La transformación del Mercosur
El mercado común de bienes y servicios proyectado hace poco más de veinte años en ocasión de la firma del Tratado de Asunción terminó transformado en un supermercado de la (peor) política, en una especie de baratillo donde se intercambian favores, generalmente de poca monta, y donde todos violan con inmutable desparpajo las normas más elementales del emprendimiento.
Finalizada la reunión del Mercosur en Mendoza, el mes último, el presidente de Uruguay declaró, públicamente y sin sonrojarse, acerca de la suspensión de un Estado miembro fundador (Paraguay) y de la irregular admisión de Venezuela, que la política debe predominar sobre el derecho. Es ésta una declaración que resume en forma incomparable lo que está sucediendo en el Mercosur desde hace más de una década: su paralización y su lenta agonía.
Tal afirmación, o bien producto de la ignorancia más supina o bien de un propósito definido, deberá seguramente hacer estremecer en sus tumbas a Locke, Montesquieu y Jefferson, entre otros ilustres pensadores que predicaron la predominancia de la ley por sobre todas las demás relaciones humanas. "La ley debe ser como la muerte, que no perdona a nadie", afirma Montesquieu, en El espíritu de las leyes.
La afirmación de Mujica es compartida por los demás gobernantes de la región, lo cual ya de por sí no debe generar sino una gran preocupación entre los ciudadanos. Si la política predomina sobre el derecho estamos seguramente perdidos.
Hace un año, y en la misma línea de pensamiento, el designado alto representante general del Mercosur, Pinheiro Guimarães, dijo: "Lo que importa no es sólo si las reglas del Mercosur están siendo cumplidas estrictamente, sino que hay crecimiento económico, porque significa empleos, tiene un significado político. Hay que tener tolerancia. Mi visión del Mercosur no es técnica, sino política". Ante el actual freno del crecimiento económico, quizá Guimarães deba variar su opinión.
Está todo dicho entonces. En el Tratado de Asunción no existe en ninguna parte la menor mención de que haya sido firmado por motivos políticos. Los objetivos y fines son absolutamente comerciales o económicos.
Por supuesto que firmar un Tratado de tal entidad significa una decisión política, pero sostener que el Tratado de Asunción fue firmado principalmente teniendo en cuenta antes que nada la política y no el comercio y la economía es un grave error.
Luis Alberto Lacalle, uno de los firmantes del Tratado como presidente de Uruguay, es uno de los principales defensores del Mercosur comercial, manteniendo así la versión primera y ortodoxa. Los fundamentos de tal opinión que compartimos absolutamente no parecen ser mayoritarios, por lo menos, entre los actuales gobernantes de los países del bloque. Las cosas han cambiado y mucho, lo cual explica la mayor parte de los hechos actuales, como los frecuentes desacuerdos y conflictos entre la Argentina y Brasil por no respetar al Mercosur comercial y sus reglas. Reglas que ellos mismos se han establecido, pero que no cumplen. Por caso, entre tantos que podrían citarse, el establecimiento en ambos países de las licencias previas no automáticas, así como el establecimiento de los derechos de exportación (en la Argentina, "retenciones"), la aplicación de salvaguardias y cupos de importación, además de las numerosas restricciones al comercio que se aplican en la práctica sin mediar normativa de ninguna clase.
El Mercosur político seguirá entonces navegando en la intrascendencia, con las continuas violaciones a los acuerdos establecidos y los pueblos deberán acostumbrarse a la idea de su lenta desaparición. Lástima.
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