El comercio internacional tiene nuevas reglas
Durante décadas fue un baluarte del crecimiento y la eficiencia de los países, pero hoy existe una inquietante mirada proteccionista
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Este periódico, The Economist, fue fundado en 1843 para hacer campaña por el rechazo de las leyes proteccionistas del maíz en Gran Bretaña (cosa que se logró tres años más tarde). El argumento que se daba en favor del libre comercio era que los aranceles enriquecen a los pudientes a expensas de los pobres y que la discriminación contra los extranjeros llevaba a que copiaran esa actitud en retaliación, lo que empeoraba las cosas para todos. Nuestra primera edición lamentaba que los gobiernos, las clases y los individuos “han estado demasiado dispuestos a concluir que su beneficio podría asegurarse con una política injuriosa para los demás”.
Por más de 200 años los economistas en general han aceptado tales argumentos, aunque algunos políticos han mostrado un amor atávico por la protección. Pero después de 1945 la mayoría de los líderes de todo el mundo convergieron en el apoyo a un comercio más libre. Ganados a la idea de que los mercados más abiertos promueven la innovación, la competencia y el crecimiento, los promovieron, primero a través del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (lo que se conoció como el GATT por sus siglas en inglés), fundado en 1948, y luego el GATT fue transformado en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995.
La OMC fue un logro extraordinario. Por primera vez -y casi un caso único entre las instituciones internacionales- el sistema incluía un mecanismo obligatorio de resolución de disputas, de modo que las víctimas de la violación de reglas pudieran obtener reparación. Ya los países grandes no podían imponer su peso y suponer que cualquier perjuicio para otros no tendría consecuencias.
Tal era la fe puesta en la nueva institución que cuando China tardíamente se sumó en 2001, muchos en occidente esperaron que eso llevara a la convergencia económica y política con las democracias ricas. Se permitieron excepciones dentro del sistema basado en reglas pero eran cuidadosamente controladas. El argumento de la seguridad nacional se invocaba poco ya que todos advertían que podía abusarse del mismo demasiado fácilmente.
Se permitió el argumento de la protección ambiental como justificación para algunas restricciones comerciales pero no más de lo que era absolutamente necesario. Los lobistas en favor de los trabajadores que se quejaban de la competencia injusta fueron denunciados como proteccionistas por los que veían los diferenciales de costos como formas legítimas de ventajas comparativas. Por cierto se veía a la integración económica como una manera de ayudar a alcanzar estas otras metas. Las economías no sólo se verían beneficiadas por estar unidas, sino que el crecimiento más acelerado significaría estándares ambientales y laborales más elevados.
Todo esto se tradujo en una baja general de los aranceles. Entre 1990 y 2017 los aranceles globales promedio ponderados por el comercio que se aplicaron bajo las reglas de la OMC cayeron 4,2 puntos porcentuales. La caída fue mayor en los países más pobres: en el mismo período los aranceles de China cayeron 28 puntos, los de la India 51 puntos y los de Brasil 10.
También promovió el impulso en favor de acuerdos comerciales bilaterales y regionales, que se expandieron de alrededor de 50 a comienzos de la década de 1990 a hasta 300 en 2019. Éstos han reducido los aranceles aplicados ponderados por el comercio otros 2,3 puntos porcentuales. Éste sistema promovió una explosión del comercio global como porcentaje del producto bruto, de alrededor del 30% a comienzos de la década de 1970 a 60% a comienzos de la década del 2010. En el mismo período las cadenas de provisión globales complejas pasaron de representar alrededor del 37% al 50% del comercio total.
Más comercio
El impactante colapso de los costos del transporte dio impulso al comercio internacional. Pero lo mismo hizo la estabilidad. Un estudio de Kyle Handley de la universidad de California en San Diego y Nuno Limão de la universidad de Maryland, encontró que luego de que China ingresó a la OMC la reducción en la incertidumbre fue responsable de alrededor de un tercio del crecimiento de las exportaciones chinas entre 2000 y 2005.
