El grifo se abre, pero no lo suficiente
Despachantes e importadores coinciden en que existe algo de flexibilización en la autorización de las declaraciones juradas de importación (DJAI). Haberse asegurado el superávit del primer semestre sería una explicación; la otra, el freno de la actividad, que redujo el número de trámites
Junio de 2013. En medio de la incertidumbre rotunda que sobrevuela las importaciones -respecto del criterio con que se autorizan (u observan) las DJAI- esa fecha es un oasis en el desierto. Puede ser un espejismo, pero la Administración K generó tantos ateos como gente que necesita creer.
"En junio de 2013 van a estar muy bien", les dijo el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a los fleteros en una de sus reuniones de los viernes. "Se van a cansar de tener trabajo", agregó.
El comentario esperanzó a estibadores, guincheros, despachantes... Si los camiones tienen trabajo en las terminales, es porque "algo" se reactivarán los movimientos de contenedores.
Pero falta mucho para eso. Por lo pronto, hoy, los departamentos de comercio exterior, finanzas y por qué no la gerencia general de las empresas está de hecho en manos del Estado.
El fin estadístico con el que se instrumentaron las DJAI -saber de antemano cuántos dólares saldrían por importaciones para ver cómo afectaría las metas de superávit comercial- se degeneró.
Desvirtuado el objetivo, a fuerza de imposición, las empresas se quedaron sin agua corriente: sólo hay un grifo y una mano autorizada a abrirlo y cerrarlo. Los privados, balde en mano, acuden al Estado para ver cuánto y cada cuánto podrán regar su aparato productivo.
Sin embargo, referentes de los despachantes y los importadores coincidieron que en las últimas tres semanas, el sistema de autorización de las DJAI mostró "cierta fluidez", pero sólo por momentos, y para nada se acercó a un modelo de regulación (algo que rechazan en sí) eficiente. Otros, en cambio, aducen que "la economía se enfrió, lo que explica la caída de las importaciones y, por ende, el menor pedido de DJAI. Como tienen menos trabajo para aprobarlas, da la sensación de que salen más rápido".
"Vemos cierta flexibilización. Pero en los últimos días parece que se frenó todo de nuevo", reconocieron desde el Centro Despachantes de Aduana (CDA).
Observan, no obstante, que no hay "ningún tipo de parámetro, explicación o racionalidad en la autorización. Creemos que en la Secretaría [de Comercio Interior] lo evalúan por CUIT, posición y hasta producto. Pero no distinguen ni tamaño de empresa ni sector", indicaron.
Caso por caso
No hay forma de establecer una tendencia. El sistema se acerca más a un "caso por caso" y a "productos urgentes" para producir. Pero aquellos que trabajan con lógicas de temporadas (juguetes, textiles) siguen totalmente afectados.
Todo pasa por la Secretaría. "Si te fijás, la AFIP [la que redactó la norma] tiene aprobadas el 99% de las DJAI. La Secretaría controla a rajatabla que los importadores cumplan con los compromisos asumidos de exportación. Piden informes trimestrales", agregan.
El CDA aconseja no repetir la presentación de DJAI que hayan sido observadas. "Entendemos que obedecen a sus mandatarios. Muchos tuvieron que suspender o despedir empleados por el control de importaciones", reconocieron desde el CDA.
Se estima que por día la Secretaría procesa 2600 DJAI. La repetición de declaraciones genera una "información inexacta" para el Estado: una misma importación, de una misma empresa, con varias DJAI presentadas.
"Con las DJAI quisieron informarse con anticipación de cuántas divisas se irían del país para ver cómo compensarlas. Esa estadística es inexacta si cada operación tiene varias DJAI presentadas", informaron los despachantes.
Producción afectada
"Los peores meses fueron abril y mayo y los principios de junio, cuando empezaron a trabarse componentes y hasta máquinas de empresas que venían con aprobaciones fluidas", reconocieron desde la Cámara de Importadores (CIRA).
¿Qué cambió? Los exportadores no podían operar porque su línea de producción se interrumpía por falta de insumos. A esto se le sumó la norma que acortó los plazos para liquidar divisas. "Bajaron las exportaciones y varias empresas grandes advirtieron sobre suspensiones y despidos. Fue el factor determinante para repensar la estrategia", reconoció la CIRA.
La hipótesis más sólida, sin embargo, fue que en junio se superó ampliamente la mitad del superávit comercial que tiene el Gobierno como meta. "Lograron más US$ 8300 millones, y la demanda de combustible para las industrias no fue tanta por la merma de la actividad. Así en junio y julio se vio algo de flexibilización en las DJAI", agregaron. "Esto no se nota en bienes de consumo", aclararon.
Cubiertas las necesidades del pago de deuda, quedan menos de la mitad de vencimientos para los próximos dos años. "Las elecciones de octubre [de 2013] son cruciales. Es probable que retomen con fuerza la política de consumo. Los números de imagen del Gobierno y el índice de confianza del consumidor están muy bajos. No tanto como en 2009, pero lo suficiente como para que en 2013 revean la tendencia", advirtió un economista.
"La forma de hacer política no cambió. Es una administración pragmática: si ven daños colaterales, y tienen margen, hacen cambios. Como entienden que cumplieron los objetivos, aflojan algo", agregó.
Algo de eso se vio cuando al querer lograr el superávit vieron que se afectaban las exportaciones y el empleo. Los portuarios, los fleteros y los empleados de despachantes "responsabilizaron" directamente a Moreno. Y algún ajuste hicieron.
