Mercosur; alta tensión en el bloque regional tras reiterados desacuerdos entre los socios
Uruguay quiere avanzar en tratados bilaterales por afuera del convenio; además, no hay una misma línea de pensamiento con respecto a los aranceles y la Argentina se mantiene en una posición proteccionista para no alterar su débil economía
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CÓRDOBA.- Aunque al final de la última cumbre de presidentes del Mercosur, la semana pasada, se moderó el tono, sigue la tensión entre los integrantes del bloque. Uruguay viene planteando hace tiempo que quiere negociar de manera unilateral tratados de libre comercio, mientras que la Argentina, Paraguay y Brasil lo emplazaron a que respete las reglas internas y a que evite avanzar por su lado. Expertos consultados por LA NACION coincidieron en que ese debate es el emergente de uno más profundo que tiene que ver con pérdida de peso y de impacto internacional del bloque.
Un día después de la reunión de los presidentes, estuvo en Montevideo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe y señaló que al Mercosur le falta “dinamismo y encadenamiento”. En Uruguay ese análisis se interpretó como un apoyo indirecto al planteo de Luis Lacalle Pou respecto de que su país tiene vocación de “abrirse” al mundo.
“Por supuesto que si vamos en barra es mucho mejor (...) vamos a tener mayor poder negociador, es lo que buscamos. No estamos dispuestos a quedarnos quietos”, enfatizó el presidente uruguayo en la cumbre del Mercosur y concluyó que “el que se queda quieto, se atrasa”. La respuesta de su par argentino, Alberto Fernández, fue que “la solución no es que cada uno haga la propia, no creo que sea el mecanismo” y subrayó que las acciones unilaterales “preocupan”.
El excanciller Jorge Faurie sostiene que Uruguay tiene el “coraje” de hacer el planteo porque es el país “más chico” de un bloque que, desde su creación en los ‘90, sigue “profundamente cerrado”. Cuenta con un solo acuerdo, con Singapur. La apertura, entiende, es un “proceso pendiente”. Repasa que Uruguay, desde el 2018, sistemáticamente en cada cumbre pide abrir el mercado.
Hace seis meses, Uruguay anunció que comenzó a negociar los términos de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China ya que habían terminado el acuerdo de factibilidad iniciado en setiembre del 2021 en conjunto con Pekín. Hace unas semanas adelantó su intención de presentar una petición de adhesión al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) para tener de socios a Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, países que representan el 13% del PIB global.
Para Argentina y Brasil, países con industria manufacturera una apertura a China e incluso al CPTPP implica mayores riesgos, por eso el rechazo a una discusión conjunta que mantienen hace varios años.
Las normas del Mercosur no permiten a sus miembros negociar acuerdos de libre comercio con otros países de manera individual, deben encararse en conjunto. En julio pasado el bloque cerró su acuerdo con Singapur, mientras que el alcanzado a mediados de 2019 con la Unión Europea entraría en vigencia el próximo año.
Las demoras se explican por los impedimentos que expusieron miembros del bloque europeo -y que reflejan la presión social- respecto de los efectos ambientales que entienden podría generar el acuerdo. Apuntan, básicamente, a Brasil por el hecho de que la mayor exportación de alimentos acarrearía una mayor desforestación en la selva amazónica. También los agricultores de Francia e Irlanda están en contra de la apertura de fronteras a productos que les compiten.
Proteccionismo versus libre comercio
Para el economista especialista en mercados internacionales Luis Palma Cané la discusión de la semana pasada en el Mercosur es la punta de un iceberg que tiene como eje las concepciones geopolítica y geoeconómicas “muy diferentes” que tienen Uruguay, por un lado, y el resto del bloque por el otro. Ratifica que la Argentina, Paraguay y Brasil son proteccionistas –”la Argentina tiene aranceles de importación que están entre los más altos del mundo-, por lo que “no acompañan” la posición uruguaya.
Repasa que incluso la última baja del Arancel Externo Común (AEC) en el bloque no fue de común acuerdo, sino que Brasil los redujo en mayo y el resto se alineó en julio, cuando consensuaron una reducción del 10%. A criterio de Palma Cané, a esta altura, discutir entre libre comercio y proteccionismo es “bizantino” ya que está “probado en la teoría y en la experiencia que es más ventajoso el libre comercio”. Grafica con que los 20 países líderes del mundo, los que generan 80% del PBI, van por esa vía, todos tienen TLC entre ellos.
Faurie coincide con que el Mercosur no puede seguir “negándose a la apertura, cerrándose al mundo”. Califica de “ineludible” ese debate y enfatiza que desde que el Mercosur nació en 1991 el mundo cambió “mucho”: “Parece que ese documento es sacrosanto, que no se toca, pero es porque no queremos cambiar nuestro patrón de cómo producimos y comerciamos; no queremos competencia”.
En su evaluación Brasil muestra “algún grado de flexibilidad” para negociar una apertura mientras considera que la Argentina es la “gran responsable” de no querer dar el debate. “La industria pide ‘protéjanme porque doy empleo’, pero la economía local requiere de más integración, es más chica que Brasil, tiene menos posibilidades de salir sola”.
