El desafío de lograr la inclusión en un mercado globalizado
Estudiantes del ITBA realizaron una jornada internacional para debatir sobre comercio y sociedad
"Abrir el diálogo sobre la pasión sudamericana es un juego sanamente caótico. Potenciarla requiere de un conocimiento exhaustivo de la región y de su gente, pero además, sin un plan de acción, sin saber el cómo, no se puede alcanzar su desarrollo con inclusión." Así abrió su ponencia Félix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC y moderador del panel "Potenciando Sudamérica", que formó parte la 11a edición de la conferencia internacional South American Business Forum (SABF), organizada por alumnos del ITBA, y contó con la participación de alrededor de 100 estudiantes de los cinco continentes y más de 40 líderes, para reflexionar sobre el tema de este año: "El desafío de la inclusión".
Conocedor como pocos del comercio exterior de la región y de un auditorio académico ávido de estímulos, Peña abrió sus "disparadores" para que un panel no menor, integrado por Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI; Diego Luzuriaga, director de la Escuela de Posgrado del ITBA, y Javier Ureta, fundador de Cascos Verdes, pusieran el debate a la altura de la coyuntura.
"América del Sur tiene el potencial más importante del mundo, pero a la vez esa realidad es muy compleja cuando se habla de negocios: los mercados de capital son limitados y tienen un rol financiador para todas las cadenas de valor, con un Estado muy intervencionista", advirtió Luzuriaga.
El director de Equitas Ventures, primer fondo de inversión de proyectos sustentables en la Argentina, se refirió también al concepto de sustentabilidad en riesgo: "Hay recursos naturales que hoy están en riesgo de no retorno. Si uno toma el riesgo ecosistémico como algo aparte, sería un grueso error que terminará perjudicando a los sectores más vulnerables". Y citó el ejemplo de la sojización tanto en la Argentina como en Brasil, que producen desplazamientos y migraciones de comunidades enteras en ambos países a centros urbanos, sin que puedan desarrollar un mínimo de calidad de vida, que los convierten en refugiados ambientales.
Ordenar el caos
¿Cómo hacer, entonces, para ordenar todo ese caos y desorden que acompañan las virtudes de una región que creció con un producto bruto regional que supera los 300 billones de dólares, exporta más de un billón de dólares por año (el doble de hace diez); produce la mitad de la soja que hay en el mundo; un tercio de toda la carne; el 25% de la leche y tiene el 27% de reservas de agua dulce que hay en el planeta? Para Marcelo Elizondo, el mayor desafío deviene de la misma población: "El sector público en todo el mundo tiene cada vez más competencias, pero menor intensidad: el desafío es cómo corregir esas externalidades a partir de una arquitectura que tenga relaciones más espontáneas, constantes y sistémicas basadas en la confianza entre los distintos actores sociales".
Al referirse a los procesos de integración económica, Elizondo agregó que estamos a mitad de camino. "En América latina, tenemos el Mercosur, la Alianza con el Pacífico, la Unasur, y hace 30 años todo era más modesto para las pequeñas y medianas empresas. Con avances y retrocesos, tenemos por delante la tarea de cómo llevar esos progresos al plano institucional y social, porque aún se observa demasiado nacionalismo en los discursos políticos y poca comprensión de las ventajas de los procesos productivos. De hecho, los pueblos están más integrados que los líderes políticos", amplió.
Javier Ureta, por su parte, se refirió a su trabajo social en la ciudad que estuvo vinculado a la formalización de 5000 cartoneros (más otros 4000 que aún siguen en la informalidad) y su inserción en el mercado de trabajo y a los condicionantes en ciudades con 10.000 habitantes donde se tributa apenas el 30% de los gastos en energía, distribución de agua, pavimentaciones, cloacas, recolección de residuos: "No se llegan a cubrir sus necesidades estructurales, lo que implica déficit habitacional. Y en ciudades que ni siquiera pueden autofinanciarse se requiere de un Estado nacional que baje programas para que puedan desarrollarse desde la base. Sin esto, y sin las necesidades básicas cubiertas, la real inclusión es imposible", concluyó.
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