Las diez trabas que la Argentina debe remover para expandir su intercambio internacional
Los especialistas subrayan que no alcanza con ordenar la macroeconomía, hay otros desafíos a encarar y resolver
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CORDOBA.- Desde hace años la Argentina en un discurso que es transversal a todos los gobiernos apunta a exportar más. Hay coincidencia de los expertos en que el país tiene el potencial pero, por diferentes circunstancias, no lo explota como podría. LA NACION consultó a cinco referentes en el comercio internacional sobre las diez barreras que hay que remover para dinamizar el sector.
Entre enero y agosto (último dato oficial disponible), las exportaciones argentinas crecieron 17,7% interanual y alcanzaron niveles récord para ese período al totalizar US$ 59.720 millones. Las estimaciones de Cancillería para todo el 2022 indican que alcanzarían un un récord de US$ 100.000 millones. Hasta el momento, el registro más alto es del 2011, con US$ 97.477 millones.
Entre los aspectos apuntados por las fuentes consultadas por LA NACION hay dos que son básicas y que pasan por ordenar la macroeconomía y mejorar la institucionalidad. La mayor integración internacional a través de más acuerdos comerciales también es indicada como crucial; en ese punto destaca un relanzamiento del Mercosur.
Más allá de esos aspectos, los consultados enumeraron una serie de aspectos que abarcan diferentes segmentos en los que operan tanto los exportadores como los importadores y que van desde la administración del comercio a herramientas de facilitación de los trámites que los actores deben encarar.
Los especialistas consultados por este diario son Marcelo Elizondo, titular de la consultora DNI; Soledad Pérez Duhalde, economista de Abeceb; Fernando Landa, presidente Cámara de Exportadores de la República Argentina (Cera); Fernando Furci, gerente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (Cira) y Eduardo Serena, secretario de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba.
1. Crisis en la macroeconomía
Es el primer factor que mencionan los especialistas como necesario pero no suficiente para que el país crezca en el comercio internacional. “No se puede ser competitivo internacionalmente lidiando contra la inestabilidad cambiaria, la inflación y las tasas de interés”, define Elizondo. Para Pérez Duhalde la tarea a realizar es muy extensa, ya que la Argentina vive de espaldas a los mercados externos y debe comenzar por lo básico: “Como mínimo un tipo de cambio estable y competitivo y la reducción de impuestos distorsivos. En el segundo, garantizar la permanencia de las reglas de juego para las inversiones, una conflictividad laboral más baja y seguridades sobre los derechos de propiedad”.
“Ordenar las cuentas fiscales mejora el riesgo país, no se necesita de asistencia del Banco Central. Alcanzar la eficiencia energética es clave porque permitiría eliminar restricciones en el uso de divisas”, dice Landa. Furci aporta que se debe evitar la volatilidad en las políticas, “tratando de incentivar las exportaciones de manera sostenida, con impuestos razonables. Esto permite que las empresas puedan proyectar, tomar decisiones”.
Furci enfatiza que se deben mejorar las condiciones de competitividad general, adaptar las regulaciones laborales y alivianar la presión impositiva con un esquema que “incentive las exportaciones, la mejor calidad de la producción, los mejores precios, la competencia en el mercado local. Estamos entre las 25 peores economías del mundo en presión impositiva según un estudio de Deloitte; no podemos trasladar esos impuestos a lo que producimos y vendemos”.
2. Imprevisibilidad
Las idas y vueltas de la Argentina en materia geopolítica es observado como un problema. Elizodo plantea que hoy los países que se acercan tienen “afluencia política y comercial”. A su entender hay tres bloques en el mundo; el Occidental (Estados Unidos, Europa, Canadá, Australia, Japón, Corea del Sur); el Oriental (China Rusia, Irán y otras autocracias capitalistas) y el del Sur (India, Brasil, Egipto, “los no alineados de la nueva época”). “Ese esquema de ‘países amigables’ también da legitimidad a las empresas para comerciar donde saben que hay pocas chances de problemas”, resume.
En este capítulo Landa también incluye los cambios de normativas. Grafica con que el Banco Central, en lo que va de este año, sacó 30 normativas; “siete cada dos meses. En este mes es una cada dos días hábiles. ¿Cómo hace un jugador internacional para moverse en un esquema así? Y eso es solo el BCRA, pero pasa con otros organismos”.
“La previsibilidad es una condición imprescindible para producir, para saber cómo gestionar precios, calidades, operaciones -dice Furci-. No se puede trabajar en medio de cambios permanentes”.
