Pesca ilegal: el mundo analiza cómo frenar a los piratas del siglo XXI
Distintas organizaciones piden que, en 2022, se frene definitivamente la acción de los buques no reportados y ni regulados
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Es hora de dejar de pensar en la piratería a la antigua como el peor flagelo entre todas las actividades humanas que ocurren en el océano. En los océanos Índico y Pacífico y más allá ese dudoso honor le corresponde a los que toman parte en la pesca ilegal. Lo que se conoce como la pesca ilegal, no reportada y no regulada (Inrr) representa entre el 20 y el 50% de la captura global (siendo probablemente la proporción más elevada la que se da en las en un tiempo ricas aguas del Indo-Pacífico).
La pesca Inrr, en la que los operadores no cuentan con licencia, van en busca de especies protegidas o usan una red demasiado fina, es la principal causa por la caída vertical de los stocks de peces; sólo un quinto de las especies comerciales se pescan de modo sustentable. Eso marca una declinación precipitada que roba a los estados costeros más de US$ 20.000 millones al año y amenaza la fuente de vida de millones de pescadores a pequeña escala.
Sólo un quinto de las especies comerciales se pescan de modo sustentable
Lo que es peor, es probable que los operadores Inrr estén involucrados en otros crímenes, desde cazar tiburones por sus aletas hasta el tráfico de drogas. Decenas de miles de tripulaciones del sudeste asiático y africanas trabajan bajo condiciones de atadura por deudas a operadores inescrupulosos de grandes flotas taiwaneses, chinos y de otros países. En el pacífico es cosa de rutina el asesinato de observadores que monitorean la pesca. Los tentáculos del crimen organizado llegan muy profundo en la industria de la pesca. Los operadores inrr son los nuevos piratas.
Afortunadamente el 2022 marcará lo que en algún sentido es un punto de viraje. Justo antes del comienzo del año se firmará en la organización mundial del comercio (OMC) un acuerdo que forzará a los países a terminar con la mayor parte de los subsidios dañinos a sus flotas de pesca. Ese objetivo ha eludido al cuerpo global hasta ahora, pese a 20 años de negociaciones. Pero como señala Santiago Wills, representante de Colombia en la OMC, en otros 20 años no quedarán peces por los cuales discutir.
Los que se resisten, China y la India, percibiendo que está en riesgo su reputación, cederán. Terminar con los subsidios al combustible y de otros tipos podrían terminar con la mitad de la pesca a gran distancia, predice Enric Sala, explorador en residencia de National Geographic. Eso incluiría la pesca de arrastre en la costa oeste de África, ambientalmente devastadora, que lleva a cabo China. Los subsidios pueden redirigirse hacia la protección de stocks de peces y fuentes de trabajo, haciendo que el año 2022, según Sala, “sea el año en que comencemos a repoblar el océano en vez de vaciarlo”. Hay otras señales esperanzadoras. Crece la iniciativa internacional para proteger y conservar el 30% del océano para 2030.
Mark Zimring de The Nature Conservancy (TNC, La Conservaduría de la Naturaleza), destaca la convergencia de tecnología avanzada que permite monitorear mejor las flotas pesqueras mientras los comerciantes minoristas tratan de eliminar pesca inrr de sus cadenas de provisión.
La tecnología -desde imágenes satelitales que revelan “flotas opacas” hasta el monitoreo electrónico a bordo de las naves de la pesca usando big data- se volverá comercialmente inviable a gran escala en 2022, predice Zimring.
Un último punto favorable es el esfuerzo internacional creciente por perseguir a los perpetradores en tierra responsables del crimen organizado en el mar. Los beneficiarios últimos de los crímenes en los océanos evaden fácilmente a los escasos inspectores de pesca en los puertos, dado que se ocultan tras placas de bronce en jurisdicciones impositivas opacas.
De allí la importancia de fuerzas internacionales tales como la Iniciativa de Justicia Azul, que alienta la cooperación en la lucha contra el crimen internacional. Emma Witbooi, experta en ley marítima, dice que un tercio de todas las naciones costeras podrían firmar para fin de 2022 la declaración de Copenhague que es la base de la iniciativa.
Hay un largo camino para volver a contar con mares saludables, pero el año por delante podría marcar un comienzo prometedor.
Traducción de Gabriel Zadunaisky