La “huerta de Europa” sufre el clima y los precios de la energía hunden la producción
Las explotaciones españolas recolectan menos hortalizas de invernadero, lo que limita exportaciones y dispara los precios
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Las cosechas de los invernaderos españoles están menguando debido a los vaivenes climáticos. Las altas temperaturas al inicio del invierno contrastan con el frío y la falta de sol de las últimas semanas, lo que está causando un retraso en el proceso de crecimiento de las hortalizas que provocará una fuerte reducción de la cosecha.
Este bache en la producción hortícola está afectando a la demanda exterior y muchas empresas exportadoras ya cuentan con que no podrán cumplir con sus compromisos de suministro a otros países europeos. Otra consecuencia de esta escasez es el aumento de los precios. En el sector reconocen el encarecimiento, pero destacan que los costos de producción —especialmente por la energía y el encarecimiento de los fertilizantes— han sido muy elevados, hasta el punto de que obligaron a los agricultores a reducir las superficies cultivadas por temor a no cubrir gastos. Lo que sí garantizan los productores españoles es el suministro para el consumo interior.
Los invernaderos dedicados a la producción de hortalizas —sin incluir otras superficies de cultivo bajo plástico— suponen unas 40.000 hectáreas que se reparten a lo largo de la costa mediterránea y producen alrededor de 6 millones de toneladas de producto. Almería es la provincia que mas peso tiene en la producción, con unas 30.000 hectáreas sembradas y un valor de unos 9.000 millones en origen. Este subsector se suele denominar como la huerta de Europa por su capacidad de cultivar y producir grandes cantidades de verduras fuera de temporada.
Sin embargo, la falta de inversión en infraestructura está comprometiendo el potencial de este sistema. Una buena parte de los invernaderos son antiguos y no han sido adaptados para mejorar la eficiencia y responder a cambios bruscos del clima. El costo de renovar las instalaciones de este sistema de producción es muy elevado. En este sentido, el costo de cubrir una hectárea se estima en más de un millón de euros y la reforma de invernaderos ya existentes para controlar la temperatura en su interior, en medio millón.
Para corregir la situación, en los últimos años se han puesto en marcha algunos planes de ayuda. En el último año se asignaron 120 millones de euros procedentes de los fondos comunitarios de recuperación, pero en el sector se considera que es una cifra “mínima” que no cubre todas sus necesidades. Otro problema que afecta a los niveles de producción es el precio del gas. Muchos invernaderos, sobre todo en el norte de Europa, se calientan con gas para poder optimizar las cosechas, pero los altos costos de la energía han provocado que muchos de estos hayan cerrado, con el consiguiente efecto en los niveles de oferta hortícola.
En el caso de España, el agricultor almeriense y responsable del sector en COAG, Andrés Góngora, comenta que la producción de tomate se ha reducido en un 29% y la de pepino o berenjena en más de un 25%. Esta escasez se traduce en un incremento de los precios en origen hasta una media de entre 1,50 y 2 euros por kilo. La patronal del sector, Fepex, estima una reducción de entre un 30% y un 40% en las cosechas, aunque puntualiza que si la climatología mejorase en las próximas semanas, esta tendencia se podría invertir.
En Cohesphal, asociación que agrupa a un centenar de empresas en Almería que acaparan el 70% de la exportación, su gerente, Luis Miguel Fernández, señala que la caída de producción en estas fechas les está impidiendo cumplir con los contratos de suministro que firman semanalmente. Desde la asociación matizan que al tratarse de una situación coyuntural, no temen que los compradores acudan a otros suministradores, pero se ven obligados a renegociar las condiciones de los contratos constantemente.
Juan Marín, presidente del grupo murciano Proexport, sufre la misma situación que los productores y exportadores almerienses. Como productor de brócoli y alcachofa, señala que también él, durante la campaña pasada, tuvo que reducir la superficie cultivada por el incremento de los costes de producción.
La reducción de la producción se está dando en toda Europa. Con los elevados precios del gas como protagonistas, también sufren las malas cosechas el resto de países comunitarios, ya que la eficiencia de los invernaderos depende de la capacidad para calentarlos y, por tanto, los precios de la energía impactan con fuerza en esta actividad. Para todo el sector se dan condiciones adversas, que se ven agravadas por otras exigencias como la reducción en el uso de fertilizantes o fitosanitarios. Las consecuencias se plasman en el recorte de rendimientos, en una mayor dependencia exterior y en un aumento de los precios.
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