Por las medidas del Gobierno, la deuda de los importadores con sus proveedores sumará a fin de año US$20.000 millones
Las trabas para cumplir con los compromisos monetarios con los vendedores en el exterior llevan a un pasivo en 2023 que excede el promedio de los últimos años; los empresarios están en estado de alerta porque son denunciados en organismos extranjeros por la falta de pago
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El comercio internacional de la Argentina con el mundo está en peligro. No solo porque el país no tiene dólares para que los importadores paguen a sus proveedores, sino porque ya no hay más crédito, y los mecanismos habituales que llevan a tener algo de elasticidad para cumplir con los compromisos ya no confían ni en el país ni en sus empresarios.
Muchas veces se escucha que la solución es “sustituir importaciones” y concentrarse en las exportaciones. Sin embargo, el mundo funciona de otra manera: yo te compro, vos me comprás. Es una doble vía que implica un delicado equilibrio donde ambas partes se benefician. “Hay que salir al mundo y dejar que el mundo venga a la Argentina. Es imposible pensar que vamos a exportar sin importar, porque el comercio exterior se retroalimenta”, analizan fuentes de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA).
En este momento, el mayor problema que tienen los empresarios argentinos que traen insumos y otros objetos del exterior es que se ven imposibilitados de hacer los pagos a sus proveedores. Quieren, pero no pueden y la carta de financiación que tenían afuera ya no existe.
En un documento interno de la CIRA al que tuvo acceso LA NACION, se explica que en la última década, la economía argentina funcionó con una deuda comercial promedio de US$22.000 millones al año. “Esta deuda se corresponde al giro propio de los negocios, donde proveedores extranjeros otorgaban cierto financiamiento a sus clientes argentinos, garantizados o no con carta de crédito; también se daban situaciones donde la casa matriz hacía un clearing anual con su filial argentina, para luego cerrar la deuda y ponerse en cero”, apunta la institución que tiene 116 años de vida y congrega a 1200 empresas importadoras.
Fuentes de CIRA agregan que esto no representa un problema, pero sí lo es el excedente de deuda que se generó este año, que afecta sobre todo a las pymes, que no tienen una casa matriz en el exterior que las ayude. “Durante el último año el ajuste a la importación, con su consecuente efecto sobre la matriz productiva y el consumo, obligó a los empresarios a financiar toda importación, duplicando la deuda: hoy ese excedente de deuda habitual se calcula en 16.500 millones adicionales, a julio de 2023″, agrega.
Ya no se financia una parte de lo que se compra afuera, sino todo, de ahí que la deuda a pagar es el doble que en un año más “normal”. Los economistas de la CIRA estiman entonces que el déficit extra llegará a US$20 mil millones adicionales a diciembre de este año. Del total, US$2500 millones aproximadamente corresponden a servicios y el resto, bienes.
José Luis Lopetegui, secretario de Comercio Exterior de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa ( CAME), dice que “los empresarios argentinos ya no tienen credibilidad en el exterior, pero no es su culpa. Estuve con empresarios uruguayos en CAME y ya no les creen a los empresarios argentinos, porque una vez estipulada la fecha del pago, esta se vuelve a postergar figurando que serán dos o tres meses más de espera. Comercialmente, esto es terrible, porque el proveedor pierde confianza y después ya no quiere vender”, asegura. Cuando se pierde la palabra, se pierde la confianza.
“El Gobierno pide el esfuerzo de buscar financiación en el exterior, y esto tiene un costo en interés, pero cuando encima no se paga, la relación se resiente con el proveedor. Esto es un daño muy grave. La importación no es un delito, pero parece que los importadores son culpables de algo. Hay que tener en cuenta que lo que se compra no son todos productos suntuarios o de regalería. Hay bienes de capital, insumos. El 75% de lo importado va a producción”, asegura Lopetegui.
Y, además, sostiene que hasta hay empresarios que soportan maltrato por parte de sus proveedores. “Tenemos que soportar que nos traten mal. Pero si no estamos pagando, hay que tragar saliva”, lamenta.
Coincide la CIRA: “muchos empresarios argentinos se ven en la necesidad de dar explicaciones – una vez más – a sus proveedores del exterior, por los incumplimientos en los pagos diferidos sobre los cuales, los argentinos negociaron inicialmente y se comprometieron a cumplir a través de una fecha oficial que la herramienta informática SIRA asignaba. Algunos ejemplos de las situaciones que se dan en este marco son: hay pagos que llevan esperando 180 días que no se cursan “por errores informáticos – inconsistencia 46 y 47”.
Comienzos y consecuencias
Esta situación se agravó desde inicios del 2022, que es cuando se comenzaron a ver los primeros intentos de establecer un cepo más firme: se implementó el índice de Capacidad Económica Financiera (CEF) de los contribuyentes, que surge de sus declaraciones juradas y de otros datos correspondientes a la información suministrada por terceros, además de medidas como las SIMI, que difieren el pago a 180 días desde marzo de ese año. De esta manera, se posponen los pagos de importación comprometidos por los empresarios.
