Restricciones, carga tributaria y exigencia de clientes: por qué las empresas argentinas se radican en otros países
Son localizaciones parciales o totales; buscan operar legalmente sin tantas trabas al comercio internacional
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CÓRDOBA.- Las diferentes trabas que presenta la economía argentina y que no tienen mira de resolverse hasta que se ordene la macro y se logre una estabilización, son determinantes para que las empresas que quieren operar con más certidumbre y exportar busquen alternativas para hacerlo y echen mano a las diferentes herramientas legales que existen. A fines de julio el Gobierno, por ejemplo, instrumentó el impuesto PAIS a las importaciones para encarecer el acceso a divisas. Que las compañías busquen alternativas no implica que cierren sus actividades en la Argentina, sino que aquellas que tienen capacidad, se radican en otros países para desde allí importar y poder producir sin sobresaltos y exportar con un tipo de cambio mejor que el oficial a nivel local.
Hay, además, otras realidades que se combinan con las restricciones internas y que tienen que ver con la presión impositiva local y con exigencias de potenciales clientes en el exterior. Ese último punto se da, por ejemplo, en la economía del conocimiento.
No hay un solo destino que sea el preferido de las compañías; en Latinoamérica se destaca Paraguay por su estructura tributaria; Uruguay por aquellos que trabajan en servicios digitales; Miami; Europa y Reino Unido son locaciones por las que se opta en función de mercados potenciales o exigencias de clientes ya existentes.
En las redes sociales, a diario, hay posteos con referencias a diferentes situaciones de este tipo a las que se suma también la burocracia para abrir una empresa en la Argentina. Por caso, desde la cuenta Impuestos&Equidad, plantean: “La chocolatería argentina Rapanui eligió Valencia para abrir su primera planta de producción en Europa, con una inversión de € 3,5 millones. Su propietario comentó que una sola persona realizó los trámites para abrir la sede. En la Argentina en cambio, para abrir una empresa, hay miles de trámites que realizar y con papel”.
La planta de Rapanui abrió a finales del 2020 en Valencia, pero en las últimas semanas su fundador Daniel Fenoglio volvió sobre el punto, cuando contó a LA NACION que abrieron en pandemia y que estuvieron “dos años peleándola mal, porque la verdad nos costó. En pleno aislamiento nos costaba llegar al cliente porque no nos conocían”.
Mariano Sardans, CEO de FDI Gerenciadora de Patrimonios, tuiteó hace unos meses un ejemplo de lo que estaba pasando y sus conceptos se viralizaron. “Caso. Vivís en la Argentina y exportás servicios. Los cobrás en una cuenta del exterior no-declarada, lo cual te obliga a hacerte del dinero vía “cuevas”. El banco del exterior ya te objeta las transferencias y en cualquier momento te cierra la cuenta”. Agregó, “Alternativa. Armarte una sociedad en el exterior con la materialidad y sustancia apropiada, te permitiría: declarar la sociedad ante la AFIP; sólo pagar impuesto a las ganancias por lo que la sociedad te distribuye como dividendos (el impuesto se calcula al TC oficial)”.
Explicó también que los dividendos se pueden ingresar lícitamente vía Contado con Liquidación y que, por el saldo que queda dentro de la sociedad, se difiere el impuesto a las Ganancias. “Pero fundamentalmente, te olvidás de la presión del banco del exterior y del altísimo riesgo que te cierren la cuenta porque sos argentino. A veces hay que dar un paso atrás, para poder avanzar veinte”, sintetizó.
En diálogo con este diario, precisó aquellos conceptos y afirmó que la gerenciadora recibe entre “dos y siete prospectos” por día respecto de la constitución de sociedades y fideicomisos, más allá de las que atienden por cuestiones hereditarias o patrimoniales.
Por qué y para qué
“Lo que sucede es que, como no hay acceso al dólar oficial -hay una suerte de ‘rebelión cambiaria’ de los exportadores que no lo quieren entregar a mitad de precio de lo que entienden que vale- hay una catarata de exportadores que hacen contorsiones y no los entregan o los ingresan por Contado con Liquidación (CCL) con estructuraciones legales que no violan la ley penal cambiaria. Hay cientos de miles de argentinos que trabajan para el exterior y que no quieren entregar sus dólares al precio oficial”, describe Sardans.
En cambio, repasa que el importador que no accede al Mercado Único de Cambios (MUL), debe salir a comprar con el CCL, “lo que explica que hay productos con precios que reflejan un tipo de cambio por encima del paralelo, porque es ese precio más el margen”.
Sardans aporta que, por las condiciones de la macro y las limitaciones locales para operar, las empresas eligen localizaciones que les permitan “ser proveedores confiables; competitivos”. Menciona, por caso, que Uruguay y Estados Unidos son destinos elegidos por el sector servicios, como diseñadores y programadores tecnológicos.
Respecto de Uruguay, indica que el trámite de abrir una sociedad es simple y se puede hacer de manera electrónica: “Es cada vez más sencillo; muchas entidades financieras toman las entrevistas de manera virtual y eso facilita todo. Antes de la pandemia, para asumir como director en una sociedad uruguaya, había que viajar, ahora con una apostilla”. Advierte que para cualquier tipo de decisión se requiere de un análisis para determinar qué tipo de sociedad -anónima o SRL- conviene más en función de la actividad de la firma, ya que tienen características tributarias diferentes.
