Mar del Plata: qué políticas macro necesita su industria textil para despegar
Se fabrican y venden productos premium a primeras marcas de todo el país, pero el sector necesita que se modernice la legislación laboral e impositiva para poder crecer y competir en el exterior
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Muchos resumen la temporada de verano en Mar del Plata con la triple p: playa, pizza y peatonal, reza el refrán popular para graficar el tipo de visitantes que llegan a estas costas para pasar tiempo de descanso.
Pero Mar del Plata tiene una p adicional. La del pulóver o sweater. Es su capital nacional, como lo indica un cartel de pronunciadas proporciones colocado en la rotonda de acceso a la ciudad.
Mar del Plata es la capital nacional del pulóver
Esa distinción se respalda en una industria textil que muestra su variedad de productos y atributos en boutiques de calle Güemes y locales a lo largo de Juan B Justo, la avenida del pulóver, el paseo obligado de turistas los días nublados que los alejan de la playa y los acercan a prendas tejidas de calidad, originales e innovadores.
Según los últimos datos disponibles, Mar del Plata tiene unas 250 fábricas que ocupan a 3600 personas en forma directa y más de 10.000 indirectamente. Sin embargo la pandemia golpeó al sector por lo que la Cámara Textil de Mar del Plata está haciendo un nuevo relevamiento.
Mientras que Mar del Plata tiene una tasa de desocupación que es de las mas altas del país, un 9,4% en el primer trimestre, la industria textil es generadora de mano de obra en actividades como tintorerías y lavaderos de prendas de lana, hilanderías, ventas de repuestos, accesorios, máquinas de costura, de tejer, devanadores etc y emplea oficios como mecánicos de maquinaria textil, por ejemplo. Y tiene la capacidad de crecer y de emplear a más gente si el país acompaña.
El complejo exportador relacionado con la industria textil se ubicó en el puesto número 22 en el 2020 con solo US$325 millones en envíos al exterior y una participación porcentual del 0,6% del total de las exportaciones de la Argentina. Sin embargo, cuando se va al rubro Manufacturas de Origen Industrial, en el último informe del Indec relacionado con el Intercambio Comercial Argentino (ICA), sin el envío de materias primas al exterior los números son mucho más desfavorables. Durante el primer semestre de este año, se exportaron “textiles y confecciones” por US$55 millones, un 25% más que durante 2020 pero un número demasiado bajo.
Juan Pablo Maisonnave, presidente de la Cámara, afirma que la textil es una de las tres industrias mas importantes de la ciudad y de las 4 mas importantes de la provincia de Buenos Aires. “Mar del Plata le fabrica a las marcas mas importantes del país, pero los pedidos para el 2021 fueron menores a lo que se hace habitualmente”. dice. La industria ha exportado, aunque este es un momento difícil para el sector.
“Cuando las variables macro están alineadas, la producción se exporta a Europa y a América Latina. En materia de diseño hay empresarios pujantes que en medio de la crisis invierten y que tienen nuevas máquinas de última generación. Hay mano de obra calificada, con gente con décadas de antigüedad en las empresas que son muy valiosas porque en general las terminaciones se hacen de manera artesanal”, asegura.
Otro beneficio de este polo textil es que “es una usina de materia gris”, afirma Maisonnave. Cuenta con universidades y centros de capacitación que llevan al diseño a altos estándares internacionales.
Qué necesitan para exportar más
El empresario afirma que se debe “trabajar: en la modernización de la legislación laboral”. Con esto se refiere a “todo el costo que va por alrededor de lo que cobra el asalariado. Un salario es x y el empresario paga x por dos. Hay que buscar un termino medio que le sirva a las dos partes”.
También desde la cámara sugieren que se hagan modificaciones al régimen tributario. “Necesitamos reglas claras a mediano y largo plazo porque un mercado no se gana de un día para el otro. Hay competencia de todo tipo, hasta de países con mano de obra esclava. Vivimos en un país de medidas cortoplacistas”. Otro problema recurrente es el de los juicios laborales y la necesidad de adaptar la legislación laboral a los tiempos que corren “Hoy afecta mucho el tema de las demandas, que a veces no tienen sustento”,
Por último destaca el enorme potencial exportador que tiene la ciudad costera por la calidad de los empresarios, de la mano de obra y de la tecnología. “Se puede entrar en cualquier mercado a nivel internacional en nichos de productos premium y tener el puerto en casa también ayuda, aunque también tiene que seguir creciendo”.
