Las implicancias del ingreso al Mercosur de un nuevo socio con voz y voto
El país vecino deja el estatus de Estado asociado del bloque para convertirse en miembro pleno y tendrá cuatro años para adaptarse a las normativas; cómo juegan el factor gas y también algunas tensiones bilaterales
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CÓRDOBA.- Un Mercosur debilitado en cuanto a su potencial, con menos peso en el comercio internacional y también un intercambio intra regional reducido, recibe a Bolivia como integrante con voz y voto. La canciller Celinda Sosa Lunda resaltó los beneficios para su país de incorporarse al bloque: “Son enormes. No solo en el área comercial, sino que también tendremos mejores posibilidades para transitar en los países vecinos”.
El Mercosur ha facilitado a los Estados parte y los Estados asociados la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos, a través de la eliminación de los derechos aduaneros. Hay también un Arancel Externo Común. “La incorporación de Bolivia como país miembro tiene un carácter estratégico porque significa ser parte de un importante espacio de integración regional, intercambio comercial, fortalecimiento productivo y nos convierte en un eje articulador en la región”, escribió el presidente Luis Arce el día que el Congreso boliviano aprobó el protocolo de adhesión plena.
“No solo tiene implicaciones económicas, sino que también refuerza los lazos políticos y culturales entre los países miembros. En este espacio Bolivia impulsará proyectos conjuntos en infraestructura, energía, medio ambiente y otros sectores clave, promoviendo un desarrollo más equitativo y sostenible en la región”, agregó.
El resto de los socios, cuando empezaron las negociaciones, tenían la mirada puesta en el gas boliviano, ese aporte hoy está en crisis. No hay expectativas de más y mejores relaciones comerciales ni tampoco de revitalización de las negociaciones con la Unión Europea.
Aunque Arce reconoce solo “dificultades” para la obtención de dólares, niega que el país atraviese una crisis económica. La caída de la exportación de gas juega un rol clave en la menor disponibilidad de divisas del país; rigen restricciones para el acceso al dólar que no llegan a ser iguales al “corralito” impuesto sobre la Argentina durante la crisis de 2001, pero tienen puntos en común.
Entre enero y mayo -últimos datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) disponibles- las exportaciones bolivianas sumaron US$3484 millones, 24% por debajo del mismo período del 2024. Las operaciones de productos tradicionales experimentaron una baja de 28% en valor y 12% en volumen en comparación interanual y las de no tradicionales (joyería, azúcar, castaña, carne bovina y sus derivados) llegaron a US$998 millones. Acumula un déficit de balanza comercial de US$400 millones.
El economista Gustavo Perego, de Abeceb, entiende que la incorporación de Bolivia al bloque está inserta en la concepción, que viene desde hace tiempo, de “darle dinamismo político y no comercial”.
No espera un incremento del comercio porque ya el nuevo socio operaba en el marco de la Aladi. “Sí agrega inestabilidad política” -dice-, “es parte de una agenda vieja”.
Sobre el proceso de integración, Esteban Actis, docente e investigador de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario, analiza que la incorporación se da en un contexto en que el bloque discute la flexibilización y hay contrapuntos entre los miembros, por lo que es un “desafío” avanzar con la adaptación de un nuevo miembro con voz y voto. “El consenso deberá ser de a cinco y eso será más complejo por la realidad que se transita; hay vínculos difíciles en momentos en que sería necesario recuperar vigor”.
Bolivia es uno de los pocos países de América que salió a respaldar a Nicolás Maduro por los resultados electorales, una causa común con China, Rusia, Siria e Irán.
A su entender, Bolivia aporta escala, “acentuará su perfil comercial conusureño, cuando ya tenía a Brasil como socio importante. Con su infraestructura puede ayudar al perfil energético del bloque, la Argentina puede aprovechar para exportar gas de Vaca Muerta”.
Miguel Ponce, director Centro de Estudios para el Comercio Exterior Siglo XXI, después de insistir en el período “difícil” que atraviesa el bloque entiende que “cualquier incorporación” es positiva por el “mayor peso, diversidad y densidad” para negociar con otras regiones. Sobre el “aporte” boliviano, indica que pasa por los sectores primarios, destacándose el litio.
