Imprevistos, o el lado "B" del régimen "puerta a puerta"
Al menos en el ámbito del comercio exterior, la flexibilización del régimen de compras "puerta a puerta" sigue despertando coletazos de preocupación. Más allá de las inquietudes oficiales por el narcotráfico, y el indisimulado estímulo que despertará en el contrabando, un tercer gran malestar se agrega: la inseguridad.
Según atestiguaron despachantes de aduana del interior de la provincia de Buenos Aires, por correo llegaron (y se devolvieron a origen) miras láser y dispositivos que permiten bloquear llamadas de celular. La lista incluye hasta repuestos y partes de armas. Equipamiento que puede conseguirse por Internet y que permitirían que los delincuentes tengan un andamiaje de sofisticación que sería la envidia de la policía. Esto, sin que el régimen flexible entre aún en vigor.
La seguridad alimentaria, por caso, también está en el ojo del huracán. La eliminación de la intervención del organismo que vela por esta cuestión (INAL) abre la vía para la importación por courier de hasta 50 kilos. Incluso por el correo oficial, que no establece prohibiciones explícitas. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que estos alimentos se comercialicen por los portales locales, incluso se oferten por Facebook?
El costo oculto de "normalizar" el consumo de los argentinos y reinsertarnos con el mundo podría llegar a explicitarse cuando proliferen las falsas declaraciones de compra. Es común que los proveedores externos le pregunten al comprador cómo quiere que llegue declarada la mercadería. Y allí donde se señale suplementos dietarios, probablemente se esconda precursores químicos con un destino muy diferente a la vida sana. Mentirle al Estado es una práctica muy extendida. El comercio exterior perfeccionó la tarea y es experto ahora, luego de años de libertades cercenadas.
Lo que ahora la Aduana llega a bloquear en cuestión de 20 días sería como tapar el sol con las manos porque, si con las prohibiciones y reglamentaciones actuales el contrabando y el narcotráfico están a sus anchas, el resurgimiento de un régimen "simplificado y express" será más que aprovechado por la delincuencia.
Los escáneres no distinguen por marca. Podrán ver un reloj, pero no sabrá si es el Longbo chino de US$ 23 declarado o un Rolex YachtMaster II de 35.400 euros. Ni verá si el libro informado es el último de J.K. Rowling (US$ 20 en Amazon) o un incunable de 1460. "Los libros, impresos y documentos seleccionados por el servicio aduanero, previo control mediante métodos no intrusivos, serán librados bajo la modalidad puerta a puerta sin la exigencia de confeccionar la declaración simplificada de envíos postales internacionales". Demasiados imprevistos.