Limones: los desafíos de una industria que es líder a nivel mundial desde hace décadas
La Argentina cubre entre el 65% y el 70% de la demanda global de aceite, jugo y cáscara; en promedio, el sector aporta divisas por unos US$600 millones al año por las ventas al exterior, pero muestra preocupación por el hecho de que se mantienen las retenciones
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El país tiene el clúster de limones más importante del mundo. Es líder indiscutido en subproductos derivados (aceite, jugo, cáscara) y cubre entre el 65% y el 70% de la demanda global. Además, es el principal exportador a contraestación de la fruta fresca, pero en los últimos años fue desplazado de ese lugar por Sudáfrica.
El sector aporta anualmente unos 600 millones de dólares en divisas. Desde hace unos cinco años el limón atraviesa una crisis mundial: hay sobreoferta y cayeron fuerte los precios. Los expertos aseguran que es un problema “coyuntural” pero advierten que será “largo”. Además, el Gobierno nacional decidió mantener las retenciones, por lo que la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa) manifestó su “profunda preocupación” al respecto.
En volumen de producción la Argentina continúa siendo número uno; en 2021 y 2022 estuvo levemente por encima de las dos millones de toneladas, y se estima que este año caerá alrededor del 10% por la sequía y también por los problemas mundiales del sector. En los últimos 15 años el país pasó de 35.000 hectáreas a 52.000 hectáreas sembradas, aunque en los últimos tiempos hubo un ajuste por la falta de rentabilidad.
El clúster con eje en Tucumán tiene economía de escalas; emplea a unas 50.000 personas en forma directa durante la cosecha y a unas 10.000 más fuera de ese período.
El conglomerado tomó fuerza cuando hace unas tres décadas la principal fabricante de bebidas carbonatadas del mundo lo eligió como proveedor del aceite esencial de limón que usa en su fórmula. Había intentado con otras localizaciones como España, México y los Estados Unidos, pero se decantó por la Argentina porque tiene las mejores condiciones. Por eso, la firma de contratos a largo plazo le dio previsibilidad a la cadena para las inversiones necesarias.
Según datos oficiales, las exportaciones de limones frescos entre enero y octubre últimos registran una caída interanual del 15,5% medida en volumen y del 23% medida en valor. El precio promedio de la tonelada se redujo en los primeros diez meses en relación al promedio del año pasado en un 8,8% (US$567 la tonelada versus US$622,2 de 2022).
Hacia el mundo
Estados Unidos fue el principal destino de los envíos (representa el 34,4% de las operaciones totales medidas en dólares y el 34% medidas en volumen; en 2017 el país recuperó ese mercado del que estuvo afuera 16 años). Le siguen Rusia (16% en valor y un 16,3% en volumen), España (11,1% en valor y 11,2% en volumen) y Países Bajos (11% en valor y 10,9% en volumen).
Los precios de exportación registraron una caída significativa desde 2019 en relación a la etapa 2010/2018; el precio promedio de la tonelada entre enero y setiembre fue el más bajo desde ese momento, US$567. Hasta fines de 2023 la Argentina fue el tercer exportador global por cantidad de limones frescos del mundo.
Conforme al Trade Map, el ranking de exportadores mundiales de limones en el primer semestre del año último estuvo liderado por España, con 351.929 toneladas; le siguieron Sudáfrica (319.354 toneladas); Turquía (310.323 toneladas) y la Argentina (126.909 toneladas).
Un reporte del Ministerio de Agricultura de la Nación del año último, daba cuenta de que las circunstancias del mercado y la menor oferta llevaron en los últimos meses a una mejora de los precios, “lo cual es beneficioso para los productores que han tenido que lidiar con precios bajos durante los últimos años”. Los valores, repasa, se acercaron “a niveles normales después de tres temporadas” de estar deprimidos.
Tomando como referencia todas las calidades, el precio medio estacional de los limones se redujo entre US$5 y US$7 dólares por caja en los últimos tres años por “la presión de la competencia unida y la acumulación de grandes volúmenes importados en el mercado norteamericano”.
Consolidado
Juan González Pita, fundador y COO de Salix Fruits (empresa estadounidense gestionada por argentinos que compra fruta en 20 países diferentes y exporta a 50 destinos) subrayó que el de los limones es el clúster frutícola que, en la actualidad luce como el mejor “armado” ya que, a diferencia de los otros existentes (como el de peras y manzanas del Alto Valle, el de uvas y frutas de Cuyo o el de naranjas del noreste), vende derivados industriales.
Asimismo, destacó la “muy buena calidad y el volumen” de los limones argentinos. La empresa, que es la principal importadora de Estados Unidos, re empaca y distribuye a cadenas en todo el país. También, en otra unidad de negocios, actúa como trader, ya que compra a exportadores y vende a importadores (no solo limones, sino toda una variedad de frutas).
