Los desafíos políticos, económicos y comerciales de la Cancillería que viene
El comercio internacional argentino es complejo por los problemas de la macro y también por las decisiones de gobierno, más que de Estado; expertos en relaciones exteriores establecen los factores que se deben priorizar en un mundo complejo e incierto
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CÓRDOBA.- La llegada de un nuevo Gobierno abre nuevas expectativas a partir del próximo 10 de diciembre. El comercio internacional argentino atraviesa una coyuntura especialmente compleja y sus actores apuntan a que haya un reordenamiento. Es obvio que para superar los problemas se requiere de una estabilización de la macroeconomía pero, además, hay aspectos puntuales que la Cancillería debería mejorar o ejecutar. Especialistas consultados por LA NACION coincidieron en que el primer paso es tener una política exterior “coherente” con “continuidad”.
En el ámbito estrictamente económico, los consultados coincidieron en que el Ministerio de Relaciones Exteriores cuenta con un plantel profesional capacitado para llevar adelante las acciones que un país como la Argentina requiere para mejorar su relacionamiento internacional. No hay limitaciones en el capital humano e incluso entienden que tampoco en los recursos económicos disponibles sino que se requiere de una “estrategia clara” del posicionamiento al que apunta al país en el mundo y de un trabajo “en conjunto” con Economía.
El zigzagueo es marcado como el principal problema que afronta hace años la política exterior argentina. Patricio Carmody, experto en relaciones internacionales, grafica la situación con el mito de Sisifo, el del castigo griego que consistía en subir una pesada piedra por la ladera de una montaña empinada que, a punto de llegar a la cima, cae y la debe volver a subir.
En una “potencia media” como es la Argentina, Carmody plantea que la diplomacia “debe contribuir al desarrollo”. En una presentación organizada por la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba, la Adec y AmCham, el experto indica que es clave “lograr un consenso operativo en lo internacional económico” un esquema que incluye negociaciones económicas internacionales, promoción comercial y de inversiones, apoyo a sectores competitivos y el “llamar la atención” sobre aquellos factores que hacen “perder oportunidades” y que incluyen desde el tipo de cambio a los problemas de infraestructura y burocráticos.
Desde la Cámara de Exportadores de la República Argentina, su presidente Fernando Landa repasa que entre las 142 medidas que presentaron para una “estrategia nacional exportadora” establecieron en cuáles tiene un rol preponderante la Cancillería. Relacionamiento externo e inteligencia comercial son las cruciales. En esa línea sugiere que es importante “medir” los resultados de la promoción, conocer los resultados, hacer seguimiento.
Subraya también la institucionalidad. “Es una responsabilidad del máximo nivel de gobierno, pero le compete también a la Cancillería -dice-. En temas relevantes debe haber transparencia. Por ejemplo, nos enteramos de respuestas a determinados temas por medios del exterior y no debe ser así; debemos observar lo que hacen países que tienen relaciones múltiples”. Grafica también con anuncios relacionados con acuerdos de importancia geopolítica, como es el posible ingreso a los Brics, o la firma de swaps. “Hay que tener una visión madura, que discutamos los temas. En la medida que cooperamos hay temas que hablar; los privados podemos sugerir ideas”, añade.
El excanciller y exembajador en Italia, Carlos Ruckauf, asegura que en su gestión le otorgó “mucha importancia” al rol económico; recuerda que nombró a dos vicecancilleres, a Martín Redrado para ese segmento y a Jorge Faurie, de carrera. Las acciones en lo económico-comercial deben orientarse a vender productos con el “mayor y mejor valor agregado posible” y a comprar “de la forma más conveniente”. Las embajadas y consulados en el mundo, sostiene, deben “abrir camino a los empresarios”.
“Hay que saber exactamente qué quiere el mundo y qué queremos nosotros del mundo -enuncia-. Eso no lo ha sabido entender este Gobierno; el presidente Alberto Fernández desperdició la oportunidad que le dio el G7 para mejorar la capacidad de negociación. Hay que comerciar con todos, pero desde lo político negociar con las democracias y no con las dictaduras”.
Coordinación con Economía
Es ilógico e ingenuo suponer que Cancillería puede sustituir las decisiones que debe tomar Economía. Una macro desordenada e inestable condiciona todas las actividades productivas y comerciales, también las de internacionalización. Para Diego Guelar, exembajador en China, Estados Unidos, Brasil y la Unión Europea (UE), en ese sentido la Argentina vivió un “buen momento” cuando Guido Di Tella fue canciller y Domingo Cavallo responsable económico. Era el primer gobierno de Carlos Menem.
