España le abre las puertas a China mientras se avecina una guerra comercial europea
España se está forjando un camino como país “conector”, atrayendo inversiones chinas mientras evita posicionarse sobre los aranceles europeos a los vehículos eléctricos.
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En enero, el gobierno regional catalán creó una oficina especializada dedicada a aumentar la inversión y el comercio con China, la segunda mayor economía del mundo.
En julio, el puerto de Barcelona aprobó planes para construir una terminal con acceso directo al ferrocarril del puerto para los vehículos eléctricos que China exporta a Europa.
El mes pasado, durante una visita a Pekín del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, el gigante chino de aerogeneradores Envision Energy acordó asociarse con su gobierno e invertir US$1000 millones para construir un parque industrial de hidrógeno ecológico.
La actividad es una muestra de cómo España intenta ampliar sus lazos económicos con China cuando las tensiones con Occidente van en aumento.
“China es un socio económico clave” para la Unión Europea y España, dijo Carlos Cuerpo, ministro de Economía español, desde su despacho en Madrid. “Europa tiene que encontrar su propio camino”.
Es un camino difícil de localizar hoy en día. Esta semana, Europa aumenta los aranceles a los vehículos eléctricos chinos hasta el 45 por ciento. La Unión Europea sostiene que los subsidios gubernamentales han permitido a las empresas chinas vender sus vehículos a precios reducidos, amenazando a la propia industria del bloque.
La votación dividió a los 27 miembros de la Unión Europea, con el apoyo de Francia y la oposición de Alemania. España, cuarta economía de la Unión, fue uno de los 12 países que se abstuvieron, lo que refleja que China es vista tanto como una oportunidad económica como una amenaza.
Para los escépticos, los intentos de China de inundar Europa con paneles solares y vehículos eléctricos baratos y subvencionados ponen en peligro industrias esenciales para la prosperidad del continente. Mientras tanto, su apoyo a Rusia desde la invasión de Ucrania socava la seguridad de Europa.
“No se trata solo de intereses comerciales, sino también geopolíticos”, dijo Liana Fix, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington. Europa debe tener cuidado de no depender demasiado de la industria y los materiales chinos, dijo.
En su opinión, España está adoptando un enfoque pragmático al participar en empresas conjuntas que dan a sus empresas acceso a la tecnología avanzada de China.
Cuando se trata de industrias críticas como la automovilística y la agrícola, Cuerpo, el ministro de Economía, dijo: “España tiene que hacer su propio análisis”.
Este tipo de evaluaciones se están produciendo en capitales de todo el mundo, mientras funcionarios y empresas tratan de averiguar cómo mantener el bombeo de sus economías cuando las rivalidades entre las superpotencias mundiales se agudizan.
El libre sistema económico mundial que impulsó el comercio y la inversión internacionales se ha visto profundamente sacudido, primero por la pandemia y luego por las guerras en Ucrania y Medio Oriente. Y los gobiernos luchan por equilibrar su deseo de crecimiento económico con la preocupación por la seguridad nacional, las alianzas internacionales y la resistencia de la cadena de suministro.
El ciclo de aranceles y represalias entre Estados Unidos y China que comenzó en 2018 durante la presidencia de Donald Trump se ha intensificado hasta afectar a cientos de miles de millones de dólares en bienes. En mayo, el gobierno de Joe Biden impuso un arancel del 100% a los vehículos eléctricos procedentes de China.
Los efectos se extienden por toda la economía mundial.
Países no alineados como México y Vietnam han experimentado rápidos saltos en el comercio y la inversión chinos y, a su vez, han aumentado sus exportaciones a Estados Unidos. Los llamados países conectores sirven “de puente entre bloques”, una forma de que las empresas chinas introduzcan sus productos en Estados Unidos pero evitando los aranceles de importación, dijo Gita Gopinath, primera subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional.
En Europa se observa una dinámica similar.
“La estrategia de China es clara”, dijo Josep Maria Gomes, director de negocios internacionales de la Cámara de Comercio de Barcelona. “Las empresas chinas vienen a Europa para resolver los problemas con las barreras comerciales”.
China ha aumentado la inversión extranjera directa y ha realizado más fusiones y adquisiciones.