La exsenadora María Eugenia Estenssoro -autora con la periodista Silvia Naishtat del libro “Laboratorio Uruguay”- aporta que la emigración de emprendedores tecnológicos que hay hacia ese destino es similar a la que se dio en los ‘60 cuando la dictadura de Juan Carlos Onganía intervino la universidad en la “noche de los bastones largos” cuando “cientos” de científicos y tecnológicos se fueron de la Argentina, entre ellos el Nobel César Milstein que se fue a Inglaterra y Manuel Sadosky, quien estaba haciendo investigaciones con una súper computadora, la Clementina, que había llevado a la Universidad de Buenos Aires.
“Emigró a Uruguay y creó la primera carrera de informática en Montevideo, fue la primera en Latinoamérica y la segunda en todo el continente después del MIT -sigue-. Hay una pérdida de capital intelectual y de profesionales de alto nivel que se han ido a Uruguay; es similar a los de los ‘60 cuando después empieza la decadencia de la Argentina por visiones anacrónicas, de entonces y de ahora”.
Estenssoro subraya que no hay que “demonizar” a los que se van, sino que vale preguntarse porqué la Argentina “expulsa” a los “Messi” de la tecnología. “¿Qué medidas debe tomar el país para que vuelvan a radicarse sino que, eventualmente, en un mundo globalizado donde las empresas eligen determinados lugares, puedan venir otros emprendedores? ¿Qué deberíamos hacer para ser un atractor en plena economía del conocimiento, en medio de la cuarta revolución industrial? -continúa-. Las economías cerradas expulsan talentos que es uno de los recursos más escasos que hay en el mundo. No hay manera de distribuir riqueza sino generamos mucha más riqueza”.
Juan Santiago, CEO de la tecnológica Santex, apunta que la tendencia entre las compañías es “tratar de encontrarle la vuelta al desafío” que pone la coyuntura: “El constante desafío de la búsqueda de una solución no viene fácil. Tenemos que agudizar la creatividad y que los objetivos se cumplan. Todas las empresas, dentro de sus posibilidades y en sus niveles, buscan la manera más eficiente y rentable de moverse; es cierto que a las más grandes el tamaño nos permite hacer ciertas cosas que las más chicas no pueden”.
Advierte que hay decisiones de radicaciones parciales o totales que no responden al entramado de la macro local. “En la economía del conocimiento hay reglas de juego que elegimos y otras no son impuestas -grafica-. Para vender servicios en Europa hay clientes que priorizan comprar a las radicadas en el marco de la Unión Europea. El negocio está planteado desde los dos extremos, el talento y los clientes; hay reglas e imposiciones que vienen desde el mercado”.
Comenta el caso particular de Santex, próxima a abrir en Londres, donde les piden que armen una compañía allí y contraten a locales. Para ingresar a TEC UK, la asociación de tecnológicas del Reino Unido, deben contar con una empresa radicada allí. Respecto del otro extremo, el del talento, Santiago ratifica que está globalizado. Su empresa cuenta con gente en 100 ciudades de 17 países; la clave está en cómo gestionar ese cliente interno.
El peso tributario
Por su baja carga tributaria y variables macroeconómicas estables, Paraguay se consolida como una de las mejores opciones para la internacionalización de empresas argentinas. El consultor Francisco Antonio Fariña Centurión cuenta que, en el sector del agro, los “pioneros” en radicarse fueron uruguayos que hace unos siete años, compraron alrededor de dos millones de hectáreas.
“Balanceaban sus tenencias entre su país, donde la hectárea cuesta entre U$S15.000 y US$ 20.000 y las paraguayas, con precios de entre US$3.000 y US$5.000. Hicieron siembra y ganado sin abandonar su país, pero aprovechando las ventajas impositivas y de costos de Paraguay -detalla Fariña Centurión-. Hace unos años lo vemos con los argentinos; dejan una sucursal en su país, pero se instalan también del otro lado de la frontera”.
Señala que hay empresarios de los diferentes sectores que se instalan para aprovechar los incentivos fiscales derivados de la ley de maquila que marca que si se fabrica en Paraguay, la importación de componentes es con impuesto cero; para exportar rige el uno por ciento y para vender en el mercado local, el 10%. A eso se suma el esquema de 10% de impuesto a las ganancias empresarias, 10% a las ganancias personales, y 10% de IVA.
“Otro tema que interesa es el bajo costo de la energía. Es un ecosistema conveniente para las empresas”.
El esquema impositivo, dice Leonardo Abiad, gerente general de la Federación de Empresas Navieras Argentinas (FENA), es la clave para las radicaciones de empresas argentinas en Paraguay: “Son inversiones de largo plazo y la asimetría fiscal es la clave; las decisiones no se vinculan con un cepo coyuntural”.
El tributarista César Litvin indica que en el estudio -uno de los más prestigiosos de la Argentina- atienden numerosas consultas respecto a la realización de estudios de precios de transferencia y de planificación fiscal internacional. “Para decidir con sustancia real y no con sello de goma hay que tener datos”, subraya.
Litvin remarca que la Argentina está entre los 12 países del mundo que tienen retenciones a las exportaciones, un impuesto “crucial” para la competitividad. “Es muy difícil competir desde acá con empresas de Uruguay, Paraguay o Brasil que no tienen esa carga -insiste-. Brasil la quitó hace 12 años y tuvo un boom agroexportador. Hay que cambiar el sesgo anti inversión que tiene el país que está primero en el ranking de impuestos a las Ganancias a las Sociedades y a particulares; Ingresos Brutos; tasas municipales e impuesto a los Sellos”.
Para Litvin, después de su reforma tributaria reciente, Uruguay es, “impositivamente, el mejor país para invertir y vivir. No grava la renta de fuente extranjera y los nuevos residentes fiscales tienen ‘vacaciones’ por diez años”.
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