La competitividad sólo puede sostenerse si se logra aumentar las exportaciones
La Argentina tiene un patrón cíclico en su nivel de actividad que se incrementó en los últimos 30 años. Desde la macroeconomía es muy funcional un crecimiento sostenido de las exportaciones porque puede darle menor volatilidad a la macro. Para las empresas es relevante que exista una mayor proyección internacional por el mismo motivo: les permite consolidarse en el propio mercado doméstico. En este sentido, la salida al exterior es un proceso que de modo más marcado comenzó en los 90, aunque hay antecedentes pioneros en los 70. La crisis de 2002 acentuó la salida en esa oportunidad, fomentada por el tipo real de cambio muy elevado.
La competitividad de las exportaciones es la resultante del desempeño de una quincena de complejos exportadores que tienen la función de liderar las ventas al exterior, y de 300 compañías que representan la mayor proporción del total.
¿Cuáles serán los nuevos complejos exportadores en el futuro? Es difícil imaginar un nuevo producto estrella como la soja. Lo más razonable es que haya, además de los que se consoliden, 20 nuevos nichos de exportación. Muchos de ellos van a venir asociados a la ventaja competitiva vinculada con los recursos naturales. Sería ideal que otros bloques exportadores estén vinculados a las MOI, como en el caso de regiones dinámicas y emprendedoras como el de las válvulas en la provincia de Santa Fe (autopartes).
En la Argentina se cuestionó qué modelo exportador seguir en el futuro y esta crítica se basa en la primarización de la estructura exportadora. Claramente tenemos por delante un desafío en la mayor generación de valor. Está comprobado al hacer análisis como el CAN (metodología utilizada por Cepal desde los 90 para medir competitividad y dinamismo a nivel sectorial) que los productos primarios están en la zona de rendimientos decrecientes (vegetativos).
Flancos débiles
Una de las debilidades del país es que no tiene marcas sectoriales que se distingan. Tampoco existe una marca país o por región definida.
El financiamiento de las exportaciones, otro componente central de su estímulo, debe apoyarse en un sistema financiero adecuado, que sirva de apalancamiento para los proyectos de inserción internacional. A propósito, el país debe repensar si no debería contar con un banco promotor del desarrollo como el Bndes de Brasil.
Una clave para entender la inserción en el exterior está en el desarrollo de un sistema proclive a la innovación. Es éste un factor crítico para acceder a los mercados donde la variable decisoria es la calidad.
El posicionamiento comercial del país debería aspirar en el largo plazo a alcanzar la participación de Brasil, con un 1% de cuota en el mercado mundial. Esto supondría duplicar la cuota actual. Países como Irlanda o Corea del Sur multiplicaron por seis su cuota en un período de 20 años. El comercio mundial no es un juego de suma cero, sino que está demostrado que con la globalización comercial el bienestar crece para todos, pero, si bien los países no son empresas, existe un juego competitivo en el que la Argentina está estancada desde los 70 en el 0,4% del comercio mundial.
Después de trece años de virtual amesetamiento, nuevamente se postula un relanzamiento del Mercosur. Lo deseable es que el bloque sea una plataforma proyecte de modo global a los países, que siguen teniendo una lógica provinciana en sus modelos nacionales de negocio. Es en la diversificación de los mercados y los productos donde descansa uno de los secretos para una mayor competitividad de las exportaciones argentinas.
La Argentina tiene una oportunidad natural de expansión económica con la dinámica de crecimiento de Asia. China es el nuevo destino de buena parte de la exportación incremental. Su crecimiento es espectacular y puede ser complementario con el comercio de nuestro país, a diferencia de una estrategia más orientada a los Estados Unidos en el marco del ALCA, donde la complementariedad es bastante menor.
Distorsión
En los foros mundiales sobre agricultura, los montos de subsidios que los países ricos dan a la producción y la exportación tienen cada vez más peso en la discusión, cerrando de este modo los mercados a los países emergentes, los cuales son grandes exportadores de alimentos.
La Argentina es el quinto exportador de alimentos y la agroindustria constituye el 35% de sus ventas. En 2009, Estados Unidos gastó US$ 20.000 millones en subsidios a las oleaginosas, trigo, maíz, lácteos y tabaco; invertirá 16.000 millones en subsidios a la exportación, mientras que la UE gasta alrededor de 40.000 millones de euros para subsidiar vinos, azúcar, lácteos, carne, trigo, cebada y frutas y 45.000 millones en subsidios a la exportación.
La discusión sobre la competencia desleal que se genera es bien relevante y debe ser administrada con prudencia sabiendo que es un proceso de largo aliento. Para la inserción externa de la Argentina es relevante el papel que puedan tener las pymes que son más importantes en la generación de valor, tecnología y empleo. En este sentido, la salida al exterior de las pymes (más de 10.000 firmas) puede ser estimulada por un esquema coherente de apoyo estatal similar al establecido en Chile. En definitiva, son estas algunas ideas estimuladas por el Bicentenario para repensar la inserción externa del país en el mundo.