"Preocupa poco que por tres meses seguidos cayeron las exportaciones. Si se hubiesen mantenido el ritmo de embarques de 2011, el superávit se hubiera podido lograr tranquilamente. Tendríamos hoy US$ 9000 millones de superávit. El Gobierno hace la lectura de que la economía mundial se enfrió y cayó la demanda. Otra lectura es que realmente la producción local se vio afectada por la falta de insumos, a lo que se sumó el atraso del tipo de cambio", analizó un economista.
El futuro sigue complejo. La caída de las importaciones de bienes de capital cayeron el doble de las de bienes de consumo: 38 y 19 por ciento, respectivamente, según los últimos datos. Esto habla netamente de la competitividad exportadora argentina porque cae la inversión en reequipamiento.
No para todos
Lo que se vislumbra en los promedios, no lo corroboran los que se caen de la muestra. "En zonas francas no se flexibilizó absolutamente nada. Los despachantes dicen que parecería haber una mayor flexibilidad, pero es muy tenue. No marca tendencia. Lo ves en el puerto: en buenos tiempos, el movimiento es de 3000 camiones por día. Hoy estás en 1200", señaló un ejecutivo de un depósito de zona franca.
Tomado al azar, un despachante mediano, que trabaja con empresas críticas en cuanto a la importación de insumos (como repuestos para centrales y usinas), respondió así la consulta sobre la flexibilización de autorizaciones: "Quedó todo parado. Ni a los proveedores de Vale [la minera brasileña] le aprueban las DJAI, ni a los que importan hace 60 años insumos que nunca se produjeron en el país", subrayó, tras lamentar la reestructuración de su estudio: "Tuve que despedir a 10 personas, la mitad de mi personal".
Los grandes estudios contables y de consultoría, y los estudios jurídicos especializados en derecho aduanero ratifican que hay algo de afloje, pero nada representativo.
"Los clientes que hicieron acuerdos de precios, que se comprometieron a importar menos que el año pasado y que firmaron el compromiso de exportar tuvieron suerte en la liberación. Pero importan entre el 30 y el 40 por ciento menos que el año pasado", explicó un consultor.
Reconoció, sin embargo, que quien más éxito tuvo fue el que demostró cómo las trabas afectan el nivel de empleo, y que los despidos son inminentes. "Tenemos un cliente que ensambla motos. Tuvo que reducir turnos y suspender personal. Pero todavía aguarda la notificación de la Secretaría", agregó.
Marcelo Elizondo, de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI) opinó que conviven "cierta mayor flexibilidad" con "cierto descenso de pedidos por parte de empresas que acumulaban fracasos [al presentar las DJAI] y otras que fueron disuadidas".
"Da la impresión de que esa mayor flexibilidad se vincula a pedidos por importaciones de montos que no son los de mayor número, lo que mantiene complicadas las importaciones de bienes de capital (que son las que más caen, afectando la inversión: en el primer semestre, la caída de importaciones de bienes de capital fue del 21%; las de intermedios un 6%; las de piezas y partes un 4%, y las de bienes de consumo un 13%, y eso está afectando las importaciones más necesarias para la competitividad)", analizó.
"Entiendo que han empezado a autorizarles a aquellos que han cumplido con la presentación de planes de exportación compensatorios. Pero esto no implica que se garantice las importaciones. Sigue habiendo un porcentaje no menor de pedidos no autorizados, aunque este sea de una importancia relativa menos significativa ahora", amplió.
"De acuerdo con el relevamiento que hicimos con algunos despachantes y clientes nuestros, la situación se mantiene igual. Hay coincidencia en la incongruencia en los criterios para el otorgamiento de estos documentos, que nadie conoce porque no se publican. Piden un día una DJAI y sale observada, sin que nadie pueda saber los motivos. Pero una semana o dos después, piden de nuevo la DJAI y sale aprobada", explicaron desde un estudio jurídico.
Otro abogado especializado en la materia habló de algo de "regularidad", sin que ello signifique "que los requerimientos de licencias y DJAI sean ajustados a derecho sino sólo que la situación caótica del primer trimestre es un poco más ágil".
Sorpresas en la Justicia
Lo más llamativo de este proceso es el capítulo "judicial" si se quiere, en cuanto a medidas cautelares y amparos. "Los resultados dependen de los juzgados intervinientes", sintetizó un abogado.
Además de evitar que salgan, el Gobierno apura la entrada de los dólares. Y la improvisación también caracterizó la normativa de este proceso: "En principio, exigieron liquidar a los 15 días. Después, a los 30 días. Al ver que, por ejemplo, el sector minero no exportaba porque se maneja con otros plazos, empezaron con las excepciones y que estaban tapadas de stock. No abrieron los grifos ni dejaron sin efecto la resolución 142. Pero sacan listados de empresas y productos exceptuados cada tanto", destacaron desde un importante estudio jurídico que representa a mineras.
"No pueden controlar todo el universo del nomenclador. Pero pueden obligar a cumplir con el compromiso de exportar a los importadores que lo prometieron. Te dictan el compromiso por teléfono", agregaron.
Consultados sobre si aconsejan recurrir a la justicia, la respuesta fue gélida: "Cuando vas a la justicia te llevás sorpresas. En los contenciosos federales no encontrás buena recepción. Y no se quieren jugar. En un amparo de una empresas de más de 1000 empleados, al borde de parar y ante un riesgo penal cambiario, el juez no dictó sentencia vencido el plazo del informe. Pidió un nuevo informe".
"Es un poco tarde para la acción judicial", reconocieron.
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