Rodolfo Terragno: "Hemos tenido mucho verso y poca práctica"
El dirigente radical cree que se necesitan acuerdos para evitar que cuando se tomen las medidas económicas anticrisis, la oposición salte a la yugular del Gobierno
Rodolfo Terragno cree que hoy el Mercosur no tiene vigencia. "Para que la tuviera, hubiera sido necesaria una unidad, una armonización fiscal, monetaria, una supresión de fronteras, la creación real de un mercado único como el modelo europeo. Aquí no pasó nada de eso", dice. Al tope de la agenda de este multifacético personaje -abogado, periodista, historiador, político, ex ministro de Obras Públicas, jefe de Gabinete y senador- aparece la seguridad (¿o inseguridad?). "Decir que hoy día no hay una violencia tan grande, tanto mayor que en otros tiempos, es algo insostenible", comenta antes de confesar su máxima preocupación al respecto: la ausencia de una política de Estado para el tema.
-No hay quién no hable de la importancia estratégica del Mercosur para el país. ¿Por qué cree que no tiene vigencia?
-No hay nadie que no hable en favor de la educación o la seguridad, pero lo que hay que saber es cómo se mejora la educación, cómo se tiene más seguridad. Me parece que hemos tenido mucho verso y poca práctica. En materia de Mercosur es lo mismo. ¿Cómo empieza esto? En la época de (los presidentes) Alfonsín y Sarney, cuando todavía existía la idea en las fuerzas armadas de que Brasil era el enemigo potencial, estos dos gobernantes hicieron cosas extraordinarias e impensables como que cada uno abrió las centrales atómicas para permitir que los técnicos del otro conocieran en definitiva el funcionamiento de esas plantas. Parecía que se iniciaba un proceso de unificación importante. Años después nos quejábamos de que no teníamos ni unidad cambiaria ni monetaria ni fiscal. Brasil devalúa, entonces nos van a inundar de productos. Seguimos pensando como si el otro es un enemigo económico. Desde discutir por qué Brasil tiene que tener una silla en el Consejo de Seguridad hasta decir que los camiones brasileños rompen las rutas. Tampoco hay validez de los títulos de un país y el otro. ¿Entonces cuál es el mercado del Mercosur? ¿Qué es Mercosur? No es nada.
-Es muy recordado el frustrado acuerdo que firmó con SAS (Scandinavian Airlines) cuando era ministro de Alfonsín para que se asociara con Aerolíneas Argentina. ¿Es razonable que un país como el nuestro sostenga a toda costa (y costos) una aerolínea de bandera?
-El negocio aéreocomercial en el mundo es tan complejo que alarma la frivolidad con la que se lo encara en la Argentina. Hay que tener en cuenta que quebró Pan American, Swissair, quebraron empresas de gran magnitud. Para tener éxito hoy día hay que hacer acuerdos entre aerolíneas y entender que el negocio aéreocomercial está vinculado a negocios paralelos que una línea tiene que instalar, como el turismo, los acuerdos con hoteles, el alquiler de automóviles.
-Entre los argumentos para tener una línea de bandera, se citan asegurar la conectividad interna y desarrollar las economías regionales. ¿Están preparadas la infraestructura local y las economías regionales para comerciar vía aérea?
-El aspecto en el cual es más justificable una línea de bandera es la cobertura interior. En general hace falta una conexión entre provincias y entre la Argentina y lugares que no son los de los países limítrofes a los que van las aerolíneas internacionales. En ese caso, pero a sabiendas de que no es rentable para la línea aérea aunque lo sea para las actividades económicas del país, se puede hablar de una línea de bandera. Ahora, hablar de una línea de bandera para vincular Buenos Aires con París o Nueva York, es asumir un negocio que no se conoce bien y con una escala que supera muchas veces las posibilidades económicas de la Argentina.
Cuando firmamos el acuerdo con SAS, que después no fue aprobado (en el Congreso), se establecía que SAS tenía 40% y la gestión, y según el contrato que iba a ser ley, SAS no podía comprar ni una acción más ni vender las suyas. La única manera de recuperar la inversión era que a través de la gestión ganara. Eso se podía hacer por varias razones. Primero, porque las rutas aéreas que cubre SAS no son las mismas que cubre la Argentina. Luego porque SAS estaba -y está- entre las cinco aerolíneas más eficientes del mundo. Y porque tiene toda una serie de negocios paralelos. Los hoteles Radisson, por ejemplo, son de SAS. Era una inversión comercial amplia, una asociación de esfuerzos con tres Estados (Dinamarca Noruega y Suecia) fuertes y el proyecto además incluía hubs para interconectar las diversas provincias con aviones pequeños. No sé si hoy existiría esa misma oportunidad. Tal vez convendría explorarla pero me parece muy difícil que hoy se pueda.
