La relevancia del acuerdo
A horas de la llegada del presidente de Francia, François Hollande, a la Argentina, es preciso resignificar la importancia de una alianza comercial e integral con la Unión Europea; los acuerdos globales y el nuevo rol que deberá jugar Brasil
El presidente de Francia, François Hollande, llegará mañana a la Argentina. Será un momento clave para promover la negociación Unión Europea-Mercosur y para difundir los favorables impactos que ella podría tener sobre la integración regional.
La recesión de Brasil en 2015 y 2016 oculta un notable giro en su política exterior, buscando una inserción internacional más activa, incluyendo participar en acuerdos comerciales regionales y bilaterales.
Durante décadas, Brasil apostó a las negociaciones multilaterales de comercio y al Mercosur en lo regional, impulsando la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y los planes de infraestructura en el marco de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa).
Sus énfasis globales apuntaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), a encabezar la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por su sigla en inglés) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), marcar presencia en el G20, en los Brics, y construir una relación bilateral privilegiada con China.
Los resultados de esta estrategia no han sido satisfactorios.
El fracaso de la Ronda Doha, la conclusión del TPP (el Acuerdo Transpacífico de Integración Económica) y el avance en las negociaciones del TTIP (su homónimo transatlántico) entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) le dieron el campanazo de alerta. De concretarse estas negociaciones, Brasil enfrentará desventajas arancelarias, de normas regulatorias u otras en Estados Unidos, la UE, Japón y las demás economías partícipes del TPP.
Si agregamos la creciente incursión china en las importaciones de manufacturas de América del Sur, las perspectivas de mediano plazo para la industria y las exportaciones brasileñas aparecen desafiantes.
Esta inquietud llevó primero a las dirigencias empresariales y luego a las autoridades brasileñas a acercarse a un second best, esto es, que Brasil entre a jugar en la liga de los acuerdos comerciales.
Por qué es tan importante
Desde inicios de 2015 Brasil ha sido proactivo en las negociaciones del Mercosur con la UE, explicitando tanto su disponibilidad para presentar ofertas sustantivas a la brevedad como su disposición a considerar un acuerdo con distintas velocidades, dada la posición más bien refractaria que la Argentina de ese momento mantenía en las negociaciones.
La concreción de un acuerdo Mercosur-UE sería la mejor noticia para la integración regional. En primer lugar, la UE tiene acuerdos de libre comercio en la región con el Caribe, México, Panamá, República Dominicana, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y, en América del Sur, con Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Si se concretase el acuerdo con el Mercosur, sólo quedarían fuera de estos acuerdos Bolivia, Cuba y Venezuela.
De concretarse el acuerdo UE-Mercosur, 30 países de la región tendrían acuerdos comerciales con la UE que incluirían capítulos muy similares de servicios, inversiones, compras públicas, entre otros, temas que no están considerados en la mayoría de los acuerdos intrarregionales.
En segundo lugar, el paso siguiente sería aplicarnos entre nosotros las disciplinas a las que nos hemos comprometido con la UE.
Ello constituiría un paso decisivo para una efectiva integración regional, apoyada en el libre movimiento de bienes, servicios, inversiones y personas. Esto no tiene por qué ser un movimiento drástico. Puede ser gradual, incluyendo excepciones y plazos específicos de adecuación en determinadas normas.
Aquí lo menos relevante son las desgravaciones arancelarias, dado que ellas, o están vigentes o pueden seguir pendientes. Lo relevante es la convergencia de normas, disciplinas y manejo de las controversias, ya que allí radican las bases de un mercado regional ampliado, con normas convergentes en comercio de bienes, servicios e inversiones.
En tercer lugar, un paso adicional sería conseguir la acumulación de origen entre todos los acuerdos de la región que se vinculan con la UE. La UE permite esta acumulación en sus acuerdos con varias subregiones. Con tal acumulación, las exportaciones de cualquier país latinoamericano podrían utilizar insumos provenientes de cualquier país de la región con acuerdo con la UE, lo que abriría un espacio inédito a la formación de cadenas de valor regionales.
