Una reunión clave podría definir el futuro del acuerdo Mercosur-UE
En julio se realizará una cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, donde se esperan definiciones sobre la postergada asociación estratégica
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El 17 y 18 de julio próximo se realizará la Cumbre Celac – Unión Europea. El hecho de que la cumbre se realice en Bruselas y con la presidencia de España, sería entonces una oportunidad para la conclusión formal del proceso negociador entre la Unión Europea y el Mercosur iniciado hace muchos años.
Detlef Nolte (Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área – GIGA), uno de los principales especialistas europeos en integración y en las relaciones entre la UE y América Latina, ha señalado que la próxima cumbre birregional “ofrece la oportunidad de averiguar hasta qué punto persiste el interés por una asociación estratégica y cuáles son las bases de dicha asociación” (ver su reciente nota, con un título necesariamente provocativo, sobre “Perspectivas de la próxima Cumbre Celac-UE: ¿sigue siendo válido y realista el objetivo de una asociación estratégica?”, en la página web de la Fundación Eulac).
Dada la importancia que las relaciones entre la UE y el Mercosur siempre han tenido para nuestro país y para sus socios en el Mercosur y en nuestra región, no sería éste un hecho sin amplia trascendencia política y económica. Si por el contrario la cumbre concluyera sin que se cierre formalmente el proceso negociador birrgional difícil sería seguir creyendo en su eventual futuro y en el real interés de los países de la UE en sus relaciones con nuestra región.
Tanto la preparación como la realización de la Cumbre de Bruselas, medida ésta por sus resultados efectivos y no sólo retóricos, deberá tener una importancia mayor tanto para nuestro país como para sus socios del Mercosur. Podría significar el punto de partida de un proceso que tiene raíces muy profundas y que tendrá aún en su construcción, un derrotero que será largo y que tendrá que aspirar a ser efectivo. Se institucionalizaría así una asociación estratégica birregional cuya membresía definitiva podría ser incluso más amplia, dependiendo de la evolución que en el futuro tengan tanto el Mercosur como la propia UE.
De allí que tanto la evaluación política y económica derivada del hecho de que se concluya una negociación birregional que ha necesitado ya demasiado tiempo para completarse, como la apreciación de la densidad de los esfuerzos que aún se requerirán para que sus resultados penetren efectivamente en la realidad, incluso luego de ser formalmente aprobado, nos lleve a señalar que se trataría de uno de los hechos de mayor trascendencia para la estrategia de inserción internacional de nuestro país y sus socios del Mercosur. Y también para la propia UE y para sus países miembros.
El paso que se habría dado con la conclusión y la efectiva entrada en vigencia sería entonces relevante. Pero sería sólo un primer paso, que para que su impacto sea realmente significativo, debería incluir luego otros que permitan ampliar el número de países latinoamericanos –o al menos sudamericanos- que sean parte del esfuerzo birregional. Y, por lo demás, debería ser sólo un primer acuerdo birregional de esta magnitud en el que nuestra región sea protagonista. Acuerdos de magnitud y relevancia similar, tanto en el plano económico como político, deberían luego concluirse con otros grandes mercados, sean países –como por ejemplo China, los Estados Unidos, India o Japón- o sean regiones como las que se han desarrollado –o se puedan desarrollar- en Asia y África.
Obvio que la Cumbre de Bruselas deberá tener otros resultados significativos. Quizás uno de ellos tendría que ser el inicio de una cooperación efectiva entre las dos regiones en relación al cambio climático y a sus efectos. Ello requerirá recursos y es allí donde la UE tiene un mayor potencial para lograr que la cooperación birregional sea efectiva y trascendente.
Similar a la creación de la Unión Europea
En nuestra opinión el paso que se daría con la conclusión del acuerdo UE - Mercosur, podría tener un impacto similar en el desarrollo de esta región transatlántica al que tuviera en su momento en la propia región europea, la iniciativa que impulsara en 1950 Jean Monnet. En su esencia significó iniciar la construcción de un ámbito de trabajo y desarrollo conjunto entre naciones soberanas que no aspiraban a dejar de serlo, pero que decidieron compartir el espacio común con reglas que permitieran generar solidaridades de hecho entre los socios. Por eso fue una idea que condujo a desarrollar tal espacio conjunto con objetivos, a la vez, políticos, económicos, culturales y sociales. Y era una idea que inicialmente tenía –y que efectivamente después tuvo- un alcance permanente. De allí que lo que luego fue el denominado “Brexit”, estuviera siempre previsto en la construcción europea para cualquiera de los países miembros. Algo así como “si no te gusta y no podemos concertar una modificación de las reglas pactadas…hermano, te puedes ir…!”.
Son muchos los desdoblamientos que se pueden introducir en una agenda sobre las relaciones entre los países del Mercosur y la UE. En esta oportunidad nos hemos limitado a aquellos que en nuestra opinión son algunos de los más relevantes en la perspectiva de la Cumbre birregional del próximo mes de julio en Bruselas.
Al día siguiente de la Cumbre no sólo podremos tener una perspectiva cierta sobre la posible evolución de las relaciones birregionales. Sobre todo nos quedará más clara la relevancia que podamos seguir otorgando en el futuro a la idea de una asociación estratégica entre ambas regiones.
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