¿Mejor, igual o peor? Qué se puede esperar del comercio exterior el año que viene
Parte del campo sigue en vilo por razones climáticas, pero, si el tiempo acompaña, las proyecciones auguran un año mejor que 2023
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Los pronósticos climáticos auguran para 2024 una recuperación de la producción agropecuaria argentina. Sin embargo, a esta fecha se esperaba ya el beneficio de una mejora en las lluvias que se ha demorado.
La sequia fue la principal razón para que las exportaciones en 2023 padezcan la mayor caída interanual medida en dólares corrientes de la historia. El descenso es de 24% (las importaciones se retraen 10%) y la previsión para todo este año es de una caída de unos US$21.000 millones en relación a los US$88.500 millones de 2022.
Pero para explicar el descenso, el inconveniente climático no es lo único. Lo exhiben tres razones. En primer lugar: del total de caída, más de un tercio lo explican los menores precios internacionales de 2023 en relación a 2022 (9%); en segundo lugar, el descenso en las exportaciones de productos primarios (afectados directamente por el clima) es 37,5% pero a ello se debe agregar una reducción de exportaciones de manufacturas de origen agropecuario (que se abastecen de la producción primaria local pero en tiempos de crisis podrían acudir -al menos en parte- a importar sustitutivamente y no lo logran por las restricciones argentinas); y en tercer lugar padecemos una caída en las exportaciones de manufacturas industriales (mucho menos relacionadas con el clima) que se reducen 3,5%.
Por ende, la incidencia de los problemas de organización económica (restricción a importaciones, alta inflación, intervencionismo gubernamental, dificultad en el acceso a financiamiento, atraso cambiario oficial, complejidad regulativa) no es menor en la reducción.
Una previsión razonable para 2024 (aunque supeditada a que no haya problemas de diversa índole que no pueden descartarse) es de exportaciones de bienes por unos US$80.000 millones. Ello supone un resultado 10% menor al del récord de 2022 (y 18% por encima del de 2023). Así, no puede preverse empatar los niveles de 2022 (la mayor marca histórica medida en dólares de ventas externas de bienes, lo que estuvo fuertemente influido por altísimos precios de commodities debidos a la guerra en Ucrania -medidas en cantidades las exportaciones argentinas de ese año no fueron mayores que las de 2021-).
Mientras, es difícil prever el comportamiento de las importaciones de bienes en 2024 (¿se eliminará el cepo? ¿se liberarán las compras desde el exterior?). En condiciones productivas básicas la Argentina debería, al menos, importar por cifras similares a las que se prevén para las exportaciones (para compensar inmediatamente el atraso importador, en realidad las cifras deberían ser mayores, pero es razonable entender que la normalización no ocurrirá de modo súbito). El resultado de la balanza comercial de bienes en 2023 está arrojando en 8 meses un déficit de US$6500 millones.
Para la citada previsión de resultados de 2024 se estima que tres condiciones impiden ser más optimistas aun: los precios internacionales no serán tan altos como en 2022; algunos mercados a los que exportamos no tendrán la alta demanda de aquel año y- a la vez- la Argentina estará gobernada por una nueva administración que se espera que inicie un proceso de ordenamiento de las condiciones económicas que será complejo y no estará exento de algún accidente . La hipotética -no garantizada- normalización cambiaria no genera inmediata reacción exportadora si no llega una regularización de las condiciones generales, tal como mostró el mega ajuste cambiario de 2002, que no impidió una reducción de exportaciones del 3,4% en relación a las ventas de 2001.ß
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