Tal como lo predijeron aquellos primeros predicadores del libre comercio, este ha producido niveles de vida más elevados. Un informe del Banco Mundial de 2019 concluyó que un aumento del 1% de la participación en las cadenas de valor globales está vinculado a un incremento del ingreso per cápita de más del 1% a largo plazo. Un estudio de la literatura sobre el tema de Douglas Irwin del Dartmouth College encontró que los países pobres que liberalizaron el comercio disfrutaron de un mayor crecimiento de 1-1,5 puntos porcentuales, acumulando entre 10 y20 por ciento en una década. La Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos, un ente público independiente, calcula que los acuerdos comerciales bilaterales y regionales de Estados Unidos han elevado los ingresos reales en un 0.6%.
Estirar y proteger
Algunas iniciativas hacia una mayor liberalización se han continuado. En noviembre de 2020 quince países de la región asiática del pacífico firmaron la Asociación Económica General Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership), el mayor bloque comercial del mundo. Las operaciones comerciales en el marco del área de Libre Comercio de África continental, un acuerdo ratificado por 38 países, comenzaron el 1 de enero de este año. Gran Bretaña post-Brexit está tratando de cubrir el 80% de su comercio con acuerdos preferenciales, aunque luego de erigir grandes barreras con su vecino más cercano, la Unión Europea. Y Estados Unidos y la UE están debatiendo estándares internacionales comunes para la economía digital.
Sin embargo el apetito por un comercio más libre ya no es lo que era. No ha habido una ronda General de liberalización desde mediados de la década de 1990. También se hizo más lenta la aprobación de otros acuerdos. En parte eso se debe a la percepción generalizada que la ideología del libre comercio no cumplió con lo que prometía. En el mundo rico los políticos han visto furiosas reacciones contra los acuerdos comerciales y quejas de que la liberalización ha creado perdedores tanto como ganadores, dejando atrás a muchos trabajadores. El presidente Donald Trump corporizó el rechazo al sistema comercial basado en reglas. Aunque la administración Biden ya no lanza amenazas de imponer aranceles al azar, son pocos los que creen que Estados Unidos es incapaz de volver a elegir un proteccionista como Trump.
Mientras tanto, la OMC está trabada. Muchos creen que China recibió la mayor parte de los beneficios que le fueran prometidos sin ofrecer lo suficiente a cambio. Se ha vuelto imposible actualizar las reglas en un grupo con 164 miembros que tienen que acordar entre todos. Y el sistema con el que se busca evitar que las disputas comerciales se salgan de control ya no funciona.
La pandemia del Covid-19 ha revelado lo rápido que el nacionalismo en pánico puede complicar las cadenas globales de provisión. Más de dos tercios de los países que aplicaron controles de exportación sobre dispositivos médicos en 2020 aún tenían restricciones vigentes en agosto de 2021. Por más que se abrazara el Libre Comercio después de la guerra, el apoyo político al mismo parece estar apoyado en cimientos frágiles.
Eso podría perjudicar el crecimiento. Según un estudio la incertidumbre asociada con las guerras comerciales de Trump pueden haber deprimido el crecimiento global en un 0,75% en 2019. Los economistas de la OMC consideran que entre 2000 y 2016 el costo del comercio asociado con la política cayó de un equivalente de un arancel del 9% en 2000 a un arancel del 6% en 2016, pero esto incluye una elevación desde 2012. Una simulación del FMI encontró que el equivalente de un arancel del 10% reduciría el producto global en alrededor del 1% después de tres años, y del 1.5% si se suman las pérdidas de productividad por la protección de firmas ineficientes.
Al perder popularidad la liberación del comercio aparecieron otras prioridades. Había tanta atención a la liberalización y lo que lograría que, con el paso del tiempo, “el comercio se volvió una cosa de negociación, el comercio por el comercio mismo”, dice Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC. Ahora señala que están volviendo objetivos no comerciales que habían cedido frente a la causa de una mayor liberalización.
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