“El mineral coloca al Mercosur como un aliado estratégico, particularmente de la Unión Europea, interesada en la transición energética -añade-. El mayor desafío en general del bloque es ganar fortaleza, particularmente hay que debatir la posición frente a China”. Coincide en que políticamente, la inclusión “inclina la balanza” hacia Brasil en un contexto dominado por los “ruidos políticos” que ya existen.
“Hay una creciente necesidad de quitar ideología nuestros vínculos diplomáticos para no seguir afectando nuestros vínculos comerciales -reflexiona-. Y esto vale para todo el Mercosur, que también debe privilegiar los vínculos comerciales y económicos”.
La consultora en Comercio Exterior Yanina Lojo repasa que Bolivia tiene cuatro años para aplicar las normas del Mercosur y 180 días para que el grupo de trabajo indique cómo lo va a hacer.
El país es miembro también de la Comunidad Andina, pero en 2023 exportó 40% más al Mercosur y por eso su interés en sumarse. El desafío es que “perdió terreno en gas y hasta posiblemente termine compitiendo con la Argentina, que busca exportar; sería más fácil negociar con un socio comercial”. Una oportunidad para el país sería que el bloque cierre nuevos acuerdos comercial, lo que también beneficiaría a todo el Mercosur. “Un punto clave es qué política aplicará la Comunidad Andina con respecto a Bolivia; si le recorta participación o en cambio aprovecha esta expansión”, sintetiza.
La relación política y comercial más fluida de Bolivia con los socios del Mercosur es con Brasil. A comienzos de julio, en una reunión bilateral celebrada en Santa Cruz de la Sierra, Lula destacó la cooperación entre ambos países en la política industrial de explotación y procesamiento de litio y subrayó el fortalecimiento de la cooperación comercial, especialmente en la producción de fertilizantes.
Tensión
El intercambio comercial con la Argentina, entra directamente en “resto” en las estadísticas oficiales (0,5% del total promedio). La balanza comercial desde 2012 hasta el 2023 fue deficitaria para la Argentina por las importaciones de gas.
En lo que hace a los vínculos políticos, el presidente Javier Milei acusó a Arce de difundir una “falsa denuncia de golpe de Estado”, por la asonada militar de junio, y de encabezar un “gobierno socialista” que pone “en peligro la democracia boliviana”. Bolivia llamó a consulta a su embajador en la Argentina y, en un comunicado, rechazó las “inamistosas y temerarias” declaraciones y habló de “ideología fascista”.
Un eje de la relación comercial es la importación de gas natural que terminará en setiembre próximo. Aunque el contrato entre Enarsa y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) finalizó el 1 de julio, la administración libertaria continuará las compras según se indicó en una de las audiencias públicas por los subsidios energéticos. La explicación de la extensión son las demoras en las obras reversión del gasoducto Norte, cuya finalización estaba inicialmente prevista para mayo. Con esta obra Vaca Muerta podrá proveer al norte del país, sustituyendo las importaciones desde Bolivia e incluso vendiéndole a ese país.
Alejandro Eintoss, economista, consultor en Energía y Servicios Públicos e integrante del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, precisa que Bolivia “históricamente” fue un productor de gas barato y que la Argentina le compró aun en los ‘80 cuando la balanza energética local era superavitaria. Se discontinuó en los ‘90 y el contrato se retomó en el 2006.
Brasil construyó un gasoducto desde Bolivia a San Pablo y se convirtió en el principal cliente, con prioridad en el despacho. Cuando en el 2006 la Argentina vuelve a comprar lo hace sin esa prioridad. “El contrato se cumplió razonablemente hasta que Bolivia se quedó sin gas -analiza Eintoss-. Es que aplicó una receta populista como lo hizo la Argentina; no invirtió y tampoco generó las condiciones para que los privados lo hicieran y la producción comenzó a declinar. Hoy está en una situación muy complicada, abastece algo a Brasil, casi nada a la Argentina”.