Serena ratifica que “no se puede trabajar sino se sabe qué va a regir al otro día” y reclama “consistencia de las normas”. Plantea que, aun en la escasez de divisas y del control de pagos al exterior hay casos que “quedaron a mitad. Son empresas que pagaron un anticipo o parte y no pueden enviar la diferencia. Pierden ese dinero”. También señala que la “discrecionalidad” en la aplicación de regímenes impulsa “la concentración, la connivencia, el contrabando y la corrupción”.
3. Poca integración internacional
Para los consultados, la Argentina requiere de más acuerdos internacionales. Elizondo remarca que el 70% del comercio mundial ocurre entre países que redujeron a cero sus aranceles entre fronteras; el 60% entre los que tienen acuerdos de libre comercio internacional y el 10% es bilateral por concesiones reciprocas. Del comercio internacional argentino entre 15% y 20% corresponde a mercados con reducción de aranceles. “Ya no es mera reducción de aranceles, sino coaliciones regulativas; fijan estándares comunes y eso da más facilidad de ingreso a los mercados”, aclara.
Para mejorar el acceso a los mercados, Pérez Duhalde sostiene que hay que abordar “con decisión” uno de los aspectos “más esquivos para el país”, las negociaciones internacionales, “incluyendo la rediscusión del Mercosur; trabajar en la reducción de barreras no arancelarias e incorporar parámetros ambiciosos de estándares técnicos y de sustentabilidad”.
Landa coincide en que, más allá de los tratados de libre comercio, se requiere de una mayor cooperación aduanera, de acuerdos no arancelarios; regulatorios y de facilitación de comercio. Menciona, por ejemplo, que en 2019 Brasil comenzó a trabajar la regularización normativa con Estados Unidos, “pero nosotros no hemos hecho nada”.
Al Mercosur lo cataloga como un “enfermo agonizante; hay que ir eliminando las barreras que impiden avanzar, como las licencias no automáticas o el doble cobro. Se va avanzando por separado y de a poco, lo que tiene un límite. Si hay acuerdos individuales con grandes jugadores el Mercosur empieza a perder sentido y pasa porque sus acuerdos de bloque no son muy trascendentes”.
“Es una utopía pensar que vamos a crecer en exportaciones sino le compramos a otros. La dinámica funciona así, no existe otra -es la posición de Furci-. La Argentina tiene muy pocas compañías en esa categoría; es imperativo sumar más”.
4. Barreras al comercio
La Organización Mundial de Comercio (OMC) estima que por la vía de la facilitación del comercio se reduce el costo operativo entre 10% y 18%, apunta Landa, quien señala que la Argentina está cerca del techo.
“Hoy el Gobierno determina qué se puede producir y qué no; no se pueden usar los recursos financieros que se tienen. Hay que transitar de los derechos de exportación a su reemplazo por Ganancias. El Estado lo reconoce no solo con el “dólar soja” sino en el caso de las automotrices. Reemplazar ese impuesto, que no es consistentes con el Mercosur, es imprescindible”, añade.
Serena es taxativo respecto de que el país debe cumplir con el Acuerdo Internacional de Facilitación del Comercio: “No se está poniendo en práctica. Por ejemplo, no se ha creado el Comité de Facilitación del Comercio que es el punto uno”.
Elizondo sostiene que el entorno regulativo argentino es “rígido, obstructivo. Comprende desde la rigidez en lo laboral hasta las normas de administración de comercio”.
5. Desorden administrativo
“Cualquiera que sea la política que se siga, el Estado no debe dejar de funcionar -sostiene Serena-. Hoy no solo traba sino que no funciona en lo que no trabó y eso causa problemas extras, extiende el efecto de las restricciones. No salen en término los certificados de tipificación de importaciones temporarias, instrumento muy usado efectivo y valioso efecto neutro. No se aprueban los regímenes que están previstos para favorecer inversión en capital, aun cuando estén cumplidos los requisitos”, describe.
Al parecer de Pérez Duhalde, se podrían tomar “pequeñas medidas” que, al menos, “garanticen el abastecimiento de insumos a las empresas que exportan. Se deberían vincular la prefinanciación de exportaciones y los anticipos con plazos razonables. Hoy son de un año, salvo para fertilizantes que son días; eso no es razonable para ningún sector productivo”.
6. Esquemas de financiamiento
Contar con financiamiento es considerado crucial por los especialistas. “El país está históricamente en recaídas en default y eso impide acceder a financiamiento externo lo que afecta la capacidad competitiva”, apunta Elizondo.
Vincula esa situación con otra como es la escasez inversión extranjera directa. Según la Ocde, el 70% de las exportaciones se dan en cadenas de valor lo que implica que las empresas invierten fuera para intensificar alianzas. Explica que la Argentina tiene baja IED emisiva y eso desalienta también la llegada de recursos.
