El Mercosur y las negociaciones internacionales, metas que no se cumplieron
De realizar un balance objetivo de los tres últimos años de negociaciones comerciales internacionales, seguramente el resultado no nos dejará satisfechos. No se alcanzaron los objetivos previstos -más allá de los esfuerzos desarrollados por los sectores oficial y privado- asumiendo que la responsabilidad por los magros resultados debe ser compartida con las contrapartes, que no pusieron tampoco la energía necesaria. Revisando solamente los ámbitos considerados relevantes, la situación dista mucho de alcanzar las mínimas expectativas abiertas a comienzos de 2002.
El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se encuentra en un estado de virtual hibernación, aunque algunos abrigamos esperanzas de que las negociaciones se reabran para completarlas antes de fines de año.
La situación con la Unión Europea (UE) ha sido suficientemente difundida, y la expectativa se centra en que con nuevos players (jugadores) se generen ideas creativas para hallar una salida coherente a este juego.
En el caso de México, las idas y venidas producen cierto agotamiento intelectual en el sector privado, pues no se llegan a interpretar las intenciones reales de la Argentina y México.
Respecto de las negociaciones entre el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), nos limitamos a mencionar que, a nuestro juicio, no existe ningún acuerdo Mercosur-CAN, sino la futura vigencia de tres acuerdos que operarían simultáneamente. De ellos, hasta hace pocos días sólo se identificaba el ACE 36 (acuerdo de complementación económica) con Bolivia, pues los publicitados con Perú, Venezuela, Colombia y Ecuador no se lograban ubicar, a pesar de los anuncios de que se habían firmado durante la XIII Reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), realizada en Montevideo el 18 de octubre de 2004. Esto lleva a preguntarse qué es lo que se firmó en Montevideo.
Sin brújula
Por otra parte, interpretar la cantidad de planillas y listas junto con las diferentes normativas que contendrían estos acuerdos obligará a los operadores a encontrar alguna brújula orientativa para poder decodificar y aplicar sus contenidos, pero cabe aclarar que la publicitada zona de libre comercio entre ambos bloques es una voluntariosa expresión de deseo, pues podría originarse concluido el período de transición de más diez años.
Por último, las negociaciones de la ronda de Doha siguen sus propios ritmos, pero sin avizorar resultados en el corto plazo.
En este escenario se produce el lanzamiento de la Comunidad Sudamericana de Naciones cuando subsisten en la región demasiadas asignaturas pendientes, proyectos demorados o conflictos no resueltos, además de las disputas industriales permanentes entre los socios mayoritarios del Mercosur, las demoradas aclaraciones sobre cuestiones fundamentales como el doble cobro del arancel externo común (AEC) y la armonización del tema del origen entre el aplicado en el Mercosur y el presuntamente determinado en los acuerdos con países de la CAN.
Ciertas opiniones señalan que este lanzamiento transita por andariveles diferentes a aquellos referidos a las negociaciones comerciales. De aceptarse esta definición, se originarían las siguientes preguntas: ¿No se estará politizando en extremos las cuestiones sobre la integración, provocando desvíos de las recursos disponibles, hacia cuestiones que no resuelven ni las situaciones de conflicto ni los temas pendientes?, ¿No estaremos navegando en aguas que se suponen convergentes pero que fluyen por cursos diferentes que nos desvían del destino al que pretendemos llegar?
Las respuestas efectivas quedan a cargo de aquellos responsables de demostrar con hechos concretos que ambos cursos están convergiendo hacia el gran objetivo en común, situación sobre la que existen, en esta región sudamericana, dudas más que razonables.
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