El sistema Swift y las fintech
La digitalización y la aplicación de las nuevas tecnologías al desarrollo de los servicios financieros están revolucionando la forma en que las personas se relacionan con su dinero. No solo en Argentina, sino en el mundo, se está reemplazando la burocracia de la sucursal bancaria por dos o tres botones en una aplicación de celular.
Si bien los bancos están innovando hacia una mejor experiencia del cliente, también las fintechs, empresas tecnológicas dedicadas a los servicios financieros, están ofreciendo nuevas formas de facilitar la vida de las personas brindando productos de crédito, inversión o medios de pagos de forma más ágil y económica.
Sin embargo, en el área de comercio exterior parecería que esta revolución tecnológica no la está alcanzando, puesto que hace décadas que las transacciones internacionales bancarias siempre terminan en el mismo lugar: el sistema SWIFT.
SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) es una organización que ha desarrollado un sistema de intercambio de mensajes encriptados para la comunicación y el traslado de fondos a nivel internacional. Actualmente este sistema es el más utilizado para el envío de transferencias entre países, no solo en grandes volúmenes sino también para montos pequeños; es decir que tanto el pago de una operación de comercio exterior como una ayuda familiar pasan por SWIFT. Sin embargo es un sistema caro, lento y anacrónico.
Es caro, porque SWIFT funciona con bancos corresponsales e intermediarios que trasladan el mensaje a su destinatario final y cada banco cobra una comisión (además de la comisión del banco que emite la transferencia) por realizar esta gestión. Es lento, puesto que una transferencia, debido a los intermediarios y a los horarios de apertura y cierre de los bancos involucrados, puede demorar una semana en llegar a destino, lo cual va a contramano de lo que el cliente busca en la era de la digitalización y la inmediatez. Es anacrónico, puesto que el primer mensaje SWIFT fue enviado en 1977 (hace 42 años) y desde entonces ha crecido hasta convertirse en una organización presente en más de 200 países y con más de 11.000 socios conectados, según datos de su página web.
Además, el tráfico de mensajería SWIFT es controlado principalmente por los bancos de Estados Unidos, sobre todo por la necesidad que tiene el sistema de la presencia de bancos corresponsales en la plaza norteamericana. Esto lo convierte casi exclusivamente en el único país que puede bloquear una transferencia internacional y posee toda la información sobre los cientos de millones de dólares que se transaccionan todos los días a nivel global.
En la Argentina, por ejemplo, tanto el pago de importaciones como el cobro de exportaciones se realizan a través de SWIFT. Con excepción de contados casos, las transferencias pasan siempre por un banco norteamericano, las comisiones que se cobran son porcentuales sobre el valor de la transferencia (con un máximo, afortunadamente) y, además en general, tardan entre 48 y 72 horas, con las demoras operativas que eso implica.
Algunas fintech han desarrollado sistemas de pago alternativos, principalmente para individuos y a montos bajos, pero si bien a ojos del cliente el dinero no se envía por SWIFT, en el fondo siempre pasa por allí. El modelo consiste en que la fintech abre cuentas en varios países o se asocia con un partner local. Un cliente que desea enviarle dinero a otra persona en el extranjero transfiere a una cuenta de la fintech dentro del país de origen el monto de la operación y esta entrega de una cuenta suya en el país de destino al beneficiario final. En este caso hubo simplemente dos transferencias locales, pero nunca hubo una transferencia internacional como le pudo haber parecido a la persona que envió o recibió el dinero. La transferencia por SWIFT aparece cuando la empresa tiene más operaciones en un sentido que el otro: tarde o temprano tendrá que hacer una compensación de caja con una transferencia bancaria vía SWIFT.
Otra alternativa para solucionar el escollo de SWIFT son las criptomonedas. Sin embargo la viabilidad en su utilización para pagos internacionales es muy cuestionada debido a tres factores: primero, el uso que se le da con fines especulativos y de ahorro, y no transaccional como se pensó originalmente; segundo, la volatilidad en su valor de mercado debido a la variabilidad de su oferta y demanda; tercero, el anonimato y la imposibilidad de aplicar controles normativos y de compliance. Además a todo eso se le suma que la tecnología blockchain está aún siendo explorada. No es un camino cerrado, pero debe seguir evolucionando.
Algunas regiones han desarrollado algunos sistemas paralelos, como el IBAN en Europa u otros que han creado en China o Rusia. Sin embargo hoy, y a pesar del crecimiento y la evolución tecnológica en materia financiera y bancaria, parece imposible eludir a SWIFT.
Quizás SWIFT no sea el problema, sino que no ha podido evolucionar lo suficientemente rápido para encontrar un modelo que permita ofrecer servicios más rápidos y baratos que lo acerquen a los tiempos que corren. Quizás en un futuro cercano podamos considerar a SWIFT como una fintech, aunque sus orígenes sean bastante distintos que las empresas tecnológicas del siglo 21.
Hoy en día las fintech y la tecnología permite el traslado internacional de dinero a bajo costo y relativamente rápido, pero siempre hablando de individuos y de montos bajos. En lo que respecta a los volúmenes del comercio internacional, los costos y los tiempos de las operaciones bancarias seguirán siendo, por un tiempo más, un factor a tener en cuenta cuando evaluemos un proyecto de importación o exportación.
Alejandro Scasserra