Las consecuencias están a la vista. En un informe de la UIA, el 71% de las empresas indicó dificultades en la aprobación de solicitudes para importar. En tanto, los tiempos de aprobación de las SIRA empeoraron para el 80% de las empresas, mientras que el 77% indicó mayores dificultades para el pago a proveedores.
La UIA detectó también restricciones a las importaciones de servicios: 87% tuvieron dificultades con los tiempos de aprobación y 84% con la aprobación de solicitudes. En el caso de los pagos, solo el 20% de las empresas afirmó haber podido pagar sin inconvenientes los servicios tras la espera de 60 días. En cambio, una de cada dos empresas afirmó no haber podido realizar los pagos. También se verificaron dificultades en la aprobación de los fletes de exportación.
Esto se traduce en faltantes en todos los rubros, como explica en la cámara de importadores. También se plantearon problemas para el pago de servicios claves como licencias de software, hardware hasta alojamiento en la nube, tal como plantearon desde el sector de la industria de Software (CESSI).
Por otro lado, mientras que hay faltantes para insumos médicos, por ejemplo, hay comercios que estallan de productos importados para la casa. “A veces no se entiende bien los criterios de autorización a las importaciones”, dice Lopetegui.
Zona gris
“Hoy la situación y el futuro inmediato de la cadena de pagos internacional es una incógnita, donde los pagos diferidos asignados a través de la SIRA se venían cumpliendo hasta el mes de junio de este año, pasando luego a reprogramarse, posponerse o simplemente desaparecer la fecha que figura en el sistema, junto a un curioso conjunto de “situaciones, inconsistencias y errores informáticos” que traban los pagos al momento de llegar la fecha y ejecutar los mismos”, expresa la CIRA.
En diálogo con una importante importadora, la empresaria contó cuál es la operatoria que lleva “a lo que nadie habla”. “El verificador entiende que ese producto, por una leve diferencia con lo que él percibe, lleva a la mercadería a una posición diferente, por lo que el importador debe pedir otra SIRA. Esto lleva tiempo y dinero”, afirma.
Como muchos importadores, entiende que “si es mercadería que no ofrece perjuicio fiscal, tiene el mismo tratamiento tributario y al fisco no le mueve la aguja –porque es, por ejemplo, una tela que puede ser teñida o blanqueada- el hecho de que no sirva la SIRA hace que tenga que estar esperando con el contenedor en el puerto hasta que me den una SIRA nueva. Esto es un infierno. Se puede demorar la entrega 15 días por algo que es una nimiedad. Se trata de frenar una carga y hacerte perder dinero”, se queja.
Sostiene que “acá se genera la alternativa. Todo esto va a los precios, a la inflación, pero a nadie le importa”. Aclara que antes se ponía atrás del despacho la posición arancelaria nueva y no había ningún problema. Hoy no es así. Entonces, por los costos que se generan, algunos importadores hacen la pregunta: ¿cómo lo podemos arreglar?”.
Denuncias
Por la falta de pago, se empiezan a ver importadores denunciados, a título personal, por sus proveedores en los organismos y agencias de crédito a la exportación de sus países de origen toda vez que llega el plazo comprometido de pago y no se cumple. Pero no es el único perjuicio.
Ésta es la carta que envió la WCAworld a sus asociados, 12.000 agentes de carga en el mundo: “A causa de los serios problemas económicos y las restricciones a los pagos al exterior por parte de compañías argentinas, es con pena que informamos la suspensión de la protección financiera Gold Medallion a los miembros argentinos de la institución”. Aclaran que la Argentina volverá a tener esta protección una vez que “las cosas vuelvan a la normalidad”.
“La situación es transversal a todos los sectores económicos. La denuncia de los proveedores en estos organismos de crédito a la exportación pone a la Argentina en una situación de riesgo más alta, cerrando las puertas a brindar nuevas financiaciones (algo que necesitamos para una escasez de dólares que se proyecta también para el primer semestre de 2024) y dejando a los empresarios argentinos con reducidas posibilidad de importar y pagar al exterior”, expresa la CIRA.
No hay más margen para que los empresarios argentinos negocien con sus proveedores posponer pagos. “La pérdida de credibilidad de la Argentina en los temas de comercio exterior se hace sentir, entre otras situaciones, a través de los llamados y pedidos de reuniones de las delegaciones diplomáticas extranjeras en nuestro país, para entender la profundidad y alcance del asunto”, agrega.
“Ahora ya no se si alguien esta dispuesto a sacar la cara por la Argentina. La crisis de confianza hay que tenerla en cuenta. No nos creen y es doloroso. El país no puede parar”, cierra Lopetegui.
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