Industria satelital: las oportunidades que tienen las empresas argentinas en un sector con alto potencial
Las compañías públicas son las que ya tienen acuerdos con diferentes países; las privadas en general trabajan como sus proveedoras
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La Argentina tiene expectativas en consolidarse como exportadora de servicios y productos para la industria satelital. El embajador en Estados Unidos, Jorge Arguello viene impulsando una serie de reuniones en base a que el sector, en ese país, pasa por un momento de “efervescencia”. La Asociación de la Industria Satelital estima que en 2029 habría 107.000 satélites en órbita lo que abre una “oportunidad” para expandir la industria nacional, integrada por empresas públicas y privadas.
Ya existe cooperación binacional con Estados Unidos; los dos satélites Saocom fueron lanzados con vehículos de SpaceX, la empresa de Elon Musk; y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) desarrolló cuatro satélites de la serie SAC con la Nasa como socio principal. La Argentina participó en la última feria Satellite, en Washington, una de las grandes vidrieras de la industria y la Embajada, junto con Comptia Space Enterprise Council, organizó un encuentro de negocios al que se sumaron firmas de todo el mundo.
“Ingresar a la exclusiva base de proveedores de los gigantes globales de la industria satelital puede cambiar la realidad de nuestras Pymes, muchas de ellas fundadas con gran esfuerzo por físicos e ingenieros, las cuales podrían expandirse, contratar más personal y apostar con firmeza a su internacionalización”, dice Arguello.
Todavía la dinámica exportadora argentina en el sector es poca; las empresas que están vendiendo afuera lo hacen a través de representantes comerciales. Las negociaciones -por ser la industria satelital política de Estado- son siempre a largo plazo. Los clientes deben asegurarse la continuidad de las operaciones; los ciclos macroeconómicos argentinos tan marcados son un obstáculo en ese sentido.
Las posibilidades de exportación están en varios segmentos: servicios por parte de Arsat y la Conae; servicios de ingeniería de desarrollo electrónica, mecánica y software (los salarios más bajos en dólares en la Argentina son aprovechados para la contratación desde afuera) y hardware (es lo más complejo porque incluyen partes importadas, lo que encarece los costos, y, además, garantías de mantenimiento por al menos 15 años).
Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y técnico de la Conae, explica que el primer plan espacial de 1994 -la Comisión fue creada en 1991- incluye entre sus postulados el impulsar el desarrollo tecnológico para empresas de la Argentina. “Trabajar en ese objetivo nos ha permitido el crecimiento de compañías que no estaban especialmente creadas para esta industria, pero se detectó potencial”, apunta.
Define el mercado mundial como “complejo y altamente competitivo” en el que la Argentina -dice- tiene la experiencia de “demostrar que lo que hace funciona en el espacio” a partir de los cuatro satélites SAC y de los dos SAOCOM. En dos años estará en órbita el SABIA-MAR (desarrollado para tomar imágenes en mares y océanos).
“No sólo podemos exportar software, también hardware, hay que comenzar por regional -dice Kulichevsky-. En el caso de los SAOCOM, con tecnología radar, ofrecemos productos que se distinguen. Con el SABIA-MAR, que contará con cámaras ópticas de última generación, avanzamos hacia otro mercado diferente y también con demanda internacional”.
Imágenes a través de terceros
VENG es una sociedad anónima (con participación mayoritaria de la Conae) que se dedica a servicios y desarrollos tecnológicos con especialidad en la actividad espacial; emplea a 450 personas y participa en proyectos estratégicos del Plan Espacial Nacional Argentino, como el desarrollo de prototipos de vehículos lanzadores para el acceso al espacio y la integración y ensayos de componentes satelitales, entre los cuales se destacan, las antenas radar de los satélites SAOCOM. También se dedica a la operación dos estaciones terrenas en el país, en Córdoba, Tierra del Fuego y Antártida y a centros de control de misiones satelitales. La firma tiene la representación mundial exclusiva de los productos de la misión SAOCOM de la Conae en el mercado de la información satelital para la observación terrestre.
A fines del año pasado VENG firmó un acuerdo con Remote Sensing Technology Center of Japan (Restec), una empresa con base en Tokyo especializada hace 45 años en soluciones basadas en datos satelitales, para que le ofrezca a sus clientes de todo el mundo las imágenes de los dos SAOCOM. Además, esos productos ya llegan a China por un convenio con la Beijing Smart Earth Digital (BSED); también tiene un acuerdo con la empresa italiana e-GEOS, propiedad de la Agencia Espacial Italiana (20%) y la empresa Telespazio (80%) y con la canadiense MDA.
Los satélites SAOCOM 1A y 1B, fueron lanzados al espacio desde Estados Unidos en 2018 y 2020, respectivamente, y viajaron a bordo de un cohete Falcon 9 de la empresa Space X que los inyectó en órbita. Ambos cuentan con una antena SAR (Radar de Apertura Sintética por sus siglas en inglés) que recibe información en Banda L. Esta tecnología permite detectar información en cualquier horario y condición meteorológica y la Banda L logra penetrar la vegetación y la superficie del suelo pudiendo generar mapas de humedad de vital importancia para la agricultura.
