Para contrarrestar casi un 70% de productos importados, la industria local busca ganar competitividad
Hay 180 fabricantes locales que emplean a 8000 personas de manera directa e indirecta; para producir más y llegar a mercados internacionales los actores del sector piden medidas impositivas, logísticas, financieras y laborales
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CÓRDOBA.- La Argentina importa entre 60% y 70% de los juguetes que se venden en el país. Hay opiniones divididas respecto a si la fabricación local puede ser competitiva en igualdad de condiciones. El problema es la escala; en el mundo el sector está dominado por pocas compañías entre las que se destacan Mattel, Hasbro, Lego y Spin Master. La facturación mundial es de unos US$262.000 millones al año y en la Argentina, unos US$300 millones. Para ganar competitividad no solo se necesita volumen sino innovación permanente, lo que determina que los jugadores se están embarcando en fusiones y adquisiciones como una de estrategia para consolidarse y optimizar sus ofertas.
La industria local del juguete está integrada por 180 fabricantes, con 8000 puestos de trabajo entre directos e indirectos; la utilización de la capacidad instalada la estima en 60% la Cámara Argentina de la Industria del Juguete. Desde la entidad admiten que los costos de algunos países asiáticos “responden a condiciones laborales que no respetan libertades de los trabajadores ni garantizan la seguridad de los productos para los niños”, por lo que entiende que “deben mantenerse algunas medidas tendientes a compensar la competencia desleal y asegurar la calidad” de lo que ingresa al país.
En esa línea sostiene que la apertura comercial debe estar “acompañada en forma simultánea y proporcional por reformas impositivas, logísticas, financieras y laborales que mejoren la competitividad, para no poner en riesgo la sustentabilidad de la industria argentina del juguete, sus empleos, sus inversiones y su cadena de valor”.
En el país las ventas se activan en tres fechas claves que concentran alrededor del 95% del total del año: Día del Niño (60%), Navidad y Reyes (35%). El 2023 es definido por los actores del sistema como “muy malo”.
TheToyZone, sobre datos de The Toy Association, analizó las búsquedas en Google de juguetes en cada país para revelar los preferidos en función de una lista. Resultó que el Ludo es el clásico más popular del mundo, el favorito en 20 países; las muñecas Barbie y los Yoyos ocupan el segundo lugar entre los más populares.
Julián Benítez, gerente de Comercio Exterior y Relaciones Institucionales de la Cámara, explica que la industria local alcanzó una participación del 50% en las ventas en el mercado argentino hasta 2015: “Después hubo una caída fuerte y ahora ronda 30% con leve recuperación post pandemia”. Plantea que a través de medidas cautelares en 2022 las importaciones crecieron más del 50% interanual y ese nivel se sostuvo en 2023.
“Se ingresan grandes volúmenes de productos de baja calidad y bajo precio -añade-. Incluso los precios declarados están por debajo de los referenciales. El valor referencial es de US$5 e ingresaban a US$1 o a US$1,5. Hay que tener en cuenta que existen normas técnicas a cumplir; los ensayos se hacen con una muestra que pasa los parámetros, pero cuando llega la mercadería suele ser otra cosa”.
En la cámara entienden que actualmente el mercado está sobre ofertado de productos extranjeros de “dudosa procedencia” que no cumplen con las normas de seguridad. Aseguran que, en base a “denuncias de madres que han detectado juguetes que desprendieron partes pequeñas y casi provocan asfixia”, se han realizado las presentaciones a las autoridades de aplicación para realizar los respectivos controles sobre estos productos.
La industria local -que exporta alrededor del 5% de lo que produce- es competitiva en rubros como masas de modelar, plástico inyectado, juegos de mesa, triciclos y monopatines que no lleven tecnología y en juguetes para el aire libre. La oferta importada se concentra en juguetes con mecanismos de acción, personajes relacionados a películas y series y muñecas internacionalmente reconocidas como la Barbie.
“No se puede abrir el mercado de la noche a la mañana sin reformas estructurales, sin reducir y simplificar carga tributaria -precisa Benítez-. La mayoría de las empresas argentinas son pymes familiares que pierden más tiempo en trámites para pagar impuestos, para dar de alta a un empleados en vez de usarlo en hacer foco en agendas más estratégicas”. Repasa también que las cargas patronales, que tuvieron un incremento en los últimos años, restringieron al máximo la rentabilidad y dificultaron la generación de empleo.
