Los problemas de nuestros compradores también nos afectan
Es fundamental realizar un buen diagnóstico de lo que sucede en el mundo para que la Argentina pueda tener una oferta exportable; esta nueva mirada llevaría a aumentar las ventas externas
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Empiezo con una obviedad. Para crecer es necesario aumentar exportaciones, para lo cual hay que contar con productos de calidad, a precio competitivo y que haya compradores interesados y con capacidad de pago. Las bondades y problemas de nuestra producción son muchas y conocidas. Veamos entonces la situación de nuestros compradores.
Me concentro en los principales: Europa, China y Brasil. Por supuesto hay otros compradores pero son menos relevantes para nuestro comercio exterior.
En Europa habrá serios problemas por el fenomenal salto en el precio de la energía que sumado al efecto recesivo de la inflación augura dificultades para compras de productos de alto valor o de fácil sustitución. Dependiendo cómo cada país intente suplir el mayor costo de la energía habrá diferencias: compensando con menores impuestos, asumiendo un déficit fiscal mayor o dejando que las empresas y familias asuman un mayor costo, reduciendo sus compras y ahorros o beneficios. Otro fuerte indicador de la futura reducción de importaciones por parte de Europa es la caída en el valor del euro.
En China el vertiginoso crecimiento se ha reducido en los últimos años. A las draconianas medidas por Covid se suma que China depende del crecimiento de sus exportaciones fundamentalmente a EEUU que a su vez no está en una situación floreciente. El tipo de cambio es también un obstáculo y la situación de su sistema financiero empieza a ser algo más que ligeramente preocupante.
Bancos de dos provincias tuvieron problemas para devolver depósitos ya que sus carteras de crédito, muy orientadas a la construcción, presentaron un nivel de mora impensado unos años atrás. No olvidemos que gran parte del crecimiento fue financiado en condiciones muy favorables que no pueden mantenerse, lo que tiene efectos negativos de muy difícil corrección. Siendo uno de los principales destinos de nuestras exportaciones, su crecimiento y nivel de consumo es sumamente importante para nuestra balanza comercial.
Brasil continúa siendo el principal socio comercial de la Argentina. Su situación económica es sustancialmente mejor que durante la pandemia, habiendo corregido la totalidad del déficit en que se incurrió en esos años. Siendo un fuerte exportador de productos tanto competitivos como complementarios de los nuestros y contando y con una moneda mucho más estable, es de esperar que el intercambio automotriz y otras industrias pueda mantenerse razonablemente estable pero que sea un formidable competidor para productos del agro.
Tenemos productos que son esenciales para el mundo, pero aún así y considerando la situación de nuestros principales mercados, es poco probable que las cantidades exportadas de nuestros productos aumenten, a menos que seamos capaces de vender a un precio realmente menor que el de los sustitutos. Es bastante difícil que eso ocurra ya que nuestros costos impositivos, logísticos y derivados de temas cambiarios son muy elevados.
Respecto a precios, la invasión rusa a Ucrania ha significado un aumento en los precios de nuestras exportaciones alimenticias pero un mayor costo para las importaciones de energía.
El precio de petróleo y gas ha subido notablemente. Las recientes noticias de la suspensión de operaciones de NordStream 1 que junto a NS2 lleva gas a Europa pone en alerta roja a todos los usuarios. Ya no es cuestión de precio sino de abastecimiento. El petróleo, a pesar de la mayor lentitud de las economías de EEUU, Europa y China, ha mostrado picos que asustan. Aunque haya bajado – particularmente luego de utilizar parte de las reservas estratégicas de EEUU- continúa en valores que no se esperaban hace menos de un año.
A todos estos problemas sumamos los aumentos de tasas que se están viendo en estos mismos países, por lo que nos encontramos con un panorama que hará muy difícil lograr crecimiento de nuestras exportaciones.
La Argentina debería reconocer y entender el panorama internacional para adaptar su política económica de forma tal que pueda crecer tanto internamente como en exportaciones. Por supuesto que la elevada inflación e inestabilidad macroeconómica es un problema, con muchos trade-offs y dificultades de implementar cualquier política que se desee. Por ello, es vital el diagnóstico de lo que pasa en el mundo para diseñar políticas que nos permitan insertarnos. Ya no es válido decir que el mundo necesita proteínas y energía y nosotros las producimos. No. Es indispensable pensar políticas que puedan ayudarnos a producir más y en condiciones que puedan ser razonables para nuestros clientes, dados sus problemas.
Si el dólar se ha fortalecido contra el euro, el yen, otros emergentes y algo respecto al real brasilero, no podemos pretender que el peso se aprecie. Mucho menos con la inflación que corre a un ritmo muy superior al ritmo de devaluación. Si además consideramos el tipo de estructura impositiva argentina que afecta a todas las empresas, especialmente a las exportadoras, cuesta creer que los impuestos puedan aumentar. Sin embargo, nuestro recalcitrante déficit fiscal impide reducir la carga impositiva para hacer más competitivas nuestras exportaciones.
La Argentina está utilizando el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria, con muy magros resultados. Al contrario, está generando serios problemas de precios relativos internos, fuertes desincentivos a la inversión y un potencial salto en precios domésticos el día que esos precios puedan ajustarse.
Si por el contrario se entendiera al tipo de cambio como una variable vinculada al comercio exterior y a su vez al sector externo como fuente de crecimiento y no de recaudación, las posibilidades de crecimiento serían notablemente mayores.
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