en el mismo período en que nosotros nos estancamos Brasil y el mundo crecieron. La Argentina pasó de representar 0,43% del intercambio mundial en 2012 a 0,35% el año pasado. No crecimos en las exportaciones de bienes industriales a Brasil, donde nos reemplazó China; en el ‘97 era el 2% y en el 2021 fue el 22%”.
Zelicovich advierte que con el socio mayor del Mercosur los envíos argentinos decrecieron “tanto por problemas de competitividad como de cambio en la estructura comercial, donde China ganó territorio”.
“Hay que tener, ante todo, una visión de país mínimamente compartida por la dirigencia política y económica que nos brinde previsibilidad. El resto depende de eso -subraya De Santibañes-. En el corto plazo va a depender de las políticas macro que se implementen. Hasta que no tengamos reglas de juego claras y estables una inserción exitosa va a ser difícil; por ejemplo hay que mantener un tipo de cambio estable y avanzar con una mayor integración económica al mundo”.
Añade que, en el largo plazo, la clave está en “proveer una buena educación y trabajos de calidad para lo que el sector privado debe crecer. Todo esto nos volverá más productivos y nos permitirá aumentar nuestra participación en el comercio mundial”.
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