El mundo del juguete
Según datos de la consultora Mordor Intelligence, el crecimiento del sector de los juguetes en los próximos cinco años será de 9,9% a nivel mundial. Precisa que los juguetes y juegos de gama media vienen representando las ventas más altas, con una contribución importante de los relacionados a los deportes, seguidos por las muñecas. “La inclinación del consumidor hacia las películas y los dibujos animados impulsa las ventas de figuras de acción y accesorios -detalla-. El lanzamiento de nuevas películas o dibujos animados impulsa aún más esas ventas, convirtiendo ese segmento en el de más rápido crecimiento”.
En ese contexto, el reporte aporta un dato que es el que complejiza a las fábricas locales: las empresas toman iniciativas para agregar más juguetes. Indica que los principales actores están lanzando productos y juegos en plataformas en línea y en el mercado minorista, además de haber copado las redes sociales.
El residente de la Asociación Argentina de Empresas de Juguetes y Afines (AADEJA), Alejandro Caffaro, difiere respecto de la capacidad de competir de la industria local: “Son productos caros; no es un sector competitivo, salvo unas fábricas históricas. Se exporta muy poco incluso al Mercosur; se trata de un segmento extremadamente protegido por el Estado”.
Plantea que la demanda en la actualidad se concentra en juguetes menos sencillos, que requieren de inversiones en matricería y, “si no se fabrican en forma concentrada, en volúmenes importantes, no se pueden amortizar inversiones”. Subraya que las compras están muy influidas por la “moda, con productos que se renuevan cada seis meses y, entonces, la inversión termina siendo efímera”. Coincide sí, con Benítez, que la fabricación local funciona es juegos de mesa, disfraces, productos “sencillos”.
Por las “modas” que son internacionales es que el comercio necesita de las importaciones para “funcionar, para tener tráfico de gente”, añade Caffaro, quien ratifica que los chicos y adolescentes quieren lo que ven en series o juegos, y que el “nivel de sofisticación” que tienen no se alcanza a nivel nacional porque se requiere de un mercado de volumen. Ese es el eje, no la capacidad de producir.
Los juguetes importados, por supuesto, pagan derechos de importación, son del 35%, el más alto que permite la Organización Mundial de Comercio. Además por los problemas de la macroeconomía argentina, los proveedores requieren pagos por adelantado que a veces los importadores no están en condiciones de hacer.
La Cámara Argentina de la Industria del Juguete rescata la perspectiva que aplicó el expresidente Donald Trump en Estados Unidos. “Favoreció a la industria estadounidense frente a la competencia desleal de China y México, preservando los activos de los productores locales y los puestos de trabajo”, sostienen.
Videojuegos
A nivel mundial, y la Argentina no es una excepción, la industria de los videojuegos desarrolló un modelo de ingresos importante en los últimos años ya que el gasto de los consumidores en estos productos viene creciendo fuerte; mueve unos US$200.000 millones al año. El otro factor clave es que es un mercado que abarca a todas las edades. Este sector está regido por los derechos de contenido e involucra a los medios tradicionales, el entretenimiento, las telecomunicaciones y las empresas deportivas.
Desde la Asociación Argentina de Videojuegos (Adva), Hernán López, apunta que la mayor parte del consumo se centra en la franja de 18 a 34 años (alrededor del 30%), seguida por la de 0 a 18 años (20%). “En los otros rangos son menos los consumidores; hay un sesgo a pensar de que son para adolescentes o chicos, pero son los adultos los que más consumen, son los que los compran, tal vez no tienen sesiones tan largas como los más chicos, pero son los que gastan”, aporta.
Aunque parte de los videojuegos se hace en la Argentina, están integrados a realizaciones de compañías internacionales. “Somos competitivos pero el mercado principal está afuera; en el país consumimos menos del 1% del mercado global, por eso no se apunta a hacer para lo local, hay internacionalización”.
La casi totalidad de las empresas locales trabajan para el exterior, algunas combinando esas tareas con el mercado interno. La industria global está atomizada en grandes jugadores y la facturación se concentra en pocos. Cuatro de cada diez argentinas del sector se dedican al desarrollo de videojuegos propios y un número similar, lo hace para otra firma. El resto suma algunas otras actividades no relacionadas directamente con esa industria.
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