Pymes: luces y sombras del principal entramado productivo de la Argentina
Hoy, 27 de junio, se celebra en el mundo el día de las Microempresas y de las Pequeñas y Medianas Empresas; es un sector con enorme potencial pero que todavía padece una gran carga impositiva y políticas que no estimulan las ventas externas
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La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en 2017 que cada 27 de junio se celebre en el mundo el “Día de las Microempresas y de las Pequeñas y Medianas Empresas” para concientizar sobre la contribución de las mipyme al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que deberían alcanzarse en 2030. Sin embargo, hace siete años, nadie imaginaba que se sucederían una serie de fenómenos globales que complicarían las metas establecidas: una pandemia, diversos conflictos bélicos, inclemencias climáticas, con su consecuente impacto en el comercio exterior. Y en el caso de la Argentina, a sus problemas sistémicos se suma la falta de políticas diferenciales para este sector clave del entramado productivo.
En el primer trimestre de 2024, las pymes aumentaron sus ventas al exterior en un 2% interanual, y alcanzaron los U$S2157 millones exportados, lo que representa el 12,2% del total exportado por el país en dicho periodo; mientras que, en volumen, las pyme exportaron 1,9 millones de toneladas, un 1,7% más que el primer trimestre acumulado de 2023. Son datos del último monitoreo de exportación pyme de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
No obstante, y si bien esta relación entre crecimiento en dólares y el volumen exportado indica un incremento real en las exportaciones de las pymes, una mirada más de cerca al sector relativiza este buen desempeño. Desde la entidad sostienen que, hasta marzo pasado, se identificaron un total de 2608 pymes exportadoras, un 4,5% menos que en el mismo periodo del año anterior, es decir, 122 pymes menos.
Otros datos que llamaron la atención se desprenden del análisis de los principales rubros exportados en dólares. El monitoreo de CAME arrojó que nueve de los dieciséis ítems que toma en cuenta mostraron caídas, siendo el tabaco y sus derivados el de mayor descenso (-88,4%), seguido de minerales y manufacturas (-21,8%), y de materiales eléctricos y manufacturas (-21,3%). En tanto, el rubro con mayor crecimiento fue el de petróleo y combustibles (+80,7%), mientras que, medido en dólares, el mayor progreso fue el de alimentos sin procesar (+US$154,4 millones), el sector que cuenta con la mayor participación pyme (52,7%).
Consultado acerca de las razones de esta paradójica performance, Alfredo González, presidente de la CAME, expresó: “Hay productos que crecieron en toneladas, pero bajaron en dólares por la caída de precios internacionales de distintos productos”. Pero, agregó: “Es indudable que se necesita sacar la mayor cantidad de trabas burocráticas y sendas regulaciones tributarias que encarecen los procesos productivos pymes y nos hacen ser menos competitivos ante el mundo. Tenemos calidad y podemos trabajar en mejorar la productividad, pero se necesita que el Estado en su conjunto tenga una mirada diferenciada con las pymes, en materia tributaria y de acceso al financiamiento”.
Cada vez menos pymes exportadoras
El problema se profundiza si se hace foco no solo en las pymes que venden al exterior -que a su vez exportan muy poco, en comparación con las grandes empresas- sino en la cantidad total de las empresas pequeñas y medianas en general, que están en su punto más bajo desde 2008, según CAME. Desde la entidad precisan que en ese entonces llegó a haber alrededor de 620.000 pymes, mientras que hoy no alcanzan a las 530.000, es decir, unas 90.000 empresas menos. “Esto se ve reflejado en la gran cantidad de micro y muchas pequeñas empresas dentro de la informalidad comercial y, por supuesto, engrosan los porcentajes de desocupación e informalidad laboral”, aseguró González.
Por su parte, desde la Fundación Observatorio Pyme aseguran que entre las pyme manufactureras del país y en términos de promedios históricos, las exportadoras no alcanzan más del 20%, aunque el “núcleo exportador” (las industrias pyme que exportan 5% o más de sus ventas) no superan el 15%. Asimismo, sostienen que la participación de las exportaciones en las ventas gira en torno del 15%.
Los obstáculos para vender afuera
Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales y director de la consultora DNI, considera que el principal problema que tienen las empresas exportadoras en la Argentina es la inestabilidad macroeconómica. “El comercio exterior requiere previsibilidad, los planes son a mediano y largo plazo, de modo que, cuando hay inestabilidad en precios, costos, tipo de cambio y tasa de interés, no hay posibilidad de cálculo económico y eso dificulta mucho el grado de relación que las empresas pueden tener con contrapartes en el mundo que son relaciones estables, sistémicas y regulares”, aseguró.
