Reformular el Mercosur
La ideologización de la agenda que relegó los temas comerciales y la falta de acuerdos extrarregionales de relevancia diezmaron el espíritu inicial; cuáles son los temas que debería incluir el plan de relanzamiento del bloque a 25 años de su creación
A lo largo de la última década los avances en la agenda comercial del Mercosur han sido escasos o de bajo impacto. Por un lado, no se registraron progresos sustanciales en la eliminación de las barreras al intercambio intrazona ni en la consolidación de la unión aduanera. Por otro lado, no se suscribieron acuerdos comerciales extrarregionales que permitieran mejoras significativas de acceso para las exportaciones del bloque. Los temas comerciales perdieron importancia frente a otras cuestiones y la discusión en esta materia pasó por los conflictos comerciales y la prórroga de las medidas de excepción. Así, el fenómeno integrador fue perdiendo el necesario combustible de negocios que requiere todo emprendimiento económico regional.
Asimismo, se observa una ampliación y diversificación de órganos técnicos, con fuertes dificultades para ser coordinados por las autoridades políticas y con una autonomía que muchas veces los aleja de la voluntad política. En definitiva, el Mercosur fue perdiendo foco tanto en lo que hace a su agenda económica como en relación a su proceso de toma de decisiones.
A pesar de las dificultades, el cambio de gobierno en la Argentina y el inicio de la presidencia pro témpore de Uruguay, ofrecen una buena oportunidad para comenzar a transitar un nuevo sendero en la agenda comercial. Las dificultades económicas y políticas en la región pueden ser obstáculos de corto plazo, que no deben postergar la mirada estratégica de largo aliento.
Para ello, es prioritario recuperar el enfoque negociador de los primeros tiempos del Mercosur, apuntando a consolidar una agenda comercial reducida, pragmática y realista, tratada por un núcleo técnico especializado, firmemente coordinado y sostenido por la instancia política. Entre otros temas, esta agenda debería contener:
- Una revisión integral del arancel externo común, luego de 20 años de vigencia y profundos cambios a nivel nacional, regional e internacional. Las constantes perforaciones dan cuenta de la incomodidad que enfrentan los Estados parte en relación al nivel vigente de los derechos de importación, al menos para algunos productos.
- Debe abordarse con seriedad el desarrollo de cadenas regionales de valor mediante la integración productiva. Si bien el Mercosur siempre ha considerado que es una vía para promover el aprovechamiento de economías de escala, la diversificación exportadora, la incorporación de tecnología y la generación de empleo de calidad, 25 años después de la creación del bloque hay pocas experiencias exitosas en ese sentido y casi ninguna política regional específica para tal fin, con excepción de iniciativas de tipo voluntarista, orientadas a promover la integración productiva mediante la reunión de distintos actores de un mismo sector o de sectores relacionados. Una de las principales limitaciones al desarrollo de cadenas regionales de valor es la existencia de barreras al comercio intrazona, por lo cual se requiere avanzar hacia la libre circulación de bienes originarios y no originarios, y promover la facilitación del comercio.
Asimismo, si bien los esfuerzos del Mercosur se han concentrado en la industria manufacturera, existen otros sectores donde las iniciativas de integración productiva podrían ser también exitosas. El agro, con innegables ventajas comparativas, y los servicios vinculados al resto de las actividades productivas, pueden ser algunos de ellos. En efecto, en todos los países del bloque existen experiencias exitosas de servicios relacionados con el agro, la minería y algunas actividades manufactureras que podrían beneficiarse de la mayor cooperación intrarregional.
Finalmente, cualquier iniciativa seria de integración productiva regional exige de instrumentos concretos de estímulo Mercosur, que pueden abarcar desde apoyo financiero y medidas fiscales, hasta aportes no reembolsables, asistencia tecnológica y/o logística, entre otras cuestiones.
En cuanto a la agenda externa, los acuerdos comerciales regionales se multiplicaron en el resto del mundo durante la última década haciendo que las exportaciones del bloque quedaran en desventaja en muchos de los principales mercados. En esta nueva etapa el Mercosur debe retomar un rol activo e inteligente en las negociaciones externas atendiendo el interés de los sectores productivos nacionales y combatiendo la competencia desleal, sin olvidar que permanecer al margen no implica mantener el statu quo sino asumir quedar fuera de los mercados.
Agenda desideologizada
Es importante desideologizar la agenda externa y seguir un enfoque pragmático focalizado en la mejora de la inserción internacional mediante el impulso del comercio y la inversión. Debe ser prioritario el acercamiento con la Alianza del Pacífico, a la vez que resulta de interés culminar el mejor acuerdo posible con la Unión Europea y relanzar las negociaciones con Estados Unidos, abandonadas hace una década. Debe mencionarse que las exportaciones a este país están más diversificadas y tienen mayor valor agregado que los envíos a otros destinos extrarregionales.
Por último, durante los últimos años, la falta de un acuerdo comercial con China no impidió que este país se convirtiera en uno de los principales socios comerciales del Mercosur. Sin embargo, continúan existiendo numerosas dificultades para ingresar y consolidarse en dicho mercado, especialmente en los segmentos de productos procesados. En tanto que la administración de las importaciones desde el país asiático ocupa un lugar importante en los países más grandes del bloque. Por ello, explorar alguna iniciativa de mayor cooperación entre el Mercosur y China aparece como relevante.
El Mercosur es la mejor apuesta que siguen teniendo los países de la región para insertarse en el mundo. Este fenómeno exige recuperarlo, afianzarlo y profundizarlo. De otro modo, las posibilidades de generar condiciones para que nuestros países se encaminen en la senda del desarrollo son aún más escasas.
Los autores son economistas, especialistas en comercio internacional e integración regional
Ricardo Rozemberg y Romina Gayá
lanacionar