Nacida en Tucumán hace casi 70 años, San Miguel procesa más de 340.000 toneladas de limones, representando un 15% de la producción mundial de ingredientes naturales. En el 2022 vendió sus operaciones de fruta fresca en Sudáfrica y de Perú para concentrarse en potenciar la producción y exportación de derivados de este cítrico. Hace unos meses anunció la construcción de una planta industrial en Sudáfrica a través de su subsidiaria Sunshine Natural Ingredients.
Pablo Padilla, presidente de la Acnoa, explicó que la Argentina deriva gran parte de su producción a la industrialización, mientras que en fruta fresca señala que hay problemas de competitividad que deben corregirse. Por ejemplo, Sudáfrica ingresa en la Unión Europea sin aranceles mientras que el limón argentino paga seis por ciento de arancel. “Eso pone presión a la competitividad y le resta”; sintetiza.
La Argentina es el cuarto exportador mundial de limones frescos, por detrás de España, Sudáfrica y Turquía. Los tres países la duplican en volúmenes. “Hay un crecimiento importante de la producción que pone presión a los precios y que afecta a la rentabilidad –aclaró Padilla–. Los precios cayeron entre 40% y 50% en los últimos cinco años y, aunque menos, también bajaron los de los derivados industriales”.
El titular de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus), José Carbonell, coincidió con la radiografía. Habló de que la crisis mundial toma características propias en cada país pero con el denominador común de una sobreoferta de la fruta, cuya producción se triplicó en los últimos 25 años (con fuertes subas en jugadores como Zimbabue, México y Turquía). Ratificó además que la demanda de la fruta fresca –es “un condimento no un alimento”– tiene un crecimiento relativamente lento, y que es estructuralmente inelástica.
En lo que hace a la demanda industrial, si bien no tiene la misma característica, tampoco tiene alzas “explosivas”. El segmento que está “levemente insatisfecho” por la oferta es el de la cáscara. Este contexto, manifestó Carbonell, es determinante para que –salvo los que tienen contratos de largo plazo– lleven “tiempo de retorno cero y años de rentabilidad negativa”. Y agregó que los productores no integrados “fueron saliendo de la actividad”.
Martín Lazarte es subsecretario de Desarrollo Productivo de Tucumán, la provincia que más limones produce en el país (unas 40.000 hectáreas). Entre 2022 y 2023 la superficie cayó alrededor del 12%, pero “esa baja no se vio reflejada en la producción” porque los árboles tienen un ciclo de hasta 25 años. “Los plantados en 2014/15 están ahora en su punto más alto –describió–, pero hay tierras en las que no se renovaron las producciones y se transformaron en cultivos de caña de azúcar”.
Búsqueda de alternativas
Aunque Sudáfrica es el país que más creció en el mundo en producción, tiene como contrapartida que no hace industrialización. Para Carbonell frente a esa situación la Argentina tiene una ventaja competitiva extra para su fruta fresca, ya que por las exigencias de la industria en el tratamiento sanitario no se usan sintetizados químicos: “Aquí ofrecemos limones de enorme sanidad y eso es una ventaja porque hay mercados que revalorizan esto”.
El directivo subrayó que, pese a la capacidad de industrialización y de abastecimiento, la Argentina “no fija precios” de los derivados, pues es un mercado con relativamente pocos clientes grandes. A diferencia del aceite, el jugo –del que hay menos demanda– tiene altos costos para sostener stock porque se requiere refrigeración.
Por otra parte, Carbonell adelantó que se están terminando estudios técnicos para producir ácido cítrico a nivel nacional: “Permitiría una sustitución de importaciones por alrededor de US$35 millones anuales. Nos dejaría equilibrados y hasta con superávit para abastecer al mercado internacional. Hemos hecho consultas y toda la industria está interesada; hubo una propuesta a la industria alimenticia y la respuesta fue muy buena”.
Desde el sector de los cítricos, a la vez que monitorean lo que pasa en el mercado mundial del limón y buscan alternativas, analizan las oportunidades que se abren para la naranja. Por la bacteria HBL el planeta perdió un tercio de la producción: de 70 millones de toneladas se pasó a 42 millones (la HBL demostró afectar mucho más a los cítricos dulces que al limón). En ese marco, los precios internacionales subieron y son auspiciosos para los exportadores locales.
“Claro que hay que tener plantas y casi no yemas –detalló Carbonell–. Son procesos que llevan su tiempo, pero sin dudas hay que prepararse porque creo que vamos hacia un círculo virtuoso. Es cierto que la cáscara cuesta 30% menos que la de limón, pero, en cambio, el jugo tiene un precio récord. La Argentina debe seguir trabajando para que Estados Unidos se abra para los cítricos dulces”.
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