“Lo que más preocupa a las empresas suizas es el impuesto PAIS”
El presidente de la Cámara de Comercio Suizo Argentina habla de las oportunidades de negocios, pero también de las barreras para producir
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Con una balanza comercial positiva para la Argentina en US$646 millones en 2023, el intercambio comercial con Suiza fue ese año de US$1739 millones. Suiza desembolsó US$1065 millones por el oro argentino, y en menor medida también compró vinos, carne y miel. La Argentina, por su parte, adquirió productos inmunológicos y medicamentos, entre otros.
Al frente de la Cámara de Comercio Suizo Argentina, Ernesto Kohen tiene una trayectoria de 40 años en el mundo de la alta relojería y es el director del Grupo Chronex desde 1978. Conoce en detalle las particularidades del comercio y los negocios entre ambios países. “Ninguna empresa suiza dejó la Argentina, aún en los tiempos más difíciles”, comenta.
Para premiar las buenas acciones en los negocios, hace cuatro años que se puso en marcha el Premio Acciones Positivas de la Cámara de Comercio Suizo Argentina, cuya inscripción y participación cierra el 31 de mayo. “El premio distingue acciones que hayan logrado un efecto positivo en la comunidad”, estipula el reglamento.
Hay tres temas en los cuales se puede participar: sustentabilidad ambiental y social; diversidad, equidad e inclusión y tecnología e innovación. Las categorías son grandes empresas, pymes y organismos públicos, universidades y otras grandes entidades; también se pueden anotar individuos. Hay premios en dinero, la posibilidad de hacer contactos y también un viaje a Suiza para una persona, con la presentación de su trabajo en la Universidad de St. Gallen.
En la entrevista, donde se repasan los grandes temas de la actualidad, Kohen realiza una fuerte crítica al impuesto a los bienes u objetos suntuarios, dentro de la categoría de los impuestos internos, al que define como “regresivo” y que grava con un 25% extra a los objetos de lujo, sumando un costo al ya de por sí oneroso IVA del 21%. “En Suiza se trata de una industria que exportó en 2023 por 30.000 millones de francos suizos”, asegura. “Son US$33.000 millones”. Agrega que el impuesto frenó el crecimiento del sector en la Argentina. También se refirió a otras complicaciones como el impuesto PAIS y las retenciones a las exportaciones, y brindó algunas definiciones sobre el posible acuerdo entre el Mercosur y el EFTA.
–¿Cómo se vive desde Suiza la crisis geopolítica, las guerras y conflictos?
–En realidad Suiza es una especie de isla en Europa. Tiene en la Constitución el concepto de neutralidad. Eso le vale estar bastante lejana de los conflictos bélicos. Si bien este concepto fue variando, sigue manteniéndose de manera muy estricta en el no involucramiento en ningún conflicto que no sea declarado por las Naciones Unidas. Es una política de consenso, paz y neutralidad.
–¿En qué estado está el posible acuerdo entre EFTA y Mercosur?
–El EFTA es un acuerdo de libre comercio entre naciones que están fuera de la Unión Europea y lo integran Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Se está negociando el tratado de libre comercio entre EFTA y Mercosur. Hay mucho interés. Está muy avanzada la parte técnica. Ya vinieron dos delegaciones parlamentarias del EFTA para hablar con los parlamentos del Mercosur, porque después de pulida la parte técnica este acuerdo tiene que ser refrendado por los parlamentos.
–¿Por qué no forma parte de la Unión Europea?
– No entró por su sistema democrático y federal que es un ejemplo. Cuando el parlamento aprueba una ley, tienen un tiempo para, con 50.000 firmas, convocar a un referéndum. La gente participa. El referéndum indicó que el país quiere mantenerse neutral.
–¿Por qué hay interés en la Argentina?
