Galletitas. La pyme argentina que sale a la conquista del mercado nostálgico
Las “pepas” elaboradas por la empresa Terepín continúan en expansión en países de la región y europeos
Entre una treintena de fabricantes de galletitas pepas hechas en el país, la firma Terepín no sólo ha logrado instalarse como "la primera pyme con certificación de inocuidad SSC22.000 y segunda en empresa de alimentos", hace cinco años. También viene conquistando mercados en el exterior, con renovadas ofertas de sabores y texturas, destaca Analía Saia, hija de uno de los fundadores, en diálogo con La Nación.
"Poco a poco", José Saia y Julio Tereñes fueron progresando desde que abrieron en 1994 la planta situada en el distrito bonaerense de General San Martín. Sus respectivos hijos, Analía y Ariel Tereñes, recuerdan hoy que ese primer espacio se fue "ampliando tres veces más de lo que era originalmente y mejorando la infraestructura".
En total, además de sus progenitores, son cinco hijos que se encuentran todos abocados al crecimiento de la fábrica, desde las distintas áreas, como compras, ventas, finanzas, además de los especialistas y creativos reposteros, que constituyen "un plantel de 115 personas, dedicados a producir 32 toneladas diarias de galletitas".
José y Julio habían sido compañeros de trabajo "en la década del 80 en la fábrica de galletitas Capri; luego cada uno siguió su camino y se reencontraron el 94 en el mismo lugar. Aquella empresa había dejado de producir en la planta en la que ellos habían adquirido experiencia y, como estaba en ese momento disponible", decidieron concretar allí su nuevo emprendimiento.
"Trabajando juntos, comenzaron con la idea de hacer un producto artesanal", recuerda Analía y da más detalles: "La idea original fue la de convertir la pepa, que era un producto típico de panadería, en una galletita industrial que se pudiera envasar en un paquete sin dejar de mantenerse tierna, suave y crocante, con buena cantidad de dulce".
¿Cómo se logró? "Con formulaciones y adaptación de la técnica. Comenzamos con una línea productiva chiquita; en 2005 se hizo una segunda línea y en 2009 la tercera. A la par se fue invirtiendo en mejorar la infraestructura, el entorno de lo que es la fábrica, pero se mantuvo el criterio de elaboración para el producto" hasta llegar "al día de hoy siendo una de las primeras pymes que certificó norma de inocuidad SSC22.000 y segunda en empresa de alimentos".
Con la certificación, "que es la carta de presentación que te distingue, y el producto súper preparado y afianzado, te parás totalmente diferente". Así fue que accedieron en 2008 al llamado mercado nostálgico (gente que vive en el exterior y busca productos tradicionales de su país); en este caso, en Estados Unidos.
En 2015, Terepín tomó la iniciativa de agrandar su oferta en el exterior y en 2016 se sumó al "programa de buenas prácticas exportadoras que lleva adelante la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (Aaici). Eso nos dio un espaldarazo, como para estar ahora parados desde otros lugar".
Actualmente, la firma continúa exportando a EE.UU. y ha insertado sus pepas en Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia. Recientemente concretó ventas en Alemania y España y esperan que naciones europeas vecinas "se acerquen para ver de qué se trata. Es un producto que puede ocupar un lindo lugar en el mundo", afirma Analía.
En cuanto al mercado interno, Ariel describe que la firma posee "clientes en todo el país, en supermercados grandes, kioscos y mayoristas, porque hay mucha demanda, ya que se trata de una galletita propicia para desayunos y meriendas, además de acompañar el mate en todo momento".
Los cambios de sabores "son una característica particular innata de la empresa, porque estamos continuamente buscando nuevas opciones", distingue Analía, mientras Ariel remarca que a las "tres variedades de membrillo, batata y frutos del bosque", adicionaron la línea Soft, también para "galletitas rellenas con limón y frutilla", con nuevos diseños y packaging.