El experto señaló también entre los obstáculos que se debe atravesar, además de las trabas administrativas y regulatorias comerciales, y relacionadas con cobros y pagos de comercio exterior –”muchas de las cuales se han ido desmantelando en la nueva gestión”, aclara-, al problema del nomenclador arancelario de la Aduana, que a su criterio es “muy disperso, demasiado distinto según el producto, y eso exige mucho más de un tiempo de trámite para cada caso”.
Elizondo completa la lista con el problema financiero que hay en la Argentina, al que suma las dificultades en materia de logística y la inexistencia de un mercado de capitales. “La inversión en general es un problema porque el comercio exterior requiere acoplamiento tecnológico internacional. La Argentina tiene una bajísima tasa de inversión directa, el crédito al sector privado es muy bajo y entonces eso también te desacopla tecnológicamente”, señaló.
El impacto del impuesto PAÍS
González destacó la necesidad de que el sector pyme sea destinatario de políticas específicas destinadas a su apuntalamiento, aunque evitó hacer pronósticos al respecto. “En la Argentina es imposible por estos tiempos tener previsibilidad, así que no es bueno hacer futurismo -aclaró-. Nosotros trabajamos con datos de la economía real que representamos, siempre lo hacemos para mejorar las condiciones, pero somos una entidad intermedia. Generamos datos de la economía real y sobre eso gestionamos, al llevar al gobierno de turno en todos sus estamentos propuestas de nuestra visión de estos sectores”.
Respecto del impuesto PAIS, el polémico tributo cuya continuidad en las últimas semanas volvió al centro de la escena, en el marco de debate por la Ley Bases, el presidente de CAME apuntó: “Es un arma de doble filo para las pymes, tan buena como peligrosa. Si bien la baja de este tributo es buena para poder adquirir insumos y/o productos para mejorar la performance productiva y volver a exportar, a su vez también libera la importación de productos terminados. Y ahí está la doble vara, ¿cómo competimos con países donde no existen leyes laborales?”.
Por su parte, Guido Zack, director del área de economía del centro de estudios Fundar analizó: “Por un lado, el impuesto PAIS encarece las importaciones de bienes finales o de insumos importados que son producidos o que pueden ser producidos en la economía local. Pero, por otro lado, los insumos que no son producidos por la economía local también entran con un recargo del 17,5%, con lo cual producir es más caro y le quita competitividad a la industria local”. Y añadió: “Son los costos de estas medidas tan transversales y de no hacerlo de manera más detallada. Hay que aprovechar toda la generación de datos que hace el sector público para mejorar esas capacidades e idear una buena estrategia de comercio exterior, a fin de establecer qué sectores o qué productos tiene sentido proteger y, por lo tanto, aplicar este impuesto, y a cuáles les genera una pérdida de competitividad”.
“Un punto de llegada”
Ayelén Bargados, economista jefa de la Fundación Observatorio Pyme, sostiene que para una empresa la condición de exportadora es “un punto de llegada”, por lo cual el concepto de mirada a largo plazo es constitutivo también del mundo pyme. “Primero es esencial trabajar sobre la productividad y competitividad, incluyendo en esto tanto la modernización de procesos, como de equipamiento y las mejoras de gestión interna, además no sólo de costos adecuados, sino estables que permitan mantener los clientes del exterior, una vez conseguidos”.
Sin embargo, la experta lamenta que en la Argentina exista una “sustancial y creciente divergencia de productividad” del trabajo por tamaño, es decir, empresas pyme en comparación con las más grandes. “Por el lado de la productividad, es fundamental trabajar sobre los factores determinantes (hacia dentro de las firmas), pero eso lleva aquí y en cualquier país varios años”, expresó Bargados. Y añadió: “Mientras ese aumento de productividad de las empresas menores va teniendo lugar, es fundamental reconocer la divergencia de productividad en los costos, diferenciándolos por tamaño, y así favorecer la competitividad. Por ejemplo, las diferencias de productividad del trabajo reflejadas en costos laborales no salariales diferenciados”.
La economista también señala como problema estructural al bajo acceso al crédito de largo plazo que permita más y mejores inversiones, junto a un escenario que data desde hace ya varios años de alta incertidumbre y volatilidad.
“La Argentina enfrenta la necesidad de más jugadores locales insertos en el mercado internacional. La estabilidad de tipo de cambio es una condición importante para que las pyme ya exportadoras puedan continuar en el mercado internacional, aunque no basta para incentivar un fuerte ingreso al mercado exportador de nuevas empresas”, concluyó Bargados.
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