Para el experto la lectura clave de la incorporación de Bolivia al Mercosur en materia de energía pasa por la infraestructura. Los 3000 kilómetros del gasoducto del NEA “se usan a media máquina; el gas va de sur a norte y se pensaba a la inversa. La baja utilización es porque el que tenía que aportar se quedó sin. La alternativa es Vaca Muerta”. Descree que el país pueda recuperar el rol que tuvo porque revertir la situación lleva tiempo; “no hay reservas comprobadas para ser extraídas en el corto plazo”.
Respecto de la urgencia de la obra de reversión del gasoducto Norte, apunta que de ese gas depende el abastecimiento de las usinas eléctricas del centro de la Argentina que no aceptan gasoil.
Otras posibilidades
A esa mirada, Perego añade que Brasil no sólo construyó el gasoducto con capacidad de llevar hasta 30 millones de metros cúbicos de gas por día sino que se involucró en el desarrollo de la industria del gas. “Petrobras hizo inversiones en el sector energético boliviano -detalla-. Incluso le nacionalizaron esos activos, igual que a otras empresas más chicas”. Ratifica que hoy el sector del gas está muy complicado, sin exploraciones y “sin certezas” respecto del último yacimiento encontrado.
Respecto del litio -Bolivia integra el “triángulo” del mineral junto con la Argentina y Chile-, califica al sector como “el más subdesarrollado de los tres; por su calidad el costo de transformación en carbonato es más caro y tiene un marco regulatorio muy malo”.
Diferente es la perspectiva de la Bolsa de Comercio de Rosario. Aunque enfatiza el escaso peso de las exportaciones a ese destino, destaca la “diversificación”: harina de trigo, autopartes, manufacturas de plásticos y productos químicos. “Más facilitación del comercio entre ambos países puede seguir apuntalando las exportaciones nacionales; las operaciones de harina de trigo son gran primer paso para seguir agregando valor en la cadena triguera”. Prácticamente la totalidad de las semillas de soja y girasol para siembra que exporta Argentina tienen a Bolivia como destino
Ponce menciona que hay otros bienes que pueden ganar espacio, como turbinas de gas, autos, oro, algodón, productos del complejo tabaco y productos del complejo pesquero. “Puede ayudar a diversificar las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial, hoy concentradas en Brasil, pero en descenso”, suma.
De las importaciones, la Argentina compra algo de porotos de soja para industrializar y reexportar productos derivados con mayor valor agregado y bananas, fruta que fue aumentando su peso sobre el total detrás de Ecuador. Una de cada cuatro bananas viene de Bolivia. Hasta el año pasado, la Argentina era el tercer destino de las ventas externas bolivianas, detrás de India y Brasil.
“Vemos con mucho optimismo está incorporación. Genera expectativas el inicio de la trayectoria para la adecuación en diferentes áreas, tanto en control aduanero, como de tránsito de personas y derechos civiles -dice Martín Ignacio Pueyrredón, corresponsal en Bolivia de la Cámara de Comercio Bilateral Boliviana Argentina-. La hidrovía también está en terreno boliviano y con este paso está la posibilidad de actuar como base logística, de acceso a mercados de la comunidad andina”.
Repasa que el agrodesarrollo boliviano viene creciendo: “Es superior al de algunas provincias del norte argentino e inclusive que Paraguay; muy parecido al del suroeste de Brasil. Hay mucha inversión de argentinos y de brasileros, tiene posibilidades porque viene expandiendo constantemente su frontera agrícola con un debate abierto sobre la sostenibilidad. Entendemos que el Mercosur levanta la vara en esas exigencias, implica la necesidad de mejorar”.
Pueyrredón sostiene que hay “muchas posibilidades” a explorar por las Pymes argentinas que tienen “más innovación, más tecnología” y apunta a la industria metalmecánica, por ejemplo. “Siempre se miró muy de costado a Bolivia; en la Argentina no se la tiene incorporada como mercado por una cuestión de escala. Es cierto que es más chico, pero también es más fácil de llegar y hay mucho por hacer”, añade.
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