Oscar Poletti: "Estamos regalando trabajo a otros países"
Desde agosto es el presidente de Cafrexport, la cámara que agrupa a frigoríficos exportadores, un sector que no tiene barcos pesqueros que le garantice materia prima, sino que la compra en muelle y emplea a más de mil obreros en una industria del pescado que ha sido declarada esencial y que se mantuvo activa durante la pandemia, entre protocolos sanitarios, contagios y distanciamiento. El sector se mantuvo operativo en pandemia en un contexto de bajos precios en commodities que se intenta revertir con agregado de valor.
El empresario, que proviene de una familia vinculada con la actividad pesquera, afirma que "el esfuerzo que han hecho los trabajadores ha sido muy importante. No ha sido fácil para nadie, pero ellos estuvieron mucho más expuestos, y si bien en algunos casos nos obligaron a frenar la producción, aislar, desinfectar y reiniciar, logramos mantener una continuidad productiva. Esto (por el frigorífico) funciona de 6 de la mañana a 11 de la noche; la clave pasa por meterle kilos y ganas", dice Poletti, sentado en un deck que oficia de patio externo de la administración del frigorífico.
P– La pandemia agudizó la caída de precios internacionales para productos tradicionales de la industria, como el filet de merluza interfoliado o el langostino entero, ¿cómo se hace para mantenerse en pie?
R–Estamos convencidos de que el camino es el valor agregado. A nuestros recursos nacionales, en nuestro caso la pesca, pero vale para todos, hay que exportarlos con valor. En nuestro caso tiene que ver con la introducción de tecnología. Hay mucha tecnología que se produce en la Argentina y en Mar del Plata. Máquinas de pesado y de embolsado que son vitales para sumar valor porque te permiten llegar con un producto terminado, como los filets empanados congelados que llegan a la góndola de los supermercados brasileños. El interfoliado se paga US$ 2200 la tonelada y el mismo pescado, pero sumando valor, se paga US$3400. Y hay mercado para este tipo de productos.
P–¿La tecnificación es un proceso que recién arranca o esta consolidado en la industria marplatense?
R–Noto que el mercado va por ese camino, puntualmente en el caso de la merluza. Fuimos pioneros en ofrecer bolsas con filet de merluza congelada de medio kilo, 800 gramos, hasta un kilo, todo para supermercado. Hoy me alegra que haya muchos pedidos, no damos abasto. Trabajar de esta forma nos permite diferenciarnos del filet congelado a bordo (que emplea menos personal y se vende con un mayor volumen), que se exportaba a Europa y luego desembarcó en Brasil, y en su momento nos sacó del mercado del filet fresco porque tiene otros costos más bajos.
P–¿Cómo hace el frigorífico que no puede incorporar tecnología?
R–Es complicado… muchos trabajan con el mercado interno que permite otros valores. Hoy el filet de merluza interfoliado para exportación está en una posición de quebranto para una empresa que solo hace ese producto. Por eso hay que buscar otras alternativas. No es fácil ni se logra de un día para el otro; hay que prepararse y ahí también entra en juego el financiamiento, porque requiere incorporar tecnología costosa. Se necesita el acompañamiento del Estado. Mar del plata ha crecido en tecnología. Se está viendo cada vez más valor agregado sobre merluza, calamar, langostino. Toda la pesca era commodity. Ver esto es un buen indicio.
P–¿El hecho de no tener barcos propios complica el acceso a la materia prima?
R–Tuvimos un año escaso del recurso merluza. Primero porque hubo mucho calamar en otoño y la flota fresquera capturó esa especie y luego en invierno muchos barcos se fueron a pescar el langostino a la Patagonia y apareció el magrú que alimentó a la industria conservera. Ahora que muchos volvieron del sur hay más oferta y podemos comprar, hacer stock y atender la demanda de Brasil.
P–Con el langostino pasa algo similar... ¿Este año hubo mayor exportación de productos con reproceso en tierra?
R–En Mar del Plata hemos trabajado mucho con el langostino reprocesado (sin la cabeza, solo la cola) fresco. Este año ha sido mucho por suerte. Hay que crecer en ese segmento. Por cada tonelada de cola de langostino que se reprocesa en terceros países, como viene pasando en los últimos años, se pueden sumar diez trabajadores durante un mes. Una tonelada da trabajo a ocho envasadoras y dos peones por un día. Cada contenedor lleva veintiocho toneladas de producto, es un mes de trabajo para esas diez personas. La salida para generar empleo es el reproceso y la mano de obra. Para eso el Gobierno debería mejorar los reintegros al valor agregado o bajar los derechos de exportación. Hoy ese 2% de diferencia entre productos con y sin valor agregado es insignificante. Si las autoridades quieren fomentar un crecimiento de las exportaciones el camino debe ser incentivar a la producción con valor agregado
P–El gobierno lanzó la semana pasada un programa para incrementar las pymes exportadoras y brindan asistencia financiera, técnica y de capacitación. ¿Qué de todo eso es lo prioritario?
R–El financiamiento es fundamental. Muchas ya están con créditos tomados y no hay acceso a líneas blandas. Es un freno al crecimiento. Generar valor agregado significa acopiar commodities y darles valor de manera paulatina para exportar. Hay que tener financiamiento para completar la rueda. Por eso se exportan tantos commodities. Es más fácil, lo pescas, lo guardas en bodega, lo bajás, lo suben a un contenedor y ya se fue. Hoy competimos en Estados Unidos con el langostino patagónico reelaborado en Perú. Es nuestro langostino, que se lleva a reprocesar a terceros países. Eso debería desalentarse. Somos una de las ciudades con mayor desocupación del país y tenemos capacidad instalada ociosa que puede utilizarse para generar trabajo.
P–¿Cree que el Gobierno ofrecerá incentivos bajando retenciones o subiendo reintegros?
R–Es lo que venimos solicitando desde Cafrexport en las reuniones frecuentes que tenemos con las autoridades. Nosotros pagamos el 5% por productos terminados para góndola y el commodity paga el 7%. Con este esquema pocos quieren sumar valor, es la verdad. Pero el gobierno tiene que construir caminos y puentes y el empresario debe poder transitarlos. Hoy no vemos ese puente. Por ejemplo con el langostino: la tonelada de cola pelada y desvenada varía entre los 9 mil y 10.500 dólares. El gobierno recauda lo mismo por 650 kilos de pelado que por la tonelada de cola en bloque. Y genera más trabajo, con salarios de 50 mil pesos. •
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