La Argentina es líder en producción y tiene un gran potencial exportador
Entre 2014 y 2023 se enviaron a otros países 28.387 equinos por US$263,2 millones y a un valor promedio individual de US$8322; Los de polo son los número uno del mundo y se venden entre 2000 y 3500 por año
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CÓRDOBA.- El primer partido de polo en la Argentina se disputó en 1875. El deporte, considerado el más antiguo del mundo, llegó al país con los ingleses y se fue expandiendo por la cultura ecuestre local. En 1921 se creó la Federación Argentina de Polo y, desde entonces, se extendió por toda la geografía y los equipos locales se convirtieron en líderes mundiales. Jugadores, indumentaria, equipamiento y caballos son muy considerados en todos los países a los que llegan. Si bien hay exportación de animales -entre 2000 y 3500 dependiendo el año- y de embriones, el potencial es mucho mayor.
“Donde hay polo, hay caballos argentinos, petiseros, jugadores, aperos, tacos, bochas. Todo. La Argentina es líder absoluto a nivel mundial; hace mucho tiempo que este deporte le cambia la vida a mucha gente que puede generar ingresos diferentes trabajando en el sector”, dice a LA NACION Guillermo Buchanan, veterinario y gerente de la Asociación Argentina de Criadores de Caballo de Polo. En el país hay unos 400 criadores registrados.
En los últimos años, el pico de ventas afuera se registró en el 2021, con 3500 caballos de polo vendidos. Después, por las restricciones y los problemas cambiarios, la cifra cayó y está en torno a los 2000. El país también exporta caballos de carrera, de saltos y criollos, cuya calidad es reconocida en todo el mundo. Entre 2014 y 2023, según datos de Indec sobre declaraciones en Aduana se exportaron 28.387 equinos en pie por US$263,2 millones. Consultada Bioeconomía sobre qué están analizando para el sector, no dieron respuestas.
Un informe realizado por la Coordinación de Equinos dependiente de la Subsecretaría de Producción Agropecuaria y Forestal de la Secretaría de Bioeconomía de la Nación, también en base a las declaraciones juradas de los exportadores ante Aduana, muestra que en 2023 se exportaron 3063 caballos a un valor promedio individual de US$5798 mientras que en 2022 fueron 4126 a un valor promedio individual de US$5658.
En el caso del polo, la Argentina fue ganadora del oro en los Juegos Olímpicos de París en 1924 imponiéndose a dos potencias como Estados Unidos y el Reino Unido; en Berlín en 1936 repitió y, desde entonces, el polo quedó afuera de los deportes olímpicos. Buchaman explica que el cruce de caballos criollos argentinos con pura sangre ingleses es el origen del “ideal” para el deporte. En 1984 se creó la Asociación Argentina de criadores y se oficializó la raza.
Todas las operaciones de exportación son particulares y el precio de un caballo depende de muchos factores: “Es como preguntar cuánto vale Messi -aporta Buchanan-. Hay muy buenos caballos que no tienen valor de venta, los mejores se guardan. El país está posicionado por la excelente calidad de su cría”.
Los dos principales destinos de las exportaciones de caballos de polo son Estados Unidos y el Reino Unido, pero también hay envíos a España, Francia, Italia, Alemania, Sudáfrica, Pakistán, Malasia, Arabia, Nueva Zelanda, China, Australia y, en Latinoamérica, a Brasil y Chile.
“La llanura pampeana es una gran cancha de polo”, grafica Buchanan, quien puntualiza que ya en 1900 se llevaban animales a Estados Unidos e Inglaterra y suma que “en ningún lugar” de Sudamérica existen condiciones tan favorables para la cría de caballos, por eso incluso están los que traen yeguas para que sean servidas y entrenadas en el país.
John Mac Donough, a través de su empresa Unicorn SA, se dedica a la exportación y traslado de caballos desde 1975. El primer viaje lo hizo para Héctor Barrantes, para llevar 25 caballos de polo a Inglaterra en un avión CL44 turbohélice; armaron hasta boxes de madera en la unidad. Esa iniciativa y una posterior en barco junto al polista Gonzalo Pieres hicieron que en 1975 creara la Agencia de Transporte de Caballos (hoy Unicorn SA). Ha hecho cientos de traslados que requieren de cuidado especial para que los animales no se estresen y lleguen en condiciones óptimas.
A fines de los ‘80 hubo un hecho que revolucionó el mundo del polo, el trasplante embrionario, permite que la yegua elegida sea servida por el mejor padrillo, después se le extrae el embrión y se lo implanta en una madre sustituta. Permite más crías y también más posibilidades de buenas ventas, sea de los animales o directamente de los embriones. La Argentina exporta embriones.
La clonación también es una práctica habitual. El polista Adolfo Cambiaso, considerado el mejor del mundo y uno de los referentes del deporte, tiene en Washington -al sur de Córdoba- su estancia La Picaza y, a pocos kilómetros, el centro de embriones Los Pingos del Taita, “cuna de campeones”. Allí llegan los padrillos y yeguas más famosos para prolongar su genética.