El impacto sobre la integración
El mercado regional es clave para la exportación de manufacturas. El 75% de las exportaciones argentinas de manufacturas de media y alta tecnología se dirigen a América latina. Cualquier esfuerzo serio de reindustrialización debe privilegiar el acceso al mercado regional. Con un mercado regional unificado, como el que resultaría de la consolidación de los acuerdos comerciales con la UE, incluido el de Mercosur, el comercio intrarregional se vería beneficiado. Como este comercio es el más amigable con las pymes, ello no sólo estimularía el crecimiento sino que también favorecería la equidad, diversificando empresas exportadoras y proveedores.
En caso de firmarse el acuerdo con el Mercosur, la UE se habría anticipado a China y a Estados Unidos en concluir el primer acuerdo con prácticamente todo un continente. Esto constituiría un éxito de la política internacional de la UE, anticipándose al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que promovía Estados Unidos y haciendo frente a la competencia china.
Más allá de las tribulaciones económicas de corto plazo en la Argentina y Brasil, ningún inversionista serio podría subestimar el potencial de los mercados de bienes y de servicios en estas economías, así como las perspectivas de crecimiento de sus respectivas clases medias. En el mediano plazo, tales perspectivas, sumadas al efecto favorable sobre la integración regional, son más atractivas que las de Europa.
Es cierto que la coyuntura ayuda poco a avanzar en este acuerdo. Pero estas decisiones no se toman con una lupa de corto plazo. Al contrario, son decisiones estratégicas donde debe predominar la inteligencia y la prospectiva. Una vez recuperado Brasil, y dado su nuevo enfoque de orientación exportadora, más valdrá estar cerca del despliegue del comercio y las inversiones brasileñas, artífices además de la expansión de las translatinas.
Los desafíos estratégicos nunca han sido fáciles. La nueva coyuntura argentina mejora considerablemente el escenario. Este acuerdo mejoraría el ambiente económico en Brasil, la Argentina y el resto de América del Sur. También generaría buenas oportunidades de negocios en bienes, servicios e inversiones para Europa, eximida de cancelar el arancel externo común que sí seguiría afectando a las exportaciones provenientes de Estados Unidos o China, y contando con normativas que favorecerían sus inversiones.
Un Mercosur más amigable con el comercio y con las inversiones extranjeras sería una inmejorable noticia para el resto de la región, para las perspectivas de la integración regional y para la propia salud de la economía mundial. La UE puede jugar un rol importante en este desafío y la visita del presidente de Francia puede colaborar en ello.
El autor fue director de la División de Comercio Internacional de CEPAL y jefe negociador del TLC Chile-Estados Unidos y del pilar comercial del Acuerdo de Chile-UE
Falta de visión de los líderes
La visión estratégica del impacto regional de la negociación entre la Unión Europea y el Mercosur no está presente ni en los liderazgos latinoamericanos ni en las dirigencias empresariales.
Las nuevas autoridades argentinas podrían, en este punto, jugar un rol dinamizador.
Esto puede ser un tema relevante en la gradual convergencia que se está llevando adelante entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. Se trata de desarrollar acciones conjuntas que transmitan la inquietud a autoridades y dirigencias empresariales europeas en relación con las perspectivas estratégicas del acuerdo, visitas conjuntas a líderes europeos, declaraciones de las dirigencias empresariales de la región impulsando el acuerdo Mercosur-UE y presentando los beneficios que esto supondría para la Unión Europea.
No estamos en la agenda de la UE
La tarea no asoma fácil. La UE no consigue doblegar sus presiones agrícolas proteccionistas. Sin embargo, la oportunidad existe y hay que presionar para que la ventana no se cierre. No es sensato apostar a un acuerdo de última generación. Lo importante es promover un acuerdo flexible, aunque parcial para encarrilar las relaciones UE-Mercosur en un andarivel más compatible con el peso de ambas agrupaciones en la economía mundial. Si la UE percibe masa crítica regional detrás de este acuerdo; si los países que ya tienen acuerdos con la UE respaldan el acuerdo con Mercosur; si la Alianza del Pacífico hace un planteo formal a la Comisión Europea en este sentido; si nuestros embajadores en Bruselas presionan en conjunto y también lo hacen las agrupaciones empresariales, entonces el escenario podría mejorar.
Osvaldo Rosales