Los sectores sensibles y las protecciones
Generalmente se identifican como sensibles a los mismos sectores y las importaciones de calzado, juguetes, indumentaria, textiles, etcétera, son penalizadas con medidas de protección de las producciones nacionales que, a pesar de ello, no logran alcanzar los niveles de competitividad adecuados.
A ese "menú protectivo", se agregan desde el 31 de agosto pasado las resoluciones 485 y 486. Esta penalización genera sobrecostos (más allá de las afirmaciones de las autoridades nacionales) que se trasladan hasta los consumidores, que soportan esos virtuales "subsidios" a la falta de competitividad industrial.
Además, cada sector admite singularidades. Por ejemplo, en el de juguetes las protecciones existen desde el año 1992; no logran generar atractivo para las inversiones necesarias para su desarrollo y el volumen del mercado no se expande.
Lo anterior impide la elaboración de productos de alta tecnología a una escala razonable y no habilita fabricar, a precios competitivos, productos masivos, reconocidos como líderes internacionales.
Las inversiones se han localizado en China, origen del mayor volumen de bienes en el mundo. El mercado internacional reconoce algunas pocas marcas líderes que decidieron seguir esa tendencia, por lo que no es correcto ni realista clasificar todo producto chino como de baja calidad o inseguro, pero menos asumir que compite con productos locales a precios similares. Esta generalización, forzada indiscriminadamente, ya no cabe, a menos que la decisión sea de retornar a la década de 1960.
Las nuevas medidas se suman a las vigentes y constituyen un menú cuyas consecuencias inmediatas se conocen: complicaciones burocráticas para demorar las gestiones de importación, aumento de costos por tramitaciones, aumento de precios al consumidor y eliminación de productos de los comercios, entre otras. Y, seguramente, nada de ello impedirá que los reales problemas del sector se resuelvan, tales como la ausencia de fiscalización en el comercio; productos sin cumplimiento de normas de seguridad, ingresados por "vías no tradicionales", subfacturados, falsificados, etcétera, todo lo cual podría reducirse por la aplicación efectiva y eficiente de normas ya existentes, sin necesidad de aplicar estas nuevas.
Justamente, con esa ajustada aplicación de las normas anteriores, gran parte de las dificultades identificadas por productores locales e importadores honestos podrían encontrar soluciones inmediatas. Pero se opta por el "camino fácil" de diseñar más medidas de neto corte proteccionista, que terminarán afectando a los que menos consumen, sin analizar a fondo, con todos los actores y con riguroso detalle, la temática del sector. Con planteos adaptados a la dinámica del siglo XXI, con pragmatismo y mucho de realismo (sin que ello implique ingenuidad o claudicación), se podría evitar seguir actuando indiscriminadamente, contra todas las importaciones del mismo sector u origen, afectando a empresas serias de manera injustificada con barreras que no encuentran correlatos en los mercados internacionales.