Él mismo cuenta que todo comenzó cuando, en 2006, murió su caballo Aiken Cura y él guardó las células. Tres años estuvieron almacenadas en un termo de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero hasta que conoció al empresario texano y apasionado por el polo, Alan Meeker, quien sería su primer socio en Crestview. La primera clonación cuesta unos US$150.000. A Cambiaso no lo movía el interés económico, sino el seguir contando con los mejores caballos.
El primer clon de polo hecho en Sudamérica fue en el laboratorio de la argentina Kheiron. Hace poco más de un año murió La Cuartetera, la yegua preferida de Cambiaso y un símbolo de la cría. “Voy a jugar en la Triple Corona con un palenque constituido sólo por Cuarteteras”, había dicho y cumplió varias veces.
Mucho para crecer
Luis Tamborini, considerado uno de los mayores criadores de caballos, ratifica que “no hay ningún país mejor que la Argentina” para hacerlo pero enfatiza que se da la paradoja de “importar” por la “falta de políticas de Estado”. Advierte que las reglamentaciones sanitarias para su exportación las hacen los países europeos que son competidores y, además, sostiene que hay “mucha mano de obra que se pierde” por no avanzar en el sector, como veterinarios, investigadores, laboratoristas, exportadores, herreros, domadores, peones.
“Deberíamos fomentar la cría aprovechando nuestras ventajas. Es necesario cambiar las disposiciones de uso para que la industria equina pase a ser una actividad relevante en el producto bruto rural”, apunta.
En el caso de los caballos criollos, se venden afuera unos 200 animales al año. Los destinos más importantes son los integrantes de la Federación Internacional de Caballos Criollos, Brasil, Uruguay y Paraguay y se vienen sumando pedidos de Ecuador, Perú y España.
“Son mercados nuevos que se podrían desarrollar -comenta Esteban Trotz, encargado de Relaciones Internacionales y vicepresidente de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos de la Argentina-. Hay que desburocratizar el proceso, sobre todo la partida sanitaria, y reducir los impuestos. El caballo era exento de IVA y hace unos años se lo gravó, con lo que se pierde mucha competitividad”. Brasil es hoy un gran competidor. Trotz sostiene que la “importación y exportación” en el segmento es muy frecuente como una “operación que hace a la mejora genética”.
Desde la Cámara de la Industria Nacional Equina, su gerente Dimas Patrón Costas vuelve sobre el potencial argentino para crecer en las exportaciones de caballos y de embriones en las diferentes categorías. “Está el espacio, la calidad de los suelos, el clima, los costos. Está todo para un despegue que puede ser muy importante. Hay que instrumentar políticas de Estado”, precisa y aclara que se pueden “tomar” las “mejores ideas” de Inglaterra, Irlanda, Estados Unidos y Japón, “tomar algunos de parámetros que ellos tienen para simplificando algunos procesos y reducir costos”.
Los cerca de US$30 millones al año que exporta la Argentina, aproximadamente, es “nada respecto de lo que se podría hacer -afirma-. No hay salir a hacer marketing porque ya todos saben lo que son los caballos criados, sí hay que mejorar la competitividad. Hemos acercado proyectos varias veces a los sectores estatales gubernamentales; no hay conciencia clara de lo que genera esta pasión argentina”.
Todos los especialistas definen al país como un productor “histórico” de caballos de todas las razas y categorías, con ventaja competitiva “muy grande” en general y, en particular, en los deportivos. Pero, en los últimos años -como pasó en todos los sectores- la Argentina “se fue alejando del mundo” y hubo “menos incentivos” para mirar afuera.
En los caballos de carrera la Argentina era el cuarto criador mundial y fue reemplazado por Japón; el número uno en nacimientos es Estados Unidos, seguido por Australia e Irlanda. Juan Cruz Ramallo, presidente Comisión Carreras Hipódromo San Isidro, describe que la cría de caballos deportivos “genera mucha mano de obra; alrededor de ocho personas trabajan alrededor de un animal; hay mucho valor agregado interesante para desarrollar”. Los mayores compradores de estos animales son los países limítrofes.
A diferencia de lo que ocurre con los de polo, en los caballos de carrera no se puede aplicar ningún procedimiento genético. “Está reglamentado que todo debe ser con servicio natural, con preñez natural y con parto natural”, detalla Ramallo.
De enero a abril de este año, con 27 destinos activos, la Argentina exportó un total de 1473 equinos por valor de 9862 millones FOB
Los principales destinos según su valor acumulado del 2024 fueron EEUU (29,24%),; Reino Unido (27,82%) y Japón (11,38%) que en su conjunto suman aproximadamente el 68,44% del valor FOB total. Estos mismos destinos absorben el 56,38% de la cantidad de animales exportados.
El 84% del total de equinos exportados en el período enero- abril 2024 (1233 caballos) corresponden a la actividad del polo y absorbieron el 71% del valor FOB, la raza Sangre Pura de Carreras el 21% y el 4% los equinos vinculados a la equitación.
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