Un informe sitúa a la Argentina entre los diez países más conectados de la región
El Índice de Conectividad Global analiza la profundidad y amplitud de los flujos de comercio, capital, información y personas de 169 países, y es optimista acerca de los intercambios mundiales
Las turbulencias generadas por la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la decisión del Reino Unido de separarse de la Unión Europea fomentaron la idea de que la globalización se contrae. En efecto, los flujos de comercio se han ralentizado, pero no son tan catastróficos como se perciben.
Así se desprende de un análisis encargado por la empresa de logística DHL, que elaboró el Índice de Conectividad Global (ICG), en el que se desglosan los flujos internacionales de comercio, capital, información y personas de 169 países y territorios, que en conjunto reúnen el 99% del PBI mundial y el 97% de la población del planeta.
Si bien los datos más optimistas provienen de 2017 –año en que la globalización alcanzó un nivel récord desde 2007, de acuerdo con el informe–, el año pasado continuó la tendencia, aunque "a un ritmo más moderado".
El documento tiene como punto sobresaliente la globalización en sí misma. El mundo está menos globalizado de lo que parece: las cuatro dimensiones analizadas aún son bastante bajas, con el flujo internacional de comercio alcanzando un 20%; el de capital, un 7%; el de información, 7%, y el de personas, 3%.
Es decir que tan solo el 20% de la producción económica global se exporta, los flujos de inversión extranjera directa (IED) "equivalen al 7% de la formación de capital fija bruta a nivel global" y tan solo el 3% de la población vive fuera de su país de nacimiento.
Estas dimensiones, a su vez, se analizaron en profundidad y amplitud. La primera contribuye a identificar "cuáles son los países más expuestos a las amenazas de determinados tipos de flujos", mientras que la amplitud ayuda a determinar si la exposición "es de naturaleza global o más específica".
En una reunión telefónica global que tuvo como objetivo la presentación del ICG, John Pearson, CEO de DHL, y Steven A. Altman, investigador senior y director ejecutivo del Centro de Globalización y Gestión de la Escuela Stern de Negocios de Nueva York, coautor del trabajo, señalaron que el índice apunta a demostrar que las actuales barreras a la globalización, exacerbadas en 2018, carecen de fundamento en cuanto a la globalización en sí misma, ya que no es tan amplia como se cree.
De hecho, para Altman es necesario redefinir el concepto, dado que "una gran proporción de lo que definimos como globalización es realmente actividad entre regiones, entre países vecinos, y necesitamos una definición más realista porque los flujos internacionales son más pequeños de lo que la gente cree".
"La mayor parte de las actividades se dan entre países que están próximos geográficamente y/o con fuertes lazos de lenguaje o relación histórica", añadió el académico.
Los más conectados
Los países con mayor conectividad a nivel global en 2017 fueron Holanda, Singapur, Suiza, Bélgica, Emiratos Árabes Unidos, Irlanda, Luxemburgo, Dinamarca, Reino Unido y Alemania. Así se evidencia que Europa es la región más conectada, con ocho países entre los primeros diez del ranking, con puntuaciones máximas en materia de flujos de comercio y de personas. "En términos generales, Norteamérica ocupa la segunda posición y lidera en flujos de capital y de información", señala el documento. Por su parte, la zona del este asiático y el Pacífico es la tercera entre las zonas más conectadas.
La región
Los países latinoamericanos están mencionados dentro de las particularidades de las economías emergentes. "Existen grandes diferencias entre los niveles de globalización de los países avanzados y las economías emergentes. Estas comercian casi con la misma intensidad que las economías avanzadas, pero las economías avanzadas tienen un nivel de integración tres veces más profundo en los flujos de capital internacional, cinco veces en flujos de personas y nueve veces respecto de los flujos de información", destacan. "Además, aunque los líderes de los grandes mercados emergentes se han convertido en grandes simpatizantes de la globalización a nivel mundial, el avance de las economías emergentes para recuperar el terreno perdido en cuanto a conectividad global permanece estancado", añaden.
Del índice se deduce entonces que el país más conectado de América Latina es Chile, que se ubica en el puesto 51. Lo siguen Panamá (53), Brasil (58), México (68), Perú (69), Costa Rica (83), Honduras (84), Nicaragua (86), Colombia (87) y Argentina (91) en las primeras diez posiciones.
La Argentina, que trepó seis puestos en el ranking en comparación con la anterior medición (2015), tiene en sus conexiones globales a Brasil, Estados Unidos, Paraguay, Perú, Bolivia, China, España, Chile, Uruguay y Colombia, en ese orden.
En cuanto a los flujos de comercio, el país bajó una posición en comparación con la medición de 2015, cuando aún no había cambiado la administración nacional, mientras que los flujos de capital, información y personas se incrementaron. Como se expone, la Argentina se relaciona fuertemente con sus vecinos, pero fija sus esfuerzos en profundizar las relaciones con otros bloques o naciones, como la extensa negociación con la UE, la apertura de mercados (como la concretada esta semana con India), o la iniciativa de asociarse con la Alianza del Pacífico.
En ese sentido, consultado por la nacion acerca de cómo puede aumentar la conectividad de los países latinoamericanos a través de asociaciones regionales, Altman señaló: "Lo que vemos es que la región que muestra un claro ejemplo de éxito, pero también de cuán desafiante puede ser la integración, es Europa. Cuando los países trabajan juntos, bajando barreras y facilitando el intercambio, pueden proporcionar un poderoso impulso a este tipo de flujos y pueden ayudar a construir prosperidad. Como vemos actualmente en la UE, esto no es fácil de hacer. Es un proceso difícil y toca temas políticos, de soberanía y de distribución".
"En América Latina este proceso también ha sido difícil. A partir de la experiencia histórica lo que puedo decir es que la integración entre países puede tener un resultado positivo en la conectividad global, siempre y cuando apuntemos a ella con expectativas realistas", concluyó.