La inversión emisiva del país es de unos US$40.000 millones, cifra que es menos que la de Brasil, México, Chile y Colombia. Por otro lado, hay unos US$100.000 millones de stock hundido en el país frente a los US$800.000 millones de Brasil, es menor a la de México, Chile y Perú.
Landa sostiene que hay que “pensar y diseñar” mecanismos para canalizar el ahorro privado “que debe ser libre de riesgo soberano. Una vez estabilizada la macro hay que generar esos mecanismos”.
7. Infraestructura deficiente
Es total el consenso de que el país necesita mejorar su infraestructura logística de todos los niveles. Pérez Duhalde se refiere al puerto de Buenos Aires. “Hay que avanzar. Está complicado con la terminal 4, que está como colapsada, las mercaderías no pueden salir. Hay que trabajar en la eficiencia de los servicios. Ahora estamos en eclosión, pero es de larga data. Hay que mejorar la coordinación logística y también el control por parte de la aduana, modernizándolo”.
Serena sostiene que hay aspectos de los puertos que podrían resolverse “si funcionasen las instituciones, si hubiese más diálogo entre los actores”. En este segmento incluye la necesidad de avanzar con el proceso de licitación de la hidrovía. “Ayudaría a aliviar la demanda de inversión en el puerto de Buenos Aires. Es el principal canal de salida de exportaciones; debería existir certidumbre”.
Elizondo suma a los reclamos por mejores aeropuertos, trenes, puertos y rutas, también la infraestructura de conectividad que es “clave para el intercambio de intangibles, del conocimiento incorporado en procesos productivos”.
Un trabajo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) estima que cualquier trasbordo adicional se traduce en 40% menos de comercio bilateral, reseña Landa. “Que en la Argentina se piense en ser un gran exportador y no se puedan mandar contenedores directos al Mediterráneo es ilógico”, sostiene.
8. Procedimientos lentos
“Hay que avanzar en la facilitación, en la simplificación -reseña Furci-. La Argentina es uno de los países con mayores trámites burocráticos y falta de coordinación entre organismos. Hay que optimizar esos esquemas porque las ineficiencias se trasladan a los costos de producción”.
En esa línea, Pérez Duhalde impulsa la implementación de la ventanilla única de comercio exterior. “Significa poner en una plataforma todos los tramites que se requieren tanto para exportar como para importar; agiliza y, a la vez, permite registrar donde están los cuellos de botella. No solo deberían incluirse los organismos públicos intervinientes en el proceso, sino también los proveedores de servicios, el ingreso a los puertos, las cargas de los buques, la llegada de los buques, etc”.
También reclama agilizar las certificaciones de calidad ampliando la oferta de ensayos. Explica que hay pruebas que solo hace el Inti con un equipo y se requerirían de más turnos.
“Hay que reducir costos, tiempo y esfuerzo para las empresas, que a menudo es un limitante severo de su competitividad, especialmente en el caso de las Pymes”, define la economista.
9. Promoción
En lo que se refiere a promoción e inteligencia comercial, para Landa el BICE debe tener un mayor involucramiento. Además, considera que hay que integrar más al sector privado, organizar “mejor la articulación público-privada”.
“La promoción de las exportaciones, a través de la presencia en los mercados estratégicos para desplegar inteligencia comercial, el desarrollo de habilidades exportadoras, la imposición de la marca país y la tutoría de grandes empresa es lo que hacen los países que son grandes exportadores”, enumera Pérez Duhalde.
La economista de Abeceb sostiene que es clave una “integración plena” de la política de desarrollo productivo con el impulso a las exportaciones, “lo que incluye trabajar sobre la infraestructura energética, de transporte y logística, la educación, la ciencia, tecnología e innovación, el desarrollo de proveedores, el acceso al financiamiento y los incentivos fiscales”.
En ese contexto, advierte que lograr un crecimiento sostenible de las exportaciones exige una “diversificación” que incluya bienes de mayor valor agregado que no estén sujetos a precios tan volátiles. “Para conseguir este objetivo se requiere de un contexto favorable para los exportadores, articulando un conjunto de señales que favorezca la competitividad de los bienes y servicios nacionales en los mercados externos”, dice.
10. Poca inversión en tecnología y desarrollo.
La Argentina, al entender de Elizondo, atraviesa un “desacople tecnológico”. Repasa que hay una “profunda revolución tecnológico-productiva con estándares ambientales” y eso supone más capacidad de acoplarse. “La Argentina lo desincentiva por los problemas para importar”.
El país no adhirió al tratado internacional de marcas y propiedad intelectual. En la Unión Europea el 70% de toda la inversión en tecnología y desarrollo lo hacen empresas; solo seis de las 100 multinacionales latinas son argentinas. “Y nuestra tasa de inversión es 17% del PBI, la más baja de la región”, indica el consultor.
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