Situación actual
La postal que resume parte del atractivo turístico de Mar del Plata se va decolorando. Detrás de las luces de la vidriera hay otra realidad, más cruda. Hoy la industria ya no brilla como en sus años dorados. Se debate jaqueada por la caída de ventas, acorralada por el aluvión de prendas importadas a precios irrisorios de China, de talleres clandestinos en el conurbano y la pérdida de trabajadores calificados que eligen otra actividad para poder mantener a sus familias.
Es una industria que debió amoldarse a estos nuevos tiempos de pandemia y aceitar canales de comercialización de la mano de nuevas tecnologías, justo a lo que no estaban acostumbrados sus clientes tradicionales.
“A la tienda online le pusimos onda para poder vender en medio de la pandemia, porque nuestros principales clientes de Buenos Aires no podían llegar a Mar del Plata”, dice María de los Ángeles Liberati, un apellido reconocido en la industria local.
“El canal hoy factura bajo; nuestra clientela es grande y poco habituado a las redes sociales pero comprobamos algo que no imaginábamos... también tenemos demanda de un público más joven, que es el que interactúa por redes y les encanta lo que hacemos”, dice la empresaria, también con pasado como presidente de la Cámara de la Industria Textil de la ciudad.
El sector tiene sectores diferenciados. El primario es la producción de fibras naturales, algodón, lana, pelo, seda, etc. Junto con la materia prima sintética sirven para generar los materiales para el sector secundario que transforma esas fibras en hilados y estas en telas tejidas de punto, la característica de la industria textil marplatense, utilizando maquinaria y productos químicos.
“La utilización de los elementos en el sector primario y secundario generan el terciario y son usados en varios subsectores que superan ampliamente la magnitud de la indumentaria”, explica Guillermo Fasano, empresario sectorial y también con pasado en la dirigencia de la Cámara. Por caso hay todo un polo de desarrollo vinculado a las redes para la industria pesquera.
Historia de los tejidos
Pero volvamos al sweater. La ciudad se hizo muy fuerte y pionera en su fabricación en los años 60 y 70, pero ya venía desde los año 50 forjándose una identidad en el ámbito textil de la mano de inmigrantes italianos que trajeron el saber europeo.
“El pulóver tiene una actividad más abarcativa que la de una prenda cualquiera ya que comprende etapas secundarias, como hilados y tejido de punto de la tela, con las terciarias, como confección, tintura, tintorería y hasta el diseño mismo”, señala Fasano.
La industria se ha achicado a la mitad desde su último pico de crecimiento a principios del nuevo siglo. Hoy sobreviven un puñado de empresas grandes entre las que se destacan Mauro Sergio, Tejidos Raquel, Raffaelli Giardino, Genoa, Buffagni, Flandria, y se dispersan talleres más chicos con marca propia, como el caso de Liberati.
“Hoy todos pensamos en sobrevivir”, confiesa la empresaria. “Es muy difícil porque toda la industria textil está lastimada por el trabajo en negro, donde fabrican prendas por precios impensados. Acá tenemos todo en blanco y esos costos se trasladan al precio de la prenda. Le vamos sacando márgenes para tratar de ser competitivos y podemos sobrevivir, pero perder un año, como pasó el año pasado no puede volver a suceder”.
Fasano fabrica indumentaria para bebés y niños con la marca “Inés Mayer”. En el 2011 producía 70 mil prendas. El año pasado fueron menos de la mitad. Para ponderar el impacto en el empleo que supone el ocaso de la industria, el empresario enumera todos los actores que intervienen en el proceso.
“Por cada máquina de tejer hacen falta otros procesos de remallado, que es el armado de los paños, los cortadores y overlockistas, además de la parte de tintorería donde se lava, tiñe y plancha. Están los revisadores, terminadores y empaquetado”. No son solo puestos de tejedores que se perdieron sino de todas las tareas en torno a esa prenda.
La textil es una industria que camina con el calendario invertido. En pleno invierno, cuando en las vidrieras de los locales en Juan B. Justo se muestra la colección de invierno, dominada por una paleta de grises, camel, maíz, verde oliva y el infaltable negro, en los talleres ya se confecciona la de verano.
