Tiempo de recuperar el terreno perdido
América del Sur es un imán para los inversores; sin embargo, la Argentina ha quedado relegada; el papel de los rankings
El sur del continente latinoamericano se ha convertido en un foco de atracción para inversores.
Las oportunidades de crecimiento económico sostenido, en un área con gran diversidad geográfica, destacada biocapacidad, relevante en población, tamaño de mercado, economía de escala y con vocación pacífica, son sólo algunos de los aspectos que los inversores corporativos toman en cuenta.
Esas inversiones, sin embargo, se han ido volcando principalmente a ciertas naciones que reúnen requisitos básicos de certidumbre económica y política en un mundo globalizado donde las civilizaciones están convergiendo en bloques para defender y promover sus legítimos intereses, pero sin perder de vista su inserción mundial.
Países como Brasil, México, Chile, Perú y Colombia han experimentado un crecimiento importante en materia de inversión extranjera directa, sobre todo cuando se comparan los números de 2011 con los de 1994, siguiendo los datos de la Cepal y del J.P. Morgan.
La Argentina, en cambio, ha experimentado un fuerte retroceso, o al menos estancamiento.
Curiosamente, nuestro país es en sí mismo un excelente producto, más aún si se tiene en cuenta la creciente demanda global de recursos naturales y productos agropecuarios, alimentos y bebidas de alta calidad y orgánicos, servicios profesionales de valor agregado, productos y servicios culturales y turismo de alto nivel. ¿Por qué, entonces, los fondos no fluyen en el volumen deseado?
La Argentina, a la luz de la historia reciente, tiene un largo y profundo trabajo por realizar en cuanto al fortalecimiento de su marca país. De acuerdo con la Fundación Getulio Vargas, nuestro clima de negocios está sólo por delante del de Venezuela cuando se mira a los países de América latina. El Banco Mundial nos coloca en el último lugar regional en lo que hace al índice de protección al inversor. El World Economic Forumnos ubica en el puesto 12, sobre 12 países de América del Sur, como atractivo para la inversión privada en infraestructura.
Podemos ignorar, desconocer o criticar a éstos u otros indicadores de medición, pero debemos comprender que los líderes corporativos, al tomar decisiones de inversión, los toman muy en cuenta.
Respeto a las instituciones, diálogo armónico entre la dirigencia política y empresaria, reglas claras y una cultura de negocios que promueva las inversiones directas para el desarrollo sustentable, con un sistema tributario transparente y equitativo, son algunas de las variables que habría que revisar para fortalecer la llegada de fondos. Se suma a ello la defensa del derecho de propiedad (incluyendo la intelectual), la inversión en educación de calidad, en infraestructura y energía y en la diversificación de la economía.
Es claro también que promover la reinserción en el sistema financiero internacional y asegurarse la protección del sistema de seguridad social mediante la eficiente asignación de fondos previsionales colaboraría a la promoción de este desarrollo sustentable.
En un contexto de crisis internacional con un mercado altamente competitivo, vehículos financieros disponibles y líquidos y con una economía argentina que muestra índices de crecimiento sin parangón, la posibilidad de volver a ser atractivos es real y concreta.
La necesidad de un diálogo sostenido entre Estados Unidos y nuestro país a nivel gubernamental es clave y deja abierta las posibilidades de armar agendas políticas, comerciales y económicas para el bien de ambas naciones.
En el plano interno, se suma el trabajo de integración entre el sector público y privado que se propugna desde AmCham para aunar esfuerzos en lo que se refiere a generación de oportunidades de negocios.
Ampliación de plantas fabriles en los más diversos rubros de la economía (las más de 200 que tienen los socios de AmCham en todo el país emplean a más de 320.000 trabajadores directos); investigación en biotecnología y medicina; desarrollos en la industria tecnológica, y revolución en la del entretenimiento y contenido son sólo algunos de los principales rubros en los que los capitales estadounidenses han dicho presente en nuestro país en los últimos tiempos. Muchas son las empresas que reafirman día a día su vocación por invertir en el país. Claro que la magnitud de esas inversiones dependerá de las señales que se den en materia de política económica más allá de la vocación de permanencia mostrada en el pasado.
Las condiciones están dadas para recuperar terreno y volver a ser un foco de atracción de capitales. Ciertos ajustes, sin embargo, deberían aparecer más temprano que tarde.
El autor es CEO de AmCham
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