Una trama de tentaciones y pecados
En lugar de adoptar unilateralmente medidas de apertura, sería recomendable que el próximo gobierno -obligado a cambiar el rumbo- negocie con sus socios sobre la base del criterio de reciprocidad
Periódicamente reaparecen noticias y comentarios acerca de distintas iniciativas para sortear un impedimento normativo en el Mercosur (la decisión CMC 32/00) y así habilitar a cada uno de los Estados parte para concertar tratados de libre comercio con terceros países, en especial con países desarrollados.
La disposición, como tantas otras del Mercosur, está disponible para ser utilizada según las circunstancias. No impide, por ejemplo, que bajo la fachada de un "acuerdo marco" los países del Mercosur puedan negociar a título individual con México.
Tampoco es el único caso, pues otros acuerdos celebrados por los países del Mercosur unificados como Parte frente a otros países de Aladi contienen numerosos anexos y protocolos adicionales que también consagran compromisos estrictamente bilaterales. Y al respecto cabría preguntarse por qué no se replica dicha modalidad frente a países desarrollados. Más aún, si se adoptara un formato único para fijar compromisos sustantivos -y no un mero acuerdo marco- de todos modos podrían convenirse nóminas de concesiones, excepciones y reglamentaciones de todo tipo circunscriptas a determinados países de la subregión. Así también lo demuestran el Acuerdo de Asociación entre los Estados de Centroamérica (incluida Panamá) con la Unión Europea, y el Cafta DR que vincula a los países centroamericanos y República Dominicana con Estados Unidos.
Pero por el momento parece prevalecer en el empresariado de la Argentina y Brasil la corriente de opinión que se abraza a aquella decisión del Consejo del Mercado Común con el afán de disuadir a sus propios gobiernos y luego a Paraguay y Uruguay contra la tentación de cualquier aventura externa. Es inevitable tener en cuenta que el statu quo en muchos casos garantiza reservas de mercado que no podrían sostenerse de otro modo.
Más allá de las intenciones lucrativas, es evidente la inconsistencia de la decisión 32/00 cuando no se cuenta con un mercado ampliado entre los mismos Estados parte que la establecieron. Pero el reconocimiento de la realidad puede generar molestias. Es lo que ocurrió al conocerse en diciembre de 2014 un fallo de nuestra Corte Suprema ("Whirlpool Puntana SA c/Dirección General de Aduanas") en el que, ante la evidencia, el alto tribunal terminó admitiendo que en la práctica el comercio entre los países del Mercosur se rige ya no por el supuesto principio del libre comercio sino por el más prosaico criterio de reciprocidad.
En tanto, los líderes de Paraguay y Uruguay redoblan los planteos a Brasil y Argentina con dos inquietudes a la vista. En primer lugar se intenta vencer la reticencia y negociar en conjunto con países desarrollados, suponiendo que esta posibilidad respaldaría las posiciones de Paraguay y Uruguay. Una segunda inquietud es la de contar con garantías aptas para reducir los costos del desvío del comercio y la deslocalización de empresas extranjeras en beneficio de Brasil y en menor medida de la Argentina a partir, precisamente, de las concesiones que pudieran intercambiarse con los países desarrollados.
Sin embargo, dicha prevención no tendría por qué impedir las tratativas pues en los acuerdos -aún bajo la personería unificada del Mercosur- sería posible concertar concesiones, excepciones y reglamentaciones estrictamente bilaterales. Y del lado argentino habría que superar un prejuicio parecido con respecto al Brasil (cabe recordar que, sin acuerdos a la vista, las estrategias empresariales tienden a enfocar los negocios dentro del Mercosur desde los asentamientos en Brasil y con un decreciente interés por los restantes países del área).
Frente al estrangulamiento monetario y cambiario asociado al pobre desempeño de la inversión extranjera directa, el próximo gobierno argentino se verá obligado a cambiar el rumbo. En lugar de adoptar unilateralmente medidas de apertura, sería recomendable negociar y hacerlo sobre bases de reciprocidad. Pero el criterio de reciprocidad, a diferencia de los principios liminares del multilateralismo no está prefigurado sino que funciona como resultado de la confrontación de intereses.
Todo dependerá de una hipotética convergencia del futuro gobierno con los agentes productivos y la sociedad civil para recomponer las capacidades diplomáticas y técnicas que permitan encarar el desafío las prioridades, basadas en las potencialidades del país.
El autor integra el Instituto de Integración Latinoamericana de la Universidad Nacional de La Plata
Negociación con la UE
BRUSELAS (EFE).- El vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana (Eurolat), Ramón Jáuregui, confía en que la Unión Europea retome "antes de final de año, principios del próximo" la negociación comercial con los países de Mercosur.
"Tenemos la firme esperanza de que la reanudación de las conversaciones con Mercosur pueda producirse a finales de este año, principios del que viene", señaló el eurodiputado del PSOE.
Jáuregui apuntó que, aunque no está en el orden del día de Eurolat, y por tanto no habrá decisión "formal" sobre el tema, destacó que hay "indicios" de un nuevo impulso para el acuerdo comercial.
En paralelo a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y de los países latinoamericanos y del Caribe (UE-Celac), se espera que se reúnan también en Bruselas los ministros de Comercio de los países del Mercosur con la comisaria europea Cecilia Malmstrom, lo que ayudaría a desbloquear las negociaciones.
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