Seamos justos: Trump no es el único culpable
Si bien es cierto que su política restrictiva no ayuda, desde la crisis de 2008 el comercio mundial pierde participación en el PBI global
Si durante décadas el comercio mundial crecía a una tasa que duplicaba -o triplicaba- a la del PBI global, a lo largo de los últimos años este proceso parece haber alterado su tendencia.
En efecto, en el último quinquenio y por diferentes motivos, el intercambio crece a un ritmo menor o igual que el de la economía en su conjunto.
De hecho, desde 2008 las exportaciones mundiales vienen perdiendo participación en el PBI global. Actualmente el comercio no parece ser un driver de relevancia del crecimiento económico, ni en países desarrollados ni en economías emergentes.
En palabras de The Economist, la economía mundial podría encontrarse ante un límite máximo del intercambio global, luego de pasar de representar el 25% del PBI al 60% del mismo entre 1960 y 2013.
Esto ha llevado a que numerosos analistas y organismos internacionales pusieran el foco en este cambio de dinámica, alertando sobre la existencia de factores coyunturales y otros de tipo estructural, que estarían explicando este menor ritmo de crecimiento del comercio.
Dentro de los factores circunstanciales, se ha enfatizado la lenta recuperación de las economías luego de la crisis; en particular, el bajo crecimiento relativo de las economías de la eurozona, muy abiertas al comercio internacional.
Las importaciones de los países europeos desde extra -e incluso de intrazona- han sido en 2014 7,5 por ciento inferiores a las registradas en 2008.
Obstáculos
En igual sentido, podrían estar operando algunas trabas u obstáculos sectoriales al comercio.
Luego de la crisis un número no menor de países adoptó medidas proteccionistas transitorias que restringieron de algún modo el dinamismo del comercio (barreras que no siempre terminaron desapareciendo).
Al respecto, se estima que los países del G20 adoptaron 1244 medidas restrictivas desde octubre de 2008 hasta fines de 2015.
Dentro de los factores estructurales, se sostiene que el período de auge del comercio (mediados de los ?80 a mediados de los 2000) estuvo caracterizado por fuertes procesos de apertura comercial en buena parte de los países del mundo, avances tecnológicos que redujeron los costos de logística y transporte, y -fundamentalmente- la inserción de China, los países de la ex Unión Soviética y de Europa del Este en general en la economía mundial.
Todo eso facilitó el desarrollo de cadenas globales de valor global, resultando en procesos de fragmentación productiva de las manufacturas en diferentes países y el crecimiento del comercio de bienes y servicios.
La incorporación de China
En esta visión, el alto dinamismo del intercambio fue un síntoma "transicional", que ahora se está moderando por la ya plena incorporación de China y Europa del Este al comercio y la economía mundial.
Por tanto, la debilidad del comercio mundial y la menor integración de las cadenas globales de valor vienen desde antes del Brexit o la asunción del presidente Trump. De hecho, el FMI en 2015 ya establecía que buena parte (aproximadamente la mitad) de la caída del comercio se debía al acortamiento de las cadenas globales de valor en la medida en que países como China -e incluso también Estados Unidos- habían tendido a concentrar internamente una mayor porción de la producción de componentes y partes en los últimos años (y por tanto bajando importaciones).
Esta suma de factores puede explicar por qué en el mundo las importaciones crecen menos que antes cuando las economías recuperan dinamismo ("cae la elasticidad importaciones-producto").
Por ello, diferentes economistas y estudiosos en la materia afirman que, aun cuando los fenómenos coyunturales se reviertan, los estructurales seguirán primando.
En ese contexto, la elasticidad puede volver a aumentar pero no regresar a los valores precrisis. Para ello se basan en que esta elasticidad observa una tendencia decreciente aún en forma previa a la crisis (desde mediados de la primera década de los 2000), fenómeno que sugiere la existencia de otros factores que explican el escaso dinamismo del comercio, más allá de los -claramente importantes- efectos macroeconómicos de corto plazo.
En definitiva, es posible pensar que una vez que se atenúen los efectos coyunturales derivados de la crisis financiera iniciada en 2008, el comercio mundial retome un dinamismo superior al de la economía en su conjunto. Pero muy probablemente, con menor fuerza que la observada en décadas pasadas, dados los efectos "transitorios" derivados de la reinserción de China y los países del Este de Europa a la economía mundial.
Queda por verse, cómo el cambio de la estrategia China y el acortamiento de las cadenas de valor, terminan por delinear o no una cambio más profundo en las corrientes de producción y comercio, y su impacto sobre América latina.
Dado este escenario, claramente la asunción del presidente Trump y su anunciada política comercial restrictiva no parecen señales favorables para la globalización y el comercio internacional.
El autor es investigador del Centro Ideas-Unsam