“Cada diseñador lo ha combinado de diferentes formas para darle una impronta personal a sus colecciones. En algunos casos con colores shocking como el fucsia o verde benetton”, explica Liberati.
La fábrica arrancó en 1958 en el mismo lugar que funciona ahora. Güemes no era tal y mucho menos se imaginaba la transformación en un paseo exclusivo de Mar del Plata como sucedió con los años.
“Somos una empresa familiar, que comenzó mi suegro. Luego vinimos nosotros y ahora mis hijos. Cada vez asumimos mas tareas, desde el diseño y la producción entre otros. Siempre en una empresa familiar toca hacer de todo, pero una cosa es dirigir y otra poner el cuerpo, trabajando a la par de los empleados.
La industria textil ligada a la indumentaria se ha tecnificado con máquinas japonesas y alemanas. El contexto no incentiva para la importación de hilados italianos porque los saca del mercado hilados que cuestan entre 17 y 20 euros el kilo, pero disponen de materias primas nacionales para mantener la calidad de su producción.
Este tiempo de crisis quedó signada por la reducción de personal, caída de actividad que llevó al uso de capacidad instalada al 30%, agravada por la presión impositiva, aumento de costos en los servicios, baja de la demanda y altos intereses. “Estos últimos años dejaron en terapia a muchas empresas”, dice Fasano.
A pesar de este panorama sombrío, Liberati tiene una mirada optimista que sin dudas resume también el sentir de sus compañeros de Cámara. El de seguir apostando al trabajo, al diseño propio y a la calidad de las prendas de punto. La industria textil sufre en medio de un fuerte temporal pero se aferran al trabajo como si fuera un salvavidas. “Es difícil pensar en positivo hoy, pero todos queremos apostar a lo que sabemos hacer, que es tejer”, concluyó la empresaria.
Menos empleo
La curva de producción y empleos en la industria textil ligado a la indumentaria en Mar del Plata parece un tobogán. Ese descenso parte de una cima de 30 mil personas ocupadas en la fabricación de sweaters en la década del 70, según estudios elaborados por la propia Cámara Textil.
Entre 1980 y 1995 irrumpen las camperas y el sector indumentaria gana terreno pero aparece la máquina de tejer programable y la competencia de AMBA y esa nómina sufre una reducción para ubicarse entre los 20 mil y 25 mil trabajadores.
El siguiente mojón alcanza hasta el 2002. La Argentina firma en 1994 el acuerdo de Montevideo en la OMC sin reservas para cuotas nacionales de indumentaria y se produce la importación indiscriminada de prendas. De 1 5 millones de prendas anuales en 1991-1995, ingresan 6 millones en 2001-2002. Para tener dimensión de lo que implicó esa cifra, la Argentina producía menos de 15 millones de prendas.
“Fue la tormenta perfecta”, resume Fasano. La industria local perdió mercado por competencia del AMBA y la lluvia de prendas importadas lo que provocó la pérdida de miles de puestos de trabajo.”Cuando me hice cargo de la Cámara como Secretario en 2004 se hablaba solo de 10.000 personas entre sweater e indumentaria”, acota Fasano.
Entre el 2003 y el 2011 la decisión política de trabar las importaciones, sumado al recupero de la economía y el consumo, reactivaron el sector en Mar del Plata pero todo lo que se creció se hizo primero con la recuperación de la capacidad instalada y muy poco por nuevas inversiones. Ahí el sector recuperó terreno y la nómina de personal subió a 15 mil trabajadores.
Lo que vino entre 2012 al 2019 fue el reingreso a una curva descendente que se estabilizó, por encuestas privadas entre las empresas adheridas a la cámara, en una reducción del 30% en ese período.
Desde el inicio de la pandemia los puestos de trabajo en la industria cayeron otro 30% más. La caída real, no medida mes a mes, sino año 2020 contra 2019 y 2021 proyectado contra 2019 fue otro 30 % más.
“Por eso se puede estimar que desde el quinquenio 2005/2010 a la fecha la industria textil de Mar del Plata ha quedado reducida a la mitad. Cifra que condice con la cantidad emprendimientos y empresas grandes cerradas en la última década”, cierra.
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