De La Paternal a Nueva York: la empresa que proveyó cables de acero al One Trade Center
El emprendimiento familiar IPH nació en 1940 con un taller casero de frenos de bicicleta; hoy factura US$55 millones
A fines de la década de 1940, Ítalo Percossi decidió abrir un taller en su propia casa. Había trabajado como aprendiz de herrero en el barrio porteño de La Paternal, su hogar adoptivo. También había trabajado en las vías del ferrocarril local. Pero sentía la necesidad de arriesgarse y armar algo propio. Tuvo suerte.
El taller casero fue el germen de IPH. La empresa, bautizada formalmente en 1963 Ítalo Percossi e Hijos, empezó fabricando alambres y frenos para bicicletas. Luego pasó a producir cables de acero de mayor tamaño. Hoy, más de seis décadas después, IPH tiene alrededor de 340 empleados, dos plantas de producción –la más grande en San Miguel, de 40.000 metros cuadrados– y factura 55 millones de dólares anuales. Exporta cables de acero para clientes icónicos: por ejemplo, proveyó el cableado de ascensores del Empire State, en Nueva York.
"Mis primeros años transcurrieron en una casa que carecía de agua corriente; la mía era una familia humilde que, como en tantas otras historias de inmigración, debió hacer notables esfuerzos por alcanzar una subsistencia acorde con sus deseos de progreso", recuerda sobre su infancia Juan Percossi, hijo de Ítalo y segunda generación al frente de la empresa, en un documento de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la Argentina, que registra la historia de la industria en el país a través de sus protagonistas.
Los Percossi llegaron a Buenos Aires, desde la región italiana de Las Marcas, en 1930. El padre de Juan y pionero de IPH, Ítalo, tenía 12 años cuando empezó a trabajar como aprendiz.
Durante alrededor de 15 años se dedicaron principalmente a la producción de alambres –a partir de un proceso de trefilación, que consiste en hace pasar el alambre a través de distintas hileras y disminuir su calibre–. Primero, con bancos para la trefilación en la casa de Ítalo. Después, con la incorporación de máquinas múltiples de trefilación.
En 1963, Ítalo sufrió un accidente cerebrovascular que lo dejó hemipléjico y Juan asumió la dirección de la empresa. Como los ingresos por la venta de alambres no eran suficientes, decidió transformar la producción: la empresa se embarcó en la fabricación de cables de acero. Ese producto es el que hoy le permite participar de una variedad de mercados, como el de la producción de ascensores, o el de transporte por cable.
Una década después, IPH pegó un salto e invirtió en máquinas para fabricar cables de hasta dos pulgadas. Se le presentaron nuevas posibilidades. Podía comenzar a vender cables de acero para la industria minera, para la pesca o para la industria petrolera. "Habíamos incorporado varias máquinas importantes que compramos a una empresa alemana. Pero ya no tenía donde ubicarlas. La casualidad quiso que, a través de un anuncio en el diario, encontrara un terreno en San Miguel a un precio excelente. Mi padre murió en el 87, pero tuvo el tiempo y la alegría de llegar a ver funcionando la nueva planta", dice Juan Percossi.
En la década del 90, la empresa abrió una filial en Brasil y luego, en los primeros años del siglo XXI, consolidó su perfil de exportación. Hoy exporta el 40% de su producción a más de 30 países, en los cinco continentes.
"IPH tiene una vocación global. Más allá de nuestro liderazgo en el mercado argentino, nuestros altos estándares de calidad permiten que gran parte de nuestra producción se distribuya en todo el mundo. Nuestros principales mercados son Brasil y Estados Unidos, entre otros países de América Latina y Europa", resume Juan.
Durante 2015, IPH realizó su última gran inversión en la planta que tiene en la localidad bonaerense de San Miguel: fue de 30 millones de dólares. En esta última década, la empresa les ganó licitaciones a importantes firmas de Alemania y Estados Unidos para equipar con cables de acero las torres Willis, en Chicago, y al One Trade Center, el edificio más alto de Nueva York, entre otros.
Estos logros fueron reconocidos en el coloquio de IDEA 2016, donde la compañía logró una mención especial del presidente Mauricio Macri. El mandatario destacó el crecimiento y el desempeño de IPH. Además, contó una anécdota que ilustra el espíritu de trabajo de los Percossi, y también su sentido del humor para enfrentar los vaivenes de la economía nacional. El jefe del Estado dijo que, recién elegido, visitó la empresa para ver en qué estado y con qué perspectivas de desarrollo se encontraba. "Le pregunté al dueño en qué podía ayudar. Y él me respondió: ‘Empecemos porque no se me corte la luz’". En aquel momento, la historia encendió un aplauso generalizado entre los asistentes.