La OMC apela a reglobalización para estimular el comercio
El organismo advierte que las disputas entre bloques están comenzando a afectar los flujos del intercambio
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La Organización Mundial del Comercio (OMC) publicó un informe en el que llama a una mayor integración económica entre países y pide acabar con la tendencia hacia la fragmentación por motivos geopolíticos. La OMC ve necesario un impulso reglobalizador, no solo para crear más riqueza y reducir las desigualdades, sino como una barrera frente a la guerra, en línea con la teoría de los arcos dorados, refutada por la invasión rusa de Ucrania, que aseguraba que dos países en los que hubiera McDonald’s no podrían enfrentarse nunca.
La OMC ha detectado que el número de quejas comerciales que ha recibido se ha multiplicado por nueve entre 2015 y 2022
“El orden económico internacional posterior a 1945 se construyó sobre la idea de que la interdependencia entre las naciones a través de mayores vínculos comerciales y económicos fomentaría la paz y la prosperidad compartida. Durante la mayor parte de los últimos 75 años, esta idea guió a los formuladores de políticas y ayudó a sentar las bases de una era sin precedentes de crecimiento, mayores niveles de vida y reducción de la pobreza”, recuerda la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, en el prólogo del informe.
Términos como desglobalización o desacople se están volviendo cada vez más populares en los análisis de los expertos sobre el futuro del comercio. La pandemia extendió en Occidente la idea de que depender del suministro asiático de bienes esenciales —de mascarillas a semiconductores— era algo parecido a una temeridad, y, por tanto, era necesario relocalizar parte de la producción, aunque eso supusiera una marcha atrás en el sistema de intercambios vigente desde hace décadas, basada en la importación de productos y servicios baratos de países donde la mano de obra cuesta mucho menos, con China como gran beneficiada.
Pero no solo el virus ha cambiado esa percepción: el inicio de la guerra en Ucrania convirtió a Rusia en un paria internacional, y la creciente desconfianza mutua entre Pekín y Washington, que han intercambiado vetos comerciales -sobre todo en la venta de alta tecnología susceptible de ser utilizada con fines militares-, ha acentuado la idea de que el mundo se dirige hacia una política de bloques, eso que algunos llaman una nueva guerra fría. En juego, la hegemonía mundial.
La OMC señala que el impacto de esas crecientes tensiones comerciales “está empezando a notarse” en los flujos entre China y EE.UU, aunque de un modo sutil. El comercio bilateral entre ambas naciones alcanzó en 2022 un récord, pero su composición cambió por los aranceles impuestos, “con una fuerte desaceleración del comercio en algunas categorías de productos, como los semiconductores”, afirma el texto. Los chips son una pieza clave para el progreso tecnológico, pero también para la industria armamentística, por eso, las prohibiciones decretadas por Washington, que ha bloqueado las exportaciones a China de los más avanzados, han empujado a Pekín a destinar inversiones millonarias en busca de la autosuficiencia, en otro golpe a la idea de globalización que ha imperado desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Los cálculos de la secretaría de la OMC encuentran, por ejemplo, que los flujos comerciales de bienes entre dos hipotéticos bloques geopolíticos -basados en los patrones de votación en la Asamblea General de la ONU-, han crecido entre un 4% y un 6% más lentamente que el comercio dentro de esos bloques. Pero cree que aún es pronto para hablar de que estamos inmersos en un proceso de desglobalización acelerada, porque el comercio internacional sigue creciendo, en especial los servicios digitales, los bienes ambientales y las cadenas de valor globales.
La OMC ha detectado que el número de quejas comerciales que ha recibido se ha multiplicado por nueve entre 2015 y 2022. Y observa una tendencia creciente hacia la competencia desleal, al reforzar los Estados determinados sectores de su economía mediante subsidios públicos, alterando así el terreno de juego a su antojo, para beneficio de los que cuentan con más músculo financiero.
La entidad percibe un auge del mensaje escéptico con las virtudes de la interdependencia, considerada por cierta narrativa como un vicio. “Crisis recientes, como la pandemia de covid-19 y la guerra en Ucrania, han alimentado la percepción de que la globalización expone a las economías a riesgos excesivos”.
Seguridad nacional
El texto explica que los vínculos entre comercio y seguridad nacional van en aumento en las consultas que recibe, e insiste en los beneficios de la reglobalización como clave para derribar barreras comerciales, y facilitar la diversificación de socios a los que comprar y vender, lo cual mitiga el riesgo de que se utilicen las políticas comerciales como armas arrojadizas, al perder fuerza su impacto. En su análisis, da por inevitable una cierta desvinculación por la dinámica geopolítica, que califica de “inestable” y “con tendencia a la polarización”, pero sostiene que una fragmentación excesiva “afectaría negativamente a la seguridad”.
El informe defiende, además, el papel de la OMC como mediador en las disputas comerciales en marcha. “La OMC no es perfecta, ni mucho menos. Pero los argumentos a favor de fortalecer el sistema de comercio son mucho más sólidos que los argumentos a favor de abandonarlo”, afirma la directora general Okonjo-Iweala. © El País, SL
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