“Di Tella tenía una comprensión clara del apoyo que requería la gestión de Economía de apertura, de privatizaciones”, indica Guelar y recuerda, por ejemplo, que gestionó fondos disponibles de la UE para el apoyo técnico del armado de los pliegos para privatizaciones. “Se hizo una presentación que insumió 72 horas y participaron 400 empresas europeas; al país entraron US$$30.000 millones que permitieron sustentar la mayor reforma estructural que se haya hecho. Ese no era un rol secundario, estábamos muy imbuidos; había sintonía fina, era un funcionamiento virtuoso”.
Coincide con que hacia adelante Cancillería deberá sumarse a la tarea de “recuperar” la credibilidad para lo que el país tendrá que contar con “un programa económico que sea creíble”. Guelar subraya que China, Brasil, Estados Unidos y la UE tienen que recibir “un mensaje muy contundente; la Cancillería está preparada, hay un equipo profesional en condiciones de cumplir un rol inmediato”.
También Juan Pablo Lohlé, exembajador ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), España y Brasil, evalúa que en las últimas décadas hubo dos etapas “buenas” en el trabajo económico de Relaciones Exteriores, la administración de Menem y a partir de la estabilización de Néstor Kirchner: “Me tocó ver a mí como embajador esos años; de España llegaron inversiones por US$42.000 millones y Brasil se convirtió en el principal destino de nuestros envíos”.
Ratifica que el discurso “confiable y creíble” depende de la Presidencia y que la Cancillería trabaja en consonancia con ese lineamiento. Advierte que el desafío para la próxima gestión es “hacer coincidir la macro con la necesidad de exportar, el país necesita dólares. A partir de ese punto, todo se puede mejorar ya que en Cancillería están todas las condiciones: programas, estructura y personal capacitado, solo hay que ponerla en movimiento. Tener objetivos claros”.
Lohlé subraya que la Argentina cuenta con centros de promoción comercial en las grandes capitales del mundo y también con programas “específicos” a desarrollar. Menciona que cuando estuvo destinado a Brasil recorrían “todos los consulados con esquemas y presión para salir a vender, para visitar las empresas que pueden tener relación con las propuestas argentinas y eso dio su rédito” pero aclara que “también había una macro a favor y los instrumentos micros para hacerlo”. Añade que hay que fijar objetivos comerciales y “capacitar a los funcionarios, infundirlos de vender a la Argentina”.
Recuperar confianza
La Argentina se convirtió en un “país Penélope; uno teje y el otro desteje; sucesivamente es así”. La que habla es Carola Ramón Berjano, vicepresidenta del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y exsubsecretaria de Negociaciones Económicas Bilaterales y Multilaterales de Cancillería. Señala que ese modelo no se puede aplicar en política exterior porque “confunde a la contraparte” y subraya que para una estrategia “seria, no alcanza con un gobierno; son estrategias de mediano y largo plazo. Hay que buscar políticas de Estado, definir nuestros intereses, nuestros socios comerciales, a dónde queremos poner nuestras fichas”.
Ramón Berjano suma que la Argentina debe actuar “como país y no como gobierno” para insertarse en el mundo y analiza que hay una tendencia a ser binarios, “se perdió la capacidad de buscar grises que son importantes; muchos países los usan”. A su criterio, es un reflejo de “perder capacidad diálogo, se dialoga con el que piensa distinto”.
Para la experta las políticas de Estado se concentran más en el área política -Malvinas, no proliferación nuclear- que en la económica: “La Cancillería fue perdiendo el empoderamiento económico; hay que tener lineamientos claros. Las agendas siguen pero hay que tener prioridades, evitar que sea random. Los mercados extranjeros demandan socios comerciales confiables, eso es esencial”.
Como los otros expertos rescata que los profesionales del Servicio Exterior son “un lujo; un cuerpo profesional muy preparado” y debería concentrar el diseño de la política exterior comercial y la ejecución, “competencias que se le sacaron muchas veces y a veces se solapan con otros ministerios y organismos; hay un ordenamiento que es esencial”. Entiende también que debería haber “más transparencia” en ascensos y traslados del personal.
Marisa Bircher, exsecretaria de Comercio Exterior de la Nación, es una más en destacar los “calificados” equipos profesionales pero interpreta que “falta gestión interna”. “Necesitamos más inserción, que se agregue más valor a las exportaciones, se requiere una política más agresiva y también de la Agencia de Inversiones; no solo es ir a ferias, sino campañas de promoción, un mayor desarrollo de mercados de las manos de las embajadas”.
Sostiene que para poder atender un mundo que demanda lo que la Argentina produce hay que “recuperar confianza; tener un plan claro de qué mercados promover y a qué países dirigirse”.
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