Sanciones comerciales: la geopolítica juega un rol clave en el intercambio global
Los especialistas entienden que el comercio cada vez más se da entre “amigos” mientras que las restricciones se aplican entre adversarios
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La semana pasada China impuso nuevas sanciones comerciales a Taiwán al prohibir la importación de cítricos, brotes de bambú congelados y dos tipos de pescado procedentes de ese territorio, así como la exportación de arena a la isla. La medida se decretó a horas de que la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, aterrizara en Taipéi para una visita que no había sido anunciada oficialmente y que irritó al Gobierno chino. El embajador argentino en el gigante asiático, Sabino Vaca Narvaja, responsabilizó a la funcionara estadounidense y consideró su viaje “una provocación”.
La invasión de Rusia a Ucrania también generó diferentes paquetes de sanciones de Estados Unidos y de la Unión Europea que apuntan a debilitar la capacidad del Kremlin para financiar la guerra e imponer penalidades económicas a los millonarios rusos para que, a su vez, presionen a Vladimir Putin. En este caso hay un mix de sanciones que incluyen las del bloque, algunas individuales por países y medidas diplomáticas también. Además, la Unión Europea sancionó a Bielorrusia como respuesta a su implicación en la invasión.
Estos casos son los últimos y más difundidos, pero hay decenas de sanciones comerciales vigentes en un mundo muy complejo desde lo geopolítico y económico. Por ejemplo, China mantiene restricciones comerciales a productos australianos (aranceles más altos y prohibiciones aduaneras en cebada, carne vacuna, vino y algodón); Estados Unidos todavía mantiene limitaciones (con aranceles más elevados) al ingreso de productos chinos y, por supuesto, siguen las impuestas a Cuba y a Corea del Norte. Contra la Argentina mantiene una por el biodiésel de soja.
“La geopolítica es cada vez más influyente en los negocios internacionales, se exacerba un modelo creciente de comercio entre amigos y de intercambios más difíciles entre adversarios -describe Marcelo Elizondo, titular de DNI-. Cuando emergió la globalización el paradigma era el offshoring; ahora no es que estamos en tendencia al re-shoring sino un friend-shoring mientras que entre los adversarios las sanciones son crecientes”.
Grafica que las restricciones impuestas por el expresidente Donald Trump a los productos chinos no fueron eliminadas por Joe Biden: “Ahí las diferencias pasan por las condiciones en que compite China, que son considera ilegales por Estados Unidos. China, por su lado, reaccionó contra contra Australia porque en el inicio de la pandemia ese país pidió a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que investigara el origen del Covid; los chinos le cerraron su mercado a productos australianos”.
Otro caso que apunta en donde geopolítica y economía se mezclan es la decisión, hace dos años, del Reino Unido de eliminar por completo la participación del gigante de las telecomunicaciones chino Huawei en el desarrollo de la red 5G de Reino Unido para 2027. Jugó la presión de Estados Unidos para endurecer la posición británica contra Beijing.
Marisa Birchner, exsecretaria de Comercio Exterior, advierte que el comercio internacional atraviesa una etapa en la que enfrenta “múltiples y complejos” desafíos. “El mundo no terminó de salir de la lucha contra la pandemia del Covid-19 y comenzó la guerra en Ucrania, creando no solo una crisis en términos humanitarios sino también derivando en repercusiones negativas sobre el crecimiento de la economía mundial y graves consecuencias sobre la seguridad alimentaria global”, analiza.
Plantea que ese contexto complejo tiene una “repercusión significativa” en los flujos del comercio: de acuerdo al informe publicado por la Secretaria de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se han impuesto, por ejemplo, a Rusia más de 70 sanciones específicas relacionadas con el comercio de mercancías y otra cantidad similar en materia de servicios.
“Aunque la participación de Rusia y de Ucrania en el comercio mundial es relativamente baja, ambos países son importantes exportadores de varios bienes esenciales, como alimentos, energía y metales por lo que el impacto de la guerra sobre los flujos comerciales ha sido alto”, indica y apunta que en América Latina, región productora de alimentos, hay una situación de “menor vulnerabilidad” frente esta crisis y con “algunas oportunidades importantes a partir del aumento de los precios” de gran parte de la oferta exportable. Aclara que, sin embargo, la Argentina está en una situación “particular, con políticas de restricción de exportaciones en trigo, maíz, carnes, lo cual le impide en gran parte aprovecharlas”.
