Desde Mendoza, una bodega boutique que apunta al mercado internacional
Comenzaron abriendo canales de venta en Paraguay y Brasil, para luego avanzar a China, Rusia y México
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En aquella difícil coyuntura económica que atravesó el país en 2001, Gastón Bonoldi decidió afincarse en la zona de Cuadro Bombal, en el sur del departamento mendocino de San Rafael, y avanzar allí “lentamente, con el sueño de producir vinos de alta calidad”. Para lograrlo, remarca que desde el comienzo se enfocó en procurar la mejor genética de las viñas, con un proceso de desarrollo ciento por ciento orgánico. La Mansa, bautizada con el nombre de la yegua “tranquila y amable que montaban mis hijas en todo este proceso”, fue inaugurada hace diez años.
Es una bodega boutique, que comenzó a insertarse en los últimos años en países de la región, entre los que su dueño destaca el “enamoramiento” de los brasileros por sus productos. Y continúa conquistando nuevos mercados en América y en el continente asiático.
Bonoldi encaró este emprendimiento rodeado de “jóvenes especialistas amantes del vino, con mucha energía para trabajar en los nuevos viñedos y lograr productos que son el resultado de cuidados agroecológicos, atendiendo cada detalle, haciendo la cosecha a mano. Siempre teniendo en cuenta las características del terreno y el riego por goteo de las napas subterráneas que se nutren con el deshielo de Los Andes”, describe el propietario, desde una localidad que lleva el apellido de quien fuera un pionero en los cultivos que distinguen esos extensos terrenos: Domingo Bombal.
“Nuestros vinos, que están elaborados en cantidades pequeñas, buscando alcanzar la mayor expresión en cada una de las variedades, son posibles gracias al cuidado personal y meticuloso que requiere esta técnica para lograr la calidad y personalidad que buscamos”, destaca Bonoldi y relata que, para diferenciarse en el mercado local, “la idea principal era ser fiel al terruño sanrafaelino, explotando al máximo el potencial de los varietales que crecen y se destacan en la zona: Cabernet Sauvignon, Bonarda, Chardonnay, Malbec y Tempranillo”.
En cuanto a la presencia de la marca en lugares del país y del exterior, enumera: “estamos muy orgullosos de nuestro local dentro del hotel Gran Meliá Iguazú, en el Parque Nacional Iguazú; también en Ciudad del Este, de Paraguay, y en San Pablo en Brasil, donde nuestro local cuenta con una gastronomía que invita a su público a maridar vinos con platos de nuestra región”.
“Brasil se ha despertado al consumo de esta bebida; se ha incrementado la compra de vinos de alta gama en ese país y, al momento elegirlos, se advierte que los consumidores conocen cada día más acerca del tema. Es un desafío constante cautivar ese mercado. Puntualmente, hemos podido enamorar al consumidor brasilero con nuestro cabernet sauvignon”, asegura Bonoldi.
Además, a mediados del año pasado La Mansa logró acceder al mercado chino, que exige la determinación de ftalatos, un compuesto químico que puede estar presente en el vino por diferentes polímeros que entran en contacto directo durante su proceso de elaboración. Para sortear ese requerimiento, recurrieron a la sede mendocina del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti). Bonoldi destaca que tenían la “necesidad de obtener el certificado de esos análisis en forma rápida, porque en la semana siguiente despachábamos nuestro primer contenedor a China; así que fue de gran ayuda el esfuerzo que hicieron sus profesionales, y pudimos cumplir con el plazo pactado con nuestro cliente”.
Actualmente, La Mansa exporta también a Rusia, mantiene sus distribuidores en Brasil y en Paraguay; en algunos mercados cuenta con “show-rooms bajo el sistema de franquicias y en el corto plazo estamos por abrir uno en México”, anticipa. Ante una demanda que va in crescendo, considera oportuno aclarar que, si bien “hacer vinos es una tarea ardua, hacerlos inolvidables, como procuramos, es aún más desafiante, porque tenés que conjugar el conocimiento y la pasión, con la potencia de un terroir (terruño) excepcional”.
Además de elaborar vinos de alta gama, La Mansa produce aceites de oliva que, de acuerdo con la expectativa de su ejecutor, hoy por hoy “son un proyecto en crecimiento dentro de la bodega; las partidas son chicas y el proceso de elaboración es muy artesanal, sobre todo en la serie de aceites de oliva saborizados con ajo, romero, tomate, albahaca, etcétera. Se comercializan principalmente en nuestra bodega, para los visitantes”, amplía.
Entre otros nombres creativos que presentan los vinos de esta bodega, como el de su malbec Reina de Corazones, o el de los malbec y cabernet Viña Ardiente, sobresale el de la línea Argentino de acá y su autor explica el porqué de tal denominación: “Al momento de elegir varietales que representen fielmente las características típicas de esta región, donde se combina el clima con el trabajo del hombre y la historia del lugar, no teníamos alternativa; esta línea debía llamarse así”.
El Argentino de acá también tiene su merchandising, dotado de bolsas de tela y variadas vestimentas con ese logo impreso. Además, La Mansa tiene su propio restó de bodega, basado en gastronomía a leña e ideado para complementar la experiencia de sus vinos.
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