–Nosotros, desde la Cámara, somos agentes de la corporación suiza oficial dedicada a la promoción de exportaciones, que se llama Swiss Global Entreprise (SGE). Recibimos por parte de esta organización pedidos de informes de mercado. Últimamente estos pedidos de informes han crecido mucho, sobre todo por parte de empresas que están enfocadas en tres áreas: minería, transporte y agro. Les interesa invertir sobre todo en los servicios. Hay muchas empresas suizas que ya están en el país. El embajador, cuando anunció el premio de acciones positivas, destacó que ninguna empresa suiza dejó la Argentina aún en los tiempos más difíciles. Hay algunas que están hace más de 100 años en la Argentina y siempre se han adaptado a las distintas situaciones.
–¿Cómo ven a la Argentina?
–Se ve en el proceso de tener una economía más abierta y un mayor dinamismo del intercambio bilateral. Las empresas suizas en la Argentina están hoy, todavía, en el proceso de resolver toda la ingeniería financiera que requiere el pago de los pasivos que quedaron pendientes con las grandes restricciones que existieron anteriormente para los pagos al exterior. Se calcula que el 50% de la deuda ya está resuelta vía Boprear o contado con liquidación. Hoy se encuentran también muy ocupadas negociando con sus casas matrices, o con sus proveedores del exterior cómo resuelven las quitas que traen consigo cada uno de estos medios de pago y los costos que tienen. Pero, hay que decir que hay expectativa porque los anuncios de una reforma fiscal liberaría toda esta pesada carga que tenemos tanto para importadores como para exportadores.
–¿Cuál es la preocupación principal hoy para las empresas suizas?
– Es el impuesto PAIS que subió del 7 al 17,5%. Esto encarece tanto las exportaciones como las importaciones, porque en realidad no es un impuesto al producto sino a la divisa. Después, las retenciones para los exportadores todavía existen. Tenemos empresas que exportan desde la Argentina y se ven fuera del mercado y estamos a la expectativa de que se resuelva. La expectativa está en la reforma fiscal y también en la laboral.
–¿Cómo es la balanza comercial entre ambos países?
–La balanza comercial con Suiza es positiva para la Argentina fundamentalmente por la compra de oro en bruto por parte de Suiza. Luego, importa productos elaborados con oro (que proviene de distintos países del mundo, no solo de la Argentina). Estos productos importados están gravados con un impuesto interno específico a los bienes suntuarios, lo que dificulta el desarrollo del mercado de la alta relojería y de la joyería. Al ser pequeños objetos transportables, se terminan entonces comprando en el exterior. La Argentina tiene un gran mercado para este tipo de productos por una cuestión cultural. En su momento, Buenos Aires era el faro de la moda en América Latina. San Pablo era una capital de consumo, pero el lanzamiento de los productos en general, en el mercado del lujo, se hacían en Buenos Aires. Aquí se realizaba el Salón de la Relojería, que hace ya 10 años que se lleva adelante en México. Todo esto se fue perdiendo, porque este impuesto regresivo, que distorsiona los precios de mercado, dificulta el desarrollo del sector. Hubo una época de oro para el sector, que fue cuando se quitó el impuesto, en la época de Domingo Cavallo.
–¿Había industria también en joyas y relojes?
–En esa época la Argentina tenía una industria joyera importante. Existían varias fábricas muy importantes que exportaban joyas elaboradas en la Argentina. Pero se perdió todo con este impuesto. El mercado se achicó y crecieron las compras en el exterior.
–¿Cuánto se exporta en Suiza en relojes?
– Las exportaciones suizas, al igual que la economía del país, crecieron después de la pandemia. Los relojes, particularmente, cayeron en cantidad de unidades, pero crecieron en valor. El 70% de las exportaciones de relojes tienen valores superiores a los US$10.000. El desarrollo es muy importante. Está la carrera de ingeniería en relojes, por ejemplo.
–¿La Argentina podría tener su propia industria?
– No, es imposible competir con el saber hacer suizo. Ese país se planteó como política de Estado, hace ya muchos años, trabajar en el concepto de innovación. Tiene su propio Silicon Valley, cerca de Lausanne. Por eso la industria relojera incorporó muchísimo de robótica. Pero, para la parte de alta relojería, es imprescindible la mano humana.