Tres aspectos relevantes para la preparación del acuerdo UE-Mercosur
El bloque sudamericano debe pensar en los dos años que se proyectan como plazo para la entrada en vigor como una oportunidad para fortalecerse a nivel interno y regional
Tras poco más de un mes desde que se anunciara el acuerdo UE-Mercosur, y sin perjuicio de otras, por lo menos tres cuestiones sobresalen por su relevancia en la etapa preparatoria de su efectiva entrada en vigencia. Son cuestiones que en una perspectiva argentina requerirán atención especial y prioritaria.
Una primera cuestión relevante será la adaptación de políticas y de la organización del sector público y, en particular, sus modalidades de interacción con el sector empresario y el sindical, a fin de colocar gradualmente al país en condiciones de navegar el nuevo entorno competitivo que se está creando con el acuerdo y con sus múltiples posibles desdoblamientos. Uno de esos desdoblamientos sería el vínculo entre las preferencias que se negocien, con las que provengan de otros acuerdos comerciales, tales como los que la UE ha concluido o concluya con otros países latinoamericanos, por ejemplo, los de la Alianza del Pacífico, con los cuales también el Mercosur ha negociado. Tal vínculo permitiría desarrollar estrategias de distintas modalidades de encadenamientos productivos de alcance multinacional.
Ello implicará definir una distribución inteligente de competencias entre distintos ministerios, y seleccionar las políticas públicas que requerirán mayor atención en función de los compromisos que genere el desarrollo del acuerdo; también de los desafíos de competitividad que implicará operar con éxito en los mercados europeos. En tal definición de competencias, tendrá que tenerse presente que el acuerdo birregional debe ser visualizado como parte del desarrollo de una red de acuerdos comerciales preferenciales que abarque países de muy diferentes regiones en el mundo. Las perspectivas inciertas de la OMC tornan indispensable encarar negociaciones internacionales orientadas al desarrollo de tal red de acuerdos comerciales preferenciales.
Una segunda cuestión relevante es la de desarrollar políticas y acciones orientadas a lograr un significativo incremento del número de pymes que estén en condiciones de proyectar al espacio europeo su capacidad actual o potencial de producir bienes y de prestar servicios competitivos y sustentables. Se trata de lograr una presencia sostenida en mercados de la UE, algo así como un mínimo de tres años en góndolas o en encadenamientos productivos. Ello implicará, tanto para el gobierno nacional como para los gobiernos provinciales, fortalecer las instituciones dedicadas a la promoción del comercio y de las inversiones (como la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional y los respectivos organismos provinciales, como por ejemplo Globa-Provincia de Buenos Aires; ProCórdoba, Pro-Mendoza, Santa Fe Global, entre otros).
Implicará, por lo demás, desarrollar políticas públicas orientadas a estimular el vínculo operativo entre instituciones académicas y de investigación y desarrollo –tanto públicas como privadas- y los respectivos operadores de los sectores productivos, a fin de desarrollar una amplia red de inteligencia competitiva y de vínculos entre la capacidad tecnológica y la productiva existente en el país. Entre otras funciones, tal red debería permitir tener un actualizado conocimiento sobre las preferencias de los distintos consumidores europeos, y sobre los factores que inciden en sus cambios de prioridades.
Y la tercera cuestión será la de fortalecer la capacidad del Mercosur de operar como un marco institucional, funcional a la inserción competitiva de sus países miembros en el contexto económico que se desarrollará como resultado del acuerdo.
Más allá del debate sobre si el Mercosur es o debe ser una zona de libre comercio o una unión aduanera , correspondería poner el acento en un intenso esfuerzo por transformarlo en un mecanismo de trabajo conjunto entre sus países miembros, que sea eficaz, que funcione en base a reglas que se cumplan, y que contribuya a lograr claras ganancias de competitividad para sus países miembros.
La calidad de su secretariado, incluyendo la de su página web, concebida como un instrumento clave de un esfuerzo conjunto de inteligencia competitiva sobre los mercados internacionales, sería entonces un eficaz aporte para la inserción internacional de los países miembros, incluyendo la necesaria capacidad para encarar negociaciones comerciales internacionales exitosas.
Las tres cuestiones relevantes mencionadas implican lograr desarrollar la capacidad de los países del Mercosur de actuar como conjunto con un grado razonable de organización. Algo así como lograr ser percibidos como un "equipo".
Un efecto de esta visión es la de concebir los acuerdos comerciales en los que se inserta un país o un conjunto de países, como los generadores de efectos de encadenamientos entre los distintos sistemas nacionales –tanto en el plano económico como en el político-, es decir, como algo difícil de desatar por sus efectos positivos y valorados por las respectivas sociedades.
Era quizás la idea que impulsó a Jean Monnet, un fundador del proceso que condujo a la actual UE, en lo que fue su enfoque de generar solidaridades de hecho sustentadas en visiones, reglas e instituciones comunes. Unos setenta años después demuestra aún sus resultados.