Intercambio comercial: qué deja 2021 y proyecciones para el año que viene
Tanto las ventas externas como las compras al exterior se ven dificultadas por una economía trabada, la brecha del dólar y disposiciones que complican el comercio
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Cuando la OMC pronosticaba en 2020 una caída del comercio mundial de bienes de entre 13% y 32%, finalmente la caída terminó siendo de 5.3% (y un 8,5% del PBI). Mal, pero no tan mal. Este año el organismo pronostica una recuperación importante (10.8%), y el FMI una suba del PBI mundial (5,9%). Por estos lados también hay señales de recuperación: a octubre 2021 las exportaciones e importaciones argentinas alcanzaron U$S 116.342 millones (43,3% más respecto al mismo período de 2020). Pero no hay nada para festejar. Más allá de la pandemia, asistimos a un momento particular por razones internas.
Por el lado de las exportaciones, a octubre 2021 se acumulan U$S65.141 millones, lo que representa un 39,1% más con respecto a 2020, y se espera cerrar este año en una cifra cercana a los U$S 79.000 millones. Esta suba se explica por el incremento del 26% en el precio de las exportaciones (versus incremento del 10,4% en las cantidades); y por la recuperación que sobrevino luego del tropezón que se dio el mundo en 2020. En el año que se va, se implementó en abril la Declaración Jurada de Operaciones de Exportación de Carne, y más tarde por Decreto 408 se suspendieron ventas significativas del sector hasta el 31/12. También se limitaron exportaciones de maíz, luego de alcanzado el saldo exportable de 38,5millones de toneladas. Esto, para un país que necesita más que nunca dólares genuinos resulta increíble.
Hay rubros donde la aprobación de licencias de importación a través de la SIMI es una utopía
Por el lado de las importaciones, a octubre 2021 se acumulan U$S51.201 millones, lo que representa un 49,1% más respecto a 2020 y se espera cerrar este año en una cifra cercana a los U$S62.000 millones. A diferencia de las exportaciones que fueron impulsadas por un aumento de precios, las importaciones subieron por impulso de mayores cantidades compradas (31,4%), cuando los precios se incrementaron sólo 13,4%. Eso, creo responde principalmente a dos cuestiones. La primera es que luego de un año negro, el país comenzó a recuperarse. La Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (Fide) proyecta un incremento del PBI de 8,5% para 2021, lo que implica mayores importaciones en un país donde, desde hace cien años, 8 de cada 10 dólares va a producción. La segunda es la brecha, hoy cercana al 100%. Los importadores fueron descontando la corrección del tipo de cambio y acumulando stock.
Las compras al exterior viven días muy complejos, ya que el Gobierno tiene pocos dólares y mucho menos a los 100 pesos del billete de Julio Argentino Roca, que parece estar mirando a lo lejos como el dólar despega. Por eso, hay rubros donde la aprobación de licencias de importación a través de la SIMI es una utopía (textiles, calzados, juguetes y electrónicos que se ensamblan en el sur, por ejemplo). Por otra parte, los importadores viven una verdadera odisea para poder pagar al exterior, incluso sus insumos y bienes de capital (flexibilizados a partir de ayer). El Banco Central viene publicando medidas de alto impacto casi todos los jueves por la noche, por lo que se suma un gran estrés al sector y a los bancos.
A octubre se acumularon U$S13.940 millones de saldo comercial (11,4% más respecto a 2020) y se espera cerrar el año en una cifra cercana a los U$S17.000 millones. No obstante, 2021 fue un año que comenzó con vencimientos por más de U$S10.000 millones entre el FMI, el Club de París y otros organismos multilaterales; y entre diciembre y marzo 2022 hay que pagar más de U$S5800 millones al FMI. Las Reservas Internacionales Netas sin contar el oro (U$S3697 millones) que se encuentran en el Banco de Pagos Internacionales de Suiza, y los DEG del FMI (U$S2097millones), rascan la olla (apenas U$S800 millones). Lo que le queda para hacer al Estado es liquidar parte de ese oro, pero recuerdo que un mes de importaciones tranquilo totaliza U$S5000 millones. Es muy poco.
Hasta hace poco tiempo, el tipo de cambio mayorista no se encontraba mal, y la brecha se había generado por el contexto de incertidumbre y restricciones. Si de por sí la aprehensión al dólar es deporte nacional en este país, hay que imaginarse en un contexto de incertidumbre global (amén de la inflación estadounidense que pocos registran). Pero esto está al borde de cambiar: mientras que la inflación acumulada a octubre fue del 39%, el “crawling peg” del dólar oficial llegó a apenas la mitad. La competitividad del tipo de cambio se vino a pique, como muestra muy bien en el índice de tipo de cambio real multilateral (102 puntos versus 122 hace un año). Vale recordar que arriba de 100 estamos devaluados. Estamos en zona de promoción, y con Brasil, nuestro principal socio comercial, ya en descenso directo: 89,1 puntos, lo que muestra una clara apreciación y vislumbran problemas para nuestros exportadores.
Lo último que está intentando el BCRA es apretar más sobre el mercado de cambios. Además de la tortura normativa a los importadores, y de bajarles a cero la Posición Global Neta a los bancos, hay que sumar el avance sobre los particulares. Después de los pagos en dólares con tarjeta que se deducen desde el año pasado del tope de U$S200 por persona de la Comunicación 6815, la semana pasada limitó la compra en cuotas de pasajes y servicios en el exterior.
Mientras tanto, el Gobierno incluyó en la Ley de Presupuesto 2022 una entrada de U$S12.000 millones por parte de organismos internacionales, que es un numerito en un cuaderno, sin hechos respaldatorios.
Bajo este panorama, y a pesar de que el dólar blue esté tal vez muy caro, se recuerdan momentos previos a anteriores devaluaciones. Si como sucede habitualmente los argentinos se vuelcan al peso para sus gastos de fin de año, y ahora más con vacaciones de cabotaje, podría ser que la corrección nos encuentre de ojotas con el nuevo año, pero no será una sorpresa.
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