Esta primavera, Chery, un fabricante de automóviles propiedad del gobierno municipal chino de Wuhu, firmó un acuerdo de 400 millones de euros con la empresa española Ebro-EV Motors. Ambas producirán vehículos eléctricos en una planta de Nissan cerrada en Barcelona.
Gomes confía en que España supere a sus competidores y consiga otro acuerdo con el fabricante estatal chino MG para construir una fábrica de automóviles eléctricos.
Los fabricantes de automóviles chinos también han llegado a acuerdos para construir fábricas de vehículos eléctricos en Turquía, Hungría y Polonia.
Al producir vehículos en el continente, las empresas chinas pueden eludir los aranceles. Los fabricantes locales tienen acceso a los conocimientos técnicos de China.
Según Jacob Kirkegaard, investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional de Bruselas, los fabricantes chinos tienen una “tecnología superior”. Las empresas europeas que se alejen de ellos corren el riesgo de “salir perdiendo”.
La cooperación, sin embargo, también puede dar ventaja a China. Después de que la Unión Europea votara a favor de imponer aranceles, Chery anunció que la producción en España se pospondría un año. Funcionarios del gobierno español rechazaron la idea de que el retraso fuera una señal de descontento.
España se ha visto eclipsada durante mucho tiempo por las grandes economías de Alemania, Francia e Italia, pero el año pasado creció más del triple que el promedio de la Unión Europea. La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional calculó que la economía española crecería un 2,9 por ciento este año, el mayor aumento de todos los grandes países industrializados avanzados de Occidente. El cálculo para Alemania, tradicionalmente el motor del crecimiento europeo, fue de cero.
La industria del automóvil se considera esencial para el éxito económico de España. Este país, que ya es el segundo fabricante europeo después de Alemania, exportó el 87 por ciento de su producción automovilística el año pasado.
La inversión y el comercio con Estados Unidos siguen eclipsando la inversión y el comercio entre España y China. Y existe el riesgo de que los autos europeos fabricados con tecnología china se queden fuera del mercado estadounidense por motivos de seguridad.
Sin embargo, la relación con China tiene un “enorme potencial”, dijo Marta Blanco, presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, asociación que representa a más de dos millones de empresas y empresarios.
Y para los inversores chinos, los antiguos lazos culturales y económicos de España con otros países hispanohablantes significan que también puede servir de puerta de entrada a América Latina, una región en la que los países entablan relaciones con China a pesar de la preocupación por que inunde sus mercados con exportaciones.
La inversión directa china en España ha crecido en la última década, más del doble hasta casi 12.000 millones de dólares desde 2017. El acuerdo con Envision siguió a un anuncio del fabricante de propiedad china Hygreen Energy de invertir más de US$2000 millones en proyectos de generación de hidrógeno en el sur de España.
España, que ya genera más del 60% de su electricidad a partir de fuentes renovables, quiere convertirse en líder en la producción de energía limpia para Europa.
Mantener buenas relaciones con China es también una de las principales preocupaciones de muchos productores agrícolas españoles.
“China es un mercado esencial”, dijo Daniel de Miguel, director adjunto de Interporc, la asociación de productores de carne de cerdo. España exportó más de 500.000 toneladas de cerdo blanco a China el año pasado, una cuarta parte de las exportaciones totales del sector, según la asociación.
Y la preocupación por una escalada de la guerra comercial entre Europa y China es palpable.
Pocos días después de la votación para imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos, Pekín anunció un arancel temporal sobre el brandy europeo. El gobierno chino también ha abierto una investigación sobre si la industria porcina europea está exportando a China a precios bajos que violan las normas comerciales.
“Estamos muy nerviosos”, dijo de Miguel, quien formó parte de la delegación que acompañó al presidente del gobierno español en su viaje de septiembre. Tras la visita, Sánchez cambió su postura sobre los aranceles de la Unión Europea a los vehículos eléctricos, que antes había dicho públicamente que apoyaba.
Al igual que otros países europeos cuyas economías dependen de las exportaciones y las cadenas de suministro mundiales, España intenta caminar por una delgada línea entre la cooperación y la competencia con China.
“Tenemos que ser abiertos, pero no ingenuos”, dijo el ministro de Economía.
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