Palma Cané recuerda que, en plena campaña presidencial, Fernández se pronunció en contra del tratado con la Unión Europea. “Brasil también tiene su costado proteccionista, pero es menor que la Argentina -sigue-. Tenemos una corporación prebendaria que habla de la libertad pero siempre que no le toquen los aranceles”.
Esteban Actis, docente de la Universidad Nacional de Rosario y co-autor del libro “La Disputa por el poder global”, consensua en que hay sectores argentinos y brasileños “defensivos, que se benefician de aranceles elevados” y que si bien aceptaron alguna reducción rechazan los planteos de acuerdos comerciales con China, por ejemplo.
En ese contexto, indica que la percepción de Uruguay es que el Mercosur le es un “limitante”. En 1995, el 45% de sus exportaciones iban al bloque y el cuatro por ciento a China, mientras que hoy no llega al 16% a la región y los envíos a China escalaron al 30%. “No se cumplieron las expectativas de potenciar el comercio intra bloque, no hay incentivos para quedarse. En Brasil, el ministro Paulo Guedes sintonizaba con esos pedidos, pero los paulistas industriales se oponen”, resume Actis.
El internacionalista Bernabé Malacalza, investigador del Conicet y docente de las universidades de Quilmes y de la Di Tella, enfatiza que el debate sobre la flexibilización y la baja del AEC lleva seis años, lapso en el que Brasil pidió y obtuvo exenciones y Uruguay “amenaza” con acuerdos individuales. “La incomodidad con el bloque viene desde antes; estos debates son como la fiebre, son síntomas. Hay que ver el problema estructural que es la perdida de relevancia del bloque para cada país, la pérdida de peso del Mercosur”, dice.
Juan Pablo Lohlé, exembajador ante la Organización de los Estados Americanos, España y Brasil, celebra que “finalmente se empiecen a discutir temas que deberían haberse hablado en serio al menos hace cuatro años. Hay que replantear varios aspectos, pero lo deben hacer quienes tienen poder político, presidentes y cancilleres”.
Resolver el fondo de la cuestión
Lohlé cree que el Mercosur se “olvidó” de la conversación de la integración: “Ahora parecen haberse puesto a dialogar de qué nos conforma y qué tenemos que hacer para que el bloque sea importante; ni el comercio intrazona es importante hoy. No funciona porque no estamos preparados para una discusión por encima de nuestras conformaciones políticas. Hay que poder hablar aun cuando el que llega sea distinto y no resulte tan cómodo como el otro”.
A criterio de Palma Cané, Uruguay “difícilmente” detenga su política de negociar con terceros y está invitando a seguirlo. Sostiene que la propuesta de Fernández de un Banco Central común, “con las asimetrías existentes, es poner el carro delante de los caballos”. Se define partidario del Mercosur, de la misma manera que “defiende” a la Unión Europea pese a sus dificultades. “El Mercosur se aggiorna o queda sin ningún peso relativo”, sintetiza.
Malacalza destaca que hay diferencias “profundas” sobre el rol, la proyección actual y la que debería ser del Mercosur. “Hay una tendencia a la desintegración y al desacoplamiento, parece estar en el ocaso de la forma de coordinar políticas, en el fin del diálogo estratégico -añade-. Hoy el bloque no tiene peso en la elección del presidente del BID, en la discusión por las patentes de las vacunas, en el Consejo de Seguridad, en la Organización Mundial de Comercio, en la disputa entre Estados Unidos y China”.
A su entender hay una “pérdida de musculatura” del bloque no solo para los gobiernos, sino para los empresarios y los ciudadanos y para recuperarla hay que trabajar en estrategias de complementariedad, de cadenas regionales de valor. Indica que la Argentina y Brasil, que tienen las industrias más fuertes, deben avanzar en cómo incorporar a Paraguay y Uruguay, en “cómo repensar ese vínculo, una estrategia de futuro”.
El experto sostiene que la decisión de Uruguay de avanzar en las negociaciones “tensa la cuerda” y “no es conveniente para ninguno”.
Para Faurie, si el Mercosur no resuelve estas cuestiones entrará en una suerte de “aletargamiento, de pérdida de dimensión. Puede ser un gran parate y no sé si sobrevive”. La expectativa está en el cambio de gobierno de la Argentina en el 2023 cuando, para el excanciller, se debe definir “si quiere comerciar con el mundo; Uruguay seguramente no va a esperar; Brasil por su dimensión está en otra”.
Uruguay “no puede avanzar solo”, dice Lohlé, ya que China y el CCPP le piden que acuerde con sus socios. La apertura no se da “porque hay una política macro diferente, un contexto de interpretación de la situación internacional diferente”. Es partidario de que en esta coyuntura las reuniones de los decisores sean más frecuentes.
“Lo que está pasando es la confirmación del malestar de los socios menores -aporta Actis-. Uruguay, por su patrón de producción, tiene posibilidades de crecer con China. Primero parecía más una estrategia negociadora intra Mercosur, para ver si había reacción, si lograba aumentar los fondos de convergencia común, las compensaciones, pero cambió el enfoque y está decidido a avanzar”.
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