Un acuerdo abre una nueva etapa en las relaciones comerciales mundiales
La Asociación económica Integral regional (regional Comprehensive economic partnership, en su versión en inglés) representa desafíos y oportunidades para las empresas argentinas
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El pasado 1° de enero la puesta en vigencia de la Asociación Económica Integral Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership en su versión en inglés) estaría abriendo una nueva etapa en la geopolítica y en la arquitectura de las relaciones y alianzas comerciales internacionales. Ella implica desafíos y oportunidades para las empresas argentinas que aspiran a participar en el comercio exterior, sea en la región del Asia-Pacífico como en otras del mundo, incluyendo en especial África.
Navegar esta nueva etapa requeriría en nuestro país de un esfuerzo de inteligencia competitiva y en especial de las pymes que aspiran a tener una presencia sostenida en los mercados internacionales, sobre lo que será la evolución en el futuro del mapa global e interregional del comercio mundial, tanto de bienes como de servicios. Será un esfuerzo que también tendrá que desarrollarse por quienes aspiren a brindar servicios a las empresas en el plano del diagnóstico sobre la competencia económica internacional, y en el de la formación de recursos humanos que necesitarán movilizar para tener éxito en sus respectivas estrategias de alcance global.
El RCEP incluye a los miembros de la ASEAN (Association of Southeast Asian Nations) y a otros cinco países de la región Asia-Pacífico (China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda). El acuerdo fue firmado el 15 de noviembre 2020 y ha sido ya ratificado por 11 países miembros. India participó en la negociación, pero no firmó el acuerdo. Otros países podrían solicitar incorporarse una vez transcurridos 18 meses de la entrada en vigencia del acuerdo. Para incorporarse se requiere del consenso de todos los países miembros, pero en el artículo 20.9 del acuerdo, se estableció que la India, por ser uno de los países originarios de la iniciativa, podría incorporarse en cualquier momento.
El RCEP significa un mercado de 2300 millones de personas, con un creciente porcentaje de consumidores de clase media urbana y un 30% del comercio y del PBI mundial. Vincula a países de la región del Asia-Pacífico entre los cuales ya existen distintas modalidades de acuerdos comerciales preferenciales. Para un análisis sobre el RCEP y sus instrumentos se puede consultar, entre otros, el reciente informe preparado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo: “Un nuevo centro de gravedad. La Asociación Económica Integral Regional y sus efectos en el comercio”.
La negociación del RCEP se inició en 2012, cuando aún se visualizaba como un hecho el otro gran acuerdo comercial preferencial de la región Asia-Pacífico, que era el TPP (Trans-Pacific Partnership) y del cual los Estados Unidos se retiró en 2017. Finalmente, este acuerdo entró en vigencia con modificaciones y sin los EE.UU. el 30 de diciembre de 2018 y con nuevo nombre y sigla (Comprehensive and Progressive Agreement for Transpacific Partnership–Cptpp). Es también parte del nuevo escenario regional del Asia-Pacífico.
El RCEP introduce elementos novedosos en la arquitectura de los acuerdos comerciales preferenciales, sean estos de alcance regional o trans-regional. Muy en particular se destaca el objetivo de facilitar el desarrollo de las cadenas de valor de alcance regional. Al respecto habrá que seguir de cerca la aplicación del capítulo 3° del acuerdo referido a las reglas de origen y, en particular, la evolución que tenga el artículo 3.4.1 sobre las posibles modificaciones que luego se introduzcan. El mencionado es un artículo que confirma la idea de que los acuerdos de integración regional, no sólo no resLatinoamericana ponden en su arquitectura a rígidos modelos previos, sino que, además tienen la característica de estar en evolución permanente durante el largo plazo de su construcción.
La entrada en vigencia del RCEP pone de manifiesto la necesidad de profundizar el análisis en nuestra región sobre cómo colocar la agenda de la integración latinoamericana en la perspectiva de las nuevas realidades que están emergiendo en el funcionamiento del sistema comercial internacional. Le da más actualidad a la necesidad de fortalecer el papel de la Asociación de Integración (Aladi). Además del papel que puede tener en el diseño y concreción de un sistema latinoamericano de comercio preferencial, especialmente centrado en el trabajo conjunto de los países del Mercosur y los de la Alianza del Pacífico, y que permita sacar todo el provecho a instrumentos ya previstos en el Tratado de Montevideo de 1980 –tal como el de los acuerdos de alcance parcial en sus múltiples modalidades- al menos tres otras cuestiones requerirán mucha reflexión orientada a la acción.
Ellas son: a) el fortalecimiento del papel de la OMC en el sistema multilateral del comercio mundial; b) la concreción del acuerdo birregional entre la UE y el Mercosur, con los desdoblamientos que permitan vincularlo con otros acuerdos de libre comercio que la UE ya ha concluido con países latinoamericanos, y en especial con los de la Alianza del Pacífico, y c) la vinculación que se entable entre el Mercosur y los acuerdos existentes en las grandes regiones del sistema comercial global y, en particular con las de Asia-Pacífico, América del Norte, África y Eura-Asia. Todas ellas implican el trazado, con una perspectiva geopolítica, de diferentes alianzas estratégicas entre países que son relevantes para el comercio internacional.
Son cuestiones que le dan actualidad a la idea de repotenciar el papel que la Aladi puede desempeñar en el desarrollo y aprovechamiento de la arquitectura de la inserción de la región en el sistema comercial internacional.
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