Maximiliano Hernández Toso: "El costo más grande es la brecha cambiaria"
"El 2020 ha sido un año como ningún otro", afirma el presidente de Wines of Argentina (WofA), quien asumió en mayo de este año con el objetivo de revitalizar el sector, y que vuelva a crecer después de una década de oro que duró hasta 2012. Cuando se trazó esta meta no se calculó lo impensable: una pandemia que iba a detener a gran parte de la actividad en el mundo.
Con una industria que tiene 156.000 empleos directos, la cadena vitivinícola ocupa a 30.000 personas en empaque, 54.000 en la elaboración del vino, y 72.000 en la producción primaria.
Por otro lado, WofA, que es una institución que promociona a los vinos argentinos en el exterior, tuvo este año un desafío de digitalización muy importante, con ferias y rondas de negocios virtuales. pero que no termina ahí. Recientemente contrataron a Globant, el unicornio tecnológico "para que nos ayude con la transformación digital del sector vitivinícola. Tenemos muy buenas perspectivas para desarrollar la marca argentina de vinos de manera digital. Ha crecido mucho la venta de vinos online, para lo cual trabajamos con distintas plataformas", afirma Hernández Toso. También están en colaboración con Mercado Libre para desarrollarse comercialmente en otros países.
- ¿A qué países apuntan?
- Además de China y Estados Unidos, otro mercado clave dentro de nuestra estrategia de promoción es Brasil, el mercado latinoamericano más importante para la exportación de Vino Argentino y tercero a nivel global, que este año creció en el orden del 18% en *USD FOB*. Desde WofA hemos llevado adelante varias actividades, como la Ronda de Negocios Virtual que contó con la participación de 28 bodegas y 41 empresas importadoras provenientes de 8 estados, la capacitación a distancia de más de 500 sommeliers brasileros y la participación en Exposuper Acats, la feria supermercadista más importante de Santa Catarina que este año tuvo su primera edición virtual.
– ¿Cuáles son los números de la exportación de vinos?
–Entre 2000 y 2012 crecieron a más del 20% anual. Fue una década de oro para el vino argentino. La Argentina se posicionó en el mundo con una tremenda innovación, que fue la variedad malbec. Es la uva tinta y un varietal insignia para el país. Era algo desconocido para el mundo y la Argentina lo puso en la mesa. En Estados Unidos, que es nuestro principal mercado de importación, el malbec es la cuarta variedad tinta que se toma detrás del cabernet sauvignon, el pinot noir y el merlot.
– ¿Qué pasó a partir de 2012?
–Las exportaciones están con un pequeño decrecimiento porque se frenó un poco el mercado de Estados Unidos y Europa. En 2012 se llegó a US$920 millones de exportaciones, que incluyen 4 códigos arancelarios: vino embotellado o vino "tranquilo", vino espumante, el vino a granel y el vino en otros envases. En 2019 las exportaciones estuvieron en US$820 millones. Nuestra obsesión es volver a la época de oro del sector vitivinícola.
– ¿Qué se necesita para exportar más?
–Mientras que es cierto que crece el mercado chino, lo que más nos afecta es la sobrevaluación cambiaria que ha dañado a todo el sector exportador. De exportaciones totales por US$84.000 millones en 2011, se caen a US$65.000 millones en 2019. Hemos perdido un cuarto de las exportaciones. Es un drama que también se vive en la industria vitivinícola, aunque en menor medida. Pudimos mantenernos y no caer tanto.
–¿Cuánto vino se produce en la Argentina?
–Alrededor de 1200 millones de litros. En el mercado local se consumen 950 millones y se exportan 250 millones. En el país se consumen 20 litros por habitante por año.
–¿En qué consiste el negocio del vino a nivel mundial?
–El negocio total del vino en el mundo son US$37.000 millones, aunque este año es el 10% menos. La mayor parte de este mercado, cuyos importadores son Estados Unidos en primer lugar, Inglaterra en segundo lugar y China en el tercero, es capturado por Francia, también por Italia y España. La Argentina vende por menos de US$1000 millones.
–¿Qué lugar ocupa China como importador?
–China no importaba vino hasta el año 2000, pero creció de una manera tremenda. Nuestras exportaciones de vino a China son de aproximadamente US$25 millones, mientras que Australia tiene un negocio de US$1000 millones con China (ahora con inconvenientes).
–¿Cómo le fue al sector en lo que va de la pandemia?
–Cayó un 1% en los primeros 10 meses del año y a fin de año probablemente se llegue a algo de crecimiento. Es casi un milagro el hecho de terminar el año sin caída. Pasamos además de ser el país exportador número 11 al octavo lugar.
– Este es un año complejo en materia de normativas. ¿En qué medida afectan a la exportación?
–En cuanto a regulación no hubo cambios para el sector. El vino es una industria esencial. Tuvimos ayuda durante la pandemia y pudimos levantar la cosecha, que finaliza en abril. Pero la barrera principal, y es lo mismo para todos los exportadores, es la brecha cambiaria.
– ¿Por qué?
–Porque es un impuesto a la exportación. Por exportar se reciben pesos al tipo de cambio oficial. Si hoy se exporta US$1, el Banco Central lo pesifica y lo transforma al cambio oficial, es decir a $82. Como es ilegal guardar el dinero en un banco afuera del país, hay que ingresar el 100% de lo que se obtiene producto de la exportación, es decir, el 100% de las divisas que se declaran en el pedido de embarque. Además hay que liquidar en plazos muy cortos y estrictos y también pagar 3 pesos por retenciones a las exportaciones. Quedan 79 pesos. Luego vienen los reintegros del 7% en pesos. Es decir queda un poco por arriba del tipo de cambio oficial. El problema es que por ejemplo el contado con liqui está en $145, entonces, en el fondo, lo que queda pendiente es la diferencia entre el cambio oficial y el valor del dólar real. Hay que tener en cuenta también que en el exterior se pagan los gastos al tipo de cambio real con el agregado del impuesto país.
–Todos estos procesos también tienen su costo
–El costo más grande es la brecha cambiaria, porque te obligan a vender los dólares al tipo de cambio oficial, pero si se compran dólares, se consiguen a entre $140 y $150. Los costos para poder exportar también están al tipo de cambio real.
–¿Y los reintegros?
R–Depende de cómo esté la caja de la Afip, a veces no se pagan, o se demoran por trámites. Es muy complicado por ejemplo cuando el cliente demora el pago. Por todo esto las exportaciones en la Argentina cayeron de una manera tremenda, porque exportar no es rentable por los juegos del tipo de cambio.
– ¿Cuál es la fórmula para que la exportación sea rentable?
– Primero, tener un tipo de cambio competitivo y unificado. Con eso resurgiría la industria del vino. Segundo, eliminar las retenciones a las exportaciones, algo que no existe en ningún país del mundo. En tercer lugar, desde el Estado hay que ayudar a que las empresas puedan insertar sus productos en el exterior. En la Argentina toda la plata que se usa para promocionar el vino es puesta por el sector.
– ¿Cómo influyen los costos de la logística?
– Éste es otro cuello de botella. La región vitivinícola no está cerca de los puertos, como otras localidades en el mundo. Estamos a 15 horas de camión de un puerto. Nos cuesta mas caro el transporte de la bodega hasta el puerto que el marítimo a destino. Por ejemplo, cuesta US$2500 enviar un contenedor a Chile, y del puerto a China, cuesta US$400. •