José Luis Randazzo, gerente general de VENG, explica que la estrategia de comercialización son los acuerdos con revendedores reconocidos en el mercado internacional; los usuarios finales en su mayoría suelen son gobiernos que necesitan la información para la toma de decisiones. Describe que existe un mercado global de imágenes ópticas o de radar; el de la Argentina es en el segmento de Banda L.
“Vendemos en algunos casos a clientes finales o a empresas que se dedican a realizar ese tipo de análisis y brindan productos satelitales más sofisticados; a futuro iremos desarrollando nuevas capacidades para comercializar”, añade y detalla que en el mundo solo la Argentina y Japón ofrecen Banda L por lo que surgen “muchas oportunidades de expandir” la demanda. La estrategia es apalancarse en empresas importantes como con las que se firmaron convenios. “Nos exponenciamos apoyados en sus carteras clientes”.
Potencialidades
En el caso de Arsat, la empresa de telecomunicaciones estatal, opera dos satélites; en el caso del Arsat-2, con cobertura sobre el hemisferio norte del continente americano y una hemisférica, exportando servicios de valor agregado a otros países. Entre ambos facturan unos US$ 40 millones al año y 30% son por ventas a Estados Unidos y otros países del continente.
Hay intención de incrementar los servicios que la empresa ofrece en el exterior. El año próximo se lanzará el Arsat-SG1, tercer satélite de la flota geoestacionaria; tendrá una capacidad de tráfico de 70 Gbps para brindar internet satelital (50 Gbps para el territorio nacional y el resto en regiones de Chile, Bolivia y Paraguay).
La estatal Invap también tiene un área espacial; el gerente del sector, Gabriel Absi ratifica que el país está posicionado en la industria a nivel regional y mundial: “Podemos hacer satélites de punta a punta e inclusive operarlos; también lanzador para puesta en órbita y vender sus servicios; al igual que los de las estaciones terrenas que están muy bien ubicadas para satélites de órbita polar y también podemos generar productos y servicios basados sobre esos desarrollos. Cada vector es un negocio en sí mismo”.
En orden de complejidad, el segmento más avanzado es el de la venta de satélites completos o parte, a lo que se pueden agregar consultorías y capacitaciones. Al final queda el del desarrollo de productos, como son las imágenes que hoy comercializa la Argentina.
Invap mantiene una asociación con la Turkish Aerospace Industries (TAI) -el resultado es la conformación de la empresa GSATCOM Space Technologies- y juntas desarrollan satélites de comunicaciones geoestacionarios eléctricos y de pequeñas dimensiones. Este esquema, sostiene Absi, le permite a la estatal participar de licitaciones internacionales; el satélite estará finalizado a fines de este año.
“La industria arrancó de nuevo -continúa-. Las empresas de comunicación a nivel mundial evaluaban cómo hacer las nuevas inversiones si en brodcast o broadone (servicios montados sobre internet), que fue el que finalmente se impuso”.
Javier Siman, presidente de la empresa DTA y vice de la Cámara Argentina Aeronáutica y Espacial (Carae) -creada en 2014 y que reúne a compañías relacionadas con la aeronáutica, el espacio y la defensa nacional- describe que se trata de un sector industrial “multidisciplinario” que demanda, en forma simultánea, actividades en casi todas las ramas. Por las características de la producción, es “oficialmente controlada y homologada; cada actividad debe realizarse siguiendo estándares internacionales, mostrando y demostrando su cumplimiento”.
Por estos requerimientos, sostiene, el costo, rentabilidad y especialización de la industria son “totalmente diferentes” a otros rubros. En el nicho espacial varios asociados a la cámara desarrollan equipamiento mecánico, electrónico, software, sistemas de comunicaciones, de control y aseguramiento de la calidad y el ajuste de partes a performances extremas, así como servicios de imágenes y/o de comunicaciones para la Conae y ARSAT.
Sobre las posibilidades argentinas exportar sus servicios o productos espaciales, Siman menciona las experiencias del SAC-D Aquarius, desarrollado entre la Conae y la NASA; la colaboración de la Conae con la Agencia Espacial Italiana en la Misión SIASGE o el trabajo conjunto entre Invap y Turquía. “Hay posibilidades de expandir estas capacidades de lograrse políticas específicas con continuidad y planes a largo plazo”, subraya.
Ratifica que se trata de un sector “costoso, limitado por regulaciones, permisos y continuidad a través de los años” en el que las Pymes argentinas son “competitivas en el tema de ingeniería, desarrollos específicos, para cualquier producto, ya sea de vuelo o terrestre del mundo espacial” pero no lo son tanto en hardware.
La Carae viene trabajando desde hace varios años con los diferentes actores del sector y con representantes del Estado: “Nuestro trabajo está plenamente incluido en la Ley de Economía de Conocimiento y es considerado por Desarrollo Productivo para el financiamiento específico; participamos en la Ley de Compre Nacional, y asistimos a diferentes reuniones o ferias internacionales con el apoyo de embajadores y ministros en la promoción de nuestras capacidades”.
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