A más interrelación, más complejidad
“La integración más amplia del mercado aumentó los canales a través de los cuales los shocks de las sanciones afectan la economía mundial”, sostiene Nicholas Mulder en su libro “Las sanciones económicas y la guerra moderna”. En un texto publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) subraya que las sanciones actuales a Rusia no tienen relación ni con las más duras que a la Sudáfrica del apartheid o las de Estados Unidos contra Cuba e Irán porque no eran “economías grandes; son menos relevantes en la economía mundial y el comercio internacional”.
Actualmente, añade, la economía mundial obtiene “grandes beneficios” de la interdependencia, ya que el comercio “emplea a más personas y las importaciones pueden obtenerse de más mercados”. Sin embargo, también “implica más vulnerabilidades: los nodos del flujo de materias primas, transacciones financieras y tecnologías pueden verse afectados por problemas de abastecimiento o sanciones gubernamentales”.
En ese contexto, enfatiza que las sanciones actuales pueden generar “pérdidas comerciales inéditas, pero también pueden verse debilitadas de nuevas maneras, a través del desvío y la evasión del comercio”. Al mismo tiempo, considera, las restricciones modernas son una amenaza menos directa que las de la década de 1930, lo que reduce el riesgo de militarización. “En resumen, los riesgos y los costos de las sanciones cambiaron, pero los canales por los que funcionan -aumento de precios de materias primas y costos de transacciones, y mayores cuellos de botella en el suministro y pérdidas de comercio- siguen siendo los mismos, y afectan a más personas en todo el mundo”, sintetiza.
Juan Pablo Lohlé, exembajador ante la Organización de los Estados Americanos, España y Brasil, coincide con esa mirada. A su criterio, la pandemia del Covid-19 primero y la guerra, después, marcaron una “dinámica diferente” para el esquema de “entendimientos y sustentabilidad” en la que se venía desarrollando el comercio mundial. “Que Rusia esté aliada a China complejiza todo mucho más”, dice.
“Al mundo le están faltando constructores de la paz; están ausentes aquellos que sí existieron al finalizar la Segunda Guerra mundial como Konrad Adenauer o Alcide de Gaperi entre otros -continúa-. No se hace comercio con beligerancia; tiene que haber orden y paz. Hay que asumir que la globalización nos instaló en un mundo con carácter civilizatorio y, en tiempos de conflictos, el comercio el primer damnificado. Las sanciones son consecuencia de la política”.
Aunque la mayoría de las sanciones comerciales son de un país contra otro y no involucran a organismos internacionales, hay conductas individuales que pueden complicar a bloques. En esa línea Elizondo menciona que el acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea se complicó porque Brasil no adhiere al Acuerdo de París del cambio climático. “Algo no comercial detiene a una relación comercial”, desliza. Para Lohlé, la OMC debiera tener un rol más “protagónico; cambiar de actitud” porque su participación podría facilitar algunos acercamientos.
Terceros impactados
Las sanciones impuestas de un país a otro, obviamente también alcanzan a terceros sea porque son proveedores de insumos o partes de productos fabricados en el territorio sancionado o porque es una multinacional con diferentes posiciones en el mundo. Roberto Sorzana, abogado especialista en temas de Compliance, subraya que las sanciones tienen fuerza de ley, son coercitivas.
“El comercio es complejo, hay eslabones con múltiples participaciones que generan una red compleja -manifiesta-. Las empresas deben cumplir las normas de donde están radicadas, pero las limitaciones las impactan en vínculos que no son tan directos. Tomar un préstamo en un banco internacional emplazado en el país sancionado podría esgrimirse como que la aplicación del régimen la alcanza”.
Los factores que se deben considerar son todos aun los indirectos pero que sí son considerados a los efectos de las aplicaciones de sanciones. El abogado aconseja considerar el tema en general, no solo mirar los aspectos más claros. “Siempre dependerá del tipo de comercio internacional que se desarrolla; mientras más amplio sea, se deberán tomar más recaudos”, añade.
Desde CIMC Wetrans Delfín Logistics, Romina Parquet, explica que las sanciones comerciales no afectan la logística -cuyos costos aumentaron entre 500% y 1000% desde el inicio de la pandemia del Covid-19- pero alteran la provisión normal de determinados insumos, se generan sobrecostos y más demoras. “Al final siempre se termina afectando al consumidor, eso es lo que no hay que perder de vista”.
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