Punto por punto, las claves del acuerdo alcanzado por México y Estados Unidos
El país latinoamericano esquiva la cláusula de terminación y limitaciones a los productos del campo, pero admite la ausencia de Canadá y cambios en la industria automotriz
México limita daños. El acuerdo comercial alcanzado el lunes con el gobierno estadounidense esquiva el escenario más temido para el país latinoamericano –la ruptura con su principal socio comercial– y las exigencias de máximos planteadas por Donald Trump a cambio de cesiones en las nuevas normas que regirán en un sector clave, la industria automotriz, y en los mecanismos de solución de controversias. El no acuerdo no era una opción real para México, que salva en parte su economía altamente dependiente del sector exterior.
"Lo fundamental es que se evita la ruptura. También que no haya una cláusula de terminación automática ni requisitos de estacionalidad en agricultura, pese a los cambios en la industria automotriz", apunta Luz María de la Mora, exjefa de Negociaciones Comerciales Internacionales del país latinoamericano. Una apreciación en la que coinciden Luis de la Calle –uno de los artífices del Tlcan actualmente vigente– e Ignacio Martínez –coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM–. Es, como reza el último informe para clientes del mayor banco de México, BBVA Bancomer, "el mejor acuerdo posible bajo las circunstancias actuales". "El juego era limitar daños y, considerando eso, no ha estado mal", agrega el economista jefe de la entidad, Carlos Serrano.
México prometió que el tratado sería trilateral o no sería: pronto se sabrá si finalmente es así o si Canadá, aislada de la negociación en las cinco últimas semanas, acaba aceptando lo pactado.
Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), Estados Unidos, México y Canadá crearon, hace casi 25 años, la mayor área de libre comercio del mundo y una cadena de suministro muy bien sincronizada. El sector de la automoción y el agrícola son los ejemplos más claros de esta integración: durante el proceso de fabricación, un vehículo producido en América del Norte cruza varias veces la frontera, y cada día toneladas de alimentos (frutas y hortalizas, cereales y carne) pasan de un país a otro sin tener que pagar aranceles. Concesiones mediante, el libre comercio seguirá vigente entre el sur y el norte del río Bravo. Estos son los principales puntos del pacto bilateral alcanzado, que debería firmarse, con o sin Canadá, antes de que termine el año:
- Cláusula de terminación automática. Los negociadores de EE.UU. afrontaron la revisión del tratado con 65 demandas, casi todas de máximos. Seis de ellas eran prioritarias y la que más recelo creó desde el primer momento fue la de incluir una cláusula de expiración automática del nuevo tratado. Se trataba de obligar a renegociar el pacto cada cinco años bajo la amenaza de hacerlo trizas si las tres partes no alcanzaban antes un acuerdo. México y Canadá se opusieron frontalmente desde el primer día. Pero el bloqueo se superó en estas cinco últimas semanas de negociaciones bilaterales entre EE.UU. y México con un nuevo marco: el acuerdo tendrá una vigencia inicial de 16 años y, al sexto ejercicio, se someterá a revisión para mejorarlo y adaptarlo a la realidad económica. Eso sí, sin la amenaza de ruptura: pase lo que pase en esa revisión, los firmantes tendrán diez años más para seguir negociando y buscando una solución a sus controversias.
- Industria automotriz. El representante de comercio internacional de EE.UU., Robert Lighthizer, asegura que el nuevo acuerdo llevará a un reequilibrio de los intercambios gracias a que se establecen reglas específicas para el contenido original de los productores que cruzan la frontera sin arancel. En el caso de los vehículos a motor y sus componentes, se requiere que sea del 75%. Washington llegó a reclamar que se elevara al 85%, una cifra inviable. Así, junto al cierre de la brecha salarial, se quiere incentivar la producción en EE.UU. También requiere un mayor uso de acero, aluminio, cristal y plástico de origen estadounidense.
- Condiciones laborales. Trump ha basado buena parte de su posición proteccionista en la defensa de los intereses de los trabajadores manufactureros estadounidenses. Otro de sus grandes objetivos era evitar que el tratado permitiera a las compañías manufactureras deslocalizar la producción hacia México, aprovechando el bajo costo de la mano de obra. Para apoyar el empleo en EE.UU., las nuevas reglas de origen establecen que entre el 40% y el 45% del contenido de los automóviles debe estar fabricado por empleados que ganan al menos 16 dólares por hora trabajada: eso limita casi en su totalidad a las autopartistas presentes en México. También se aseguran los derechos de los trabajadores migrantes. El país latinoamericano también se compromete a adoptar las medidas legislativas necesarias en el ámbito laboral, como una libertad de asociación real y apego a "algunas convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)", subraya Luis de la Calle.
- Solución de controversias. Este capítulo encierra, según Serrano, una de las principales concesiones de México: "Aún queda por conocerse el detalle, pero parece quedar algo desprotegido", apunta. Según detalla el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, "es un aterrizaje equilibrado" en el que se preserva el diseño del Tlcan original, pero con México aceptando eliminar el capítulo actual referido al mecanismo de solución de disputas de los inversores con los gobiernos que Canadá quiere preservar.
- Agricultura. El acuerdo, según la Oficina del Representante Comercial de EE.UU., logra "importantes mejoras" en el apartado agrícola, pero sin ningún tipo de límites por estacionalidad como quería en un principio. El principal logro es que se preserva una zona libre de aranceles para los intercambios entre los dos países y se pactan una serie de mejoras para reducir potenciales distorsiones. Una de ellas pasa por no utilizar subsidios para las exportaciones o salvaguardias especiales que contempla la Organización Mundial del Comercio.
- Comercio digital. El nuevo acuerdo incluirá un capítulo dedicado al comercio de productos digitales, como libros electrónicos, música, videojuegos y programas informáticos. El propósito es prohibir la aplicación de aranceles u otras medidas discriminatorias, al tiempo que se facilitan las transacciones digitales.
- Aluminio y acero. El litigio comercial abierto por EE.UU. tras la aplicación del arancel del 25% a las importaciones de acero y del 10% aluminio no se resuelve con la firma de este acuerdo. Es, también, una vía para mantener la presión sobre Canadá –que se juega mucho más que México en este apartado– para que se sume al pacto. También permite mantener las espadas en alto con China y la Unión Europea mientras tratan de resolver sus diferencias. De momento, las cosas siguen como hasta ahora: EE.UU. mantiene sus aranceles y México sus medidas de represalia, también tarifarias.
- Servicios financieros. Se adapta el capítulo de los servicios financieros para adaptar el tratado comercial a la mayor liberalización de esta industria que genera a EE.UU. un superávit de US$41.000 millones con México. El objetivo es evitar que se impongan restricciones que limiten el negocio de las firmas financieras.
- Energía. Uno de los puntos más sensibles: se especulaba con que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pelearía por que no se blindase la reforma energética que tanto criticó durante la última campaña electoral. De momento no ha trascendido el detalle de lo acordado, pero, según De la Mora, "México da la indicación de que sigue abierto a la inversión extranjera en el sector, tanto en petróleo como en gas y en electricidad". Esa señal sería importante para EE.UU.: buena parte de las empresas que lograron contratos de explotación de hidrocarburos en México en los últimos años son estadounidenses y la administración Trump quería evitar cualquier tipo de revés en sus cuentas de resultados.