-¿Cree que Aerolíneas está mejor o peor que antes de la reestatización?
-No es una cuestión de que un servicio público sea público o privado. Postulé en su tiempo sociedades mixtas de mayoría estatal pero en verdad si un servicio público está en manos de privados eso no exime de responsabilidad al Estado porque de todas formas es responsable de los servicios públicos. En este caso, impone las condiciones, otorga o retira las rutas, fiscaliza la puntualidad, que una empresa no cancele vuelos porque no tiene suficiente número de pasajeros, controla cuán seguro es el transporte aéreo. Eso no lo ha hecho el Estado cuando la empresa era privada y creo que todas esas cosas no están garantizadas tampoco hoy. Lo que necesitamos es que sea quien sea que lo preste, el servicio público sea seguro, eficiente y sirva a un plan de conectividad. Esto de pensar que una empresa anda bien porque es pública o porque es privada, me parece que es un contrasentido.
-Escribió mucho sobre la necesidad de salir "en forma ordenada" de la convertibilidad para evitar una hecatombe. ¿Cómo ve la situación hoy, cuán cerca estamos de repetir aquella historia? ¿Si pudiera hablar con la Presidenta qué le diría?
-Me gustaría hablar no sólo con la Presidenta sino con los candidatos sobre esto.
-¿Cree que ella ya no tiene margen?
No, es porque creo que hay un riesgo de repetir algo que es como una droga, que tiene algún efecto que se percibe como beneficioso en el momento o en el corto plazo y que después puede llegar a matar. La inflación hay que controlarla con medios fiscales y monetarios. Eso tiene un nombre: ajuste.
-Es un término antipolítico...
-No es antipolítico, es una desgracia de la cual son culpables principalmente los que desajustaron, porque para cualquier gobierno es una calamidad el ajuste. Hiere a muchos sectores sociales, afecta la actividad económica y le quita poder social al gobierno mismo.
¿Ahora qué ocurre? Martínez de Hoz, Cavallo, este Gobierno, han encontrado una solución a los problemas de inflación que es manejarlo con política cambiaria: hacer barato el dólar o, dicho al revés, sobrevaluar el peso. Entonces el peso tiene un poder de compra alto en el exterior, entran productos a un precio relativamente bajo y eso hace que los productores locales tengan que ajustar costos y reducir beneficios, pero llega un momento en que eso es imposible y empiezan las quiebras, el desempleo. Y entonces, a veces, se hace lo que hizo este Gobierno. La gente decía que Moreno era loco y, con independencia de que lo sea, lo que ejecutaba era una política que era levantar un muro de Berlín en las aduanas para que no nos inundaran el mercado interno. A la vez la sobrevaluación del peso hace más difícil las exportaciones. Esto hoy se nota menos por la soja, por las materias primas, pero ha habido una gran cantidad de actividad económica, sobre todo aquella que incorpora valor, que ha salido de mercado precisamente por eso. Cuando decrece la actividad económica por una excesiva competencia de los productos importados, cuando hay dificultad para exportar, perdemos más divisas. Esto en los 90 se cubrió tomando deuda. Y si se hacía una proyección se sabía que eso sería una hecatombe.
-¿Cree que estamos camino a repetir la misma historia?
-Hay un problema serio, de difícil solución. Cuando tenés capacidad instalada ociosa, devaluás y eso no produce inflación. Es lo que pasó en 2002. Cuando no tenés capacidad ociosa, como ahora, que venimos de años de crecimiento, si devaluás, se dispara la inflación. Cuando además partís de una inflación tan alta... Nosotros no lo vemos, pero en el mundo hay estabilidad. Hay entre 2% y 10%, pero sobre todo entre 2% y 5% (de inflación), en casi todo el mundo. Nosotros estamos en el mismo grupo que Venezuela, Congo, Bielorrusia, Irán... puedo estar olvidándome de alguno. Si a esta inflación le agregás una inflación derivada de una devaluación tenemos un problema mayúsculo y ahí el gobierno que venga o éste en la última etapa, lo que tiene que hacer es bajar costo fiscal y controlar el circulante: lo que se llama ajuste. Es un problema serio para este Gobierno y para el próximo, por eso creo que hacen falta acuerdos también en esto para que cuando el gobierno tome las medidas que hay que tomar, la oposición no le salte a la yugular. Tiene que haber ciertos riesgos compartidos. